Cristian Munguía Rojo fue, desde un inicio, el principal sospechoso del homicidio de Assilem, una joven universitaria que fue violada, golpeada, asfixiada y abandonada en un terreno baldío de Tecate. El asesino, su “novio”, intentó desaparecer la evidencia, planeó una coartada e intentó confundir a familiares e investigadores, quienes finalmente encontraron suficientes pruebas para enjuiciarlo
El 15 de diciembre de 2017, una mujer de 63 años, preocupada entró a las oficinas de la Procuraduría General de Justicia del Estado, en Tecate, para reportar la desaparición de su hija, quien no había regresado a casa desde la noche anterior, luego de salir de su trabajo y tras haber avisado que iría a una posada con su novio. La madre iba acompañada de su sobrina y de Cristian, quien horas antes había golpeado y asfixiado a la joven hasta la muerte.
Días pasaron desde esa primera visita al Ministerio Público, sin que la familia de Assilem Adriarem Munguía Romero supiera de ella.
Fue hasta que el 19 de diciembre, pasada la una de la tarde, cuando un hombre que se dedica a la construcción, llamó al número de emergencias tras encontrar de manera fortuita, el cuerpo sin vida de una mujer, junto a una brecha; estaba bocabajo cerca de unos arbustos, golpeada, sin pertenencias, amarrada de pies y manos con corbatas de colores, además que tenía puesta la ropa con la que Assilem fue vista por última vez… no hubo duda, se trataba de ella.
Para los agentes de la PGJE Zona Tecate fue un caso que llevó semanas de investigación. La principal dificultad fue que no hubo un solo testigo del crimen.
De lo poco que documentaron los investigadores de varios testimonios, fue que Assilem, el 14 de diciembre, salió a las siete de la noche de su trabajo, un local de venta de colchas Vianney en el centro de Tecate; que Cristian, de quien esperaba un bebé, “le daría una sorpresa” ese día y que para ello la recogería en una camioneta Ford Explorer verde, propiedad de la familia del joven de 21 años, avanzaron unas cuadras sobre la misma avenida hasta un establecimiento de comida, frente a la Cruz Roja, donde trabajó Assilem durante un año y acudió por el pago de su finiquito. Juntos se retiraron del lugar en la camioneta. Hasta ahí.
EVIDENCIAS
La PGJE consiguió una orden para inspeccionar la camioneta verde y encontró indicios: sangre en la alfombra del portaequipaje que fue lavada con detergente días antes, así como un bate de béisbol con sangre. Además, en el cuerpo de Assilem se encontró semen que coincide con el material genético de la familia de Cristian y con el ADN del bebé en gestación.
El 9 de marzo, mediante una orden de cateo ejecutada el mismo día, fue detenido en su domicilio Cristian. En la recámara se localizó el celular de Assilem y otras de sus pertenencias, así como piezas de ropa con la misma tela de las prendas encontradas donde fue abandonado el cuerpo.
Antes de ser acusado, Cristian Munguía declaró como testigo en el caso, discurso en el que cayó en muchas contradicciones. Dijo a los familiares de su víctima que tenía un mes de no verla, después cambió su versión y aseguró que ese día, después de recogerla del trabajo, la despidió cerca de su casa.
Además, el día que acompañó a la madre de Assilem a levantar el reporte de persona no localizada, Cristian tenía heridas en rodillas y brazos, mismas que justificó diciendo que se había caído. Igualmente aclaró que la noche anterior trabajó en una fábrica desde las seis de la tarde hasta la seis de la mañana y que posteriormente se fue a la escuela. En el trabajo contradijeron su versión; su madre había dicho por teléfono a los familiares de Assilem que el día que ésta desapareció y que ellos la comenzaron a buscar, su hijo había llegado de madrugada y en la mañana se encontraba dormido.
De igual forma, el celular de Cristian no se conectó a las antenas del servicio donde dijo estar entre el 14 y el 15 de diciembre. Su coartada tenía como objetivo confundir a la familia de Assilem y al personal de la PGJE, pero terminó evidenciado su crimen.
Todos estos elementos se integraron a la formulación contra el joven, el día que fue detenido y presentado ante el juez, quien calificó como legal su arresto, el 9 de marzo.
EL OJO DEL FORENSE
24 horas después de haber encontrado el cuerpo de Assilem, el personal del Servicio Médico Forenses ya tenía datos sobre el asesino, sin conocer más que el mismo cadáver.
Al momento del hallazgo, Assilem tenía la misma ropa con que salió de casa: pantalón de mezclilla azul claro, marca Levi’s, y un suéter color guinda. En un pie, una bota café y en el otro solo un calcetín negro, aún tenía puestas sus arracadas doradas en las orejas. Su espalda estaba herida por animales que estuvieron alrededor de ella antes de ser localizado.
“Anoxemia por estrangulamiento”, concluyeron los forenses tras la necropsia: el asesino utilizó una prenda que funcionó como una cuerda alrededor de su cuello y la apretó con sus manos hasta asesinarla.
Los médicos forenses rescataron también el cuerpo del feto, que medía aproximadamente 15 centímetros, lo que responde de 20 a 24 semanas gestación.
Desde ese momento, los expertos de Semefo dictaminaron sobre la peligrosidad del delincuente, según lesiones que dejó en el cuerpo, el mecanismo para privarla de la vida y la manera en que éste abandonó el cadáver. Sobre esto, describieron que la forma de depositar el cuerpo sin vida, de no permitir que se separaran ni manos, ni pies, corresponde al “síndrome de arrepentimiento”, concepto que utiliza la criminalística cuando se aprecia la relación víctima-victimario”.
LA CAPTURA
El viernes 9 de marzo, el Ministerio Público en Tecate consiguió que un juez le autorizara la orden de aprensión contra Cristian Munguía Rojo, de 21 años de edad, quien estudiaba desde 2016, en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Baja California, en Tecate. El juez también concedió la orden de cateo.
Ese mismo día se desplegó un operativo por parte de la Policía Ministerial que consiguió la ubicación y detención del hoy imputado, por los delitos de Feminicidio y Aborto Sufrido.
Alrededor de las dos de la tarde de ese viernes, cuando varias patrullas cercaron la vivienda de los padres de Cristian, en el fraccionamiento Santa Anita donde él vivía. Los uniformados tocaron la puerta y exhibieron los documentos judiciales. Sin ofrecer oposición, Cristian fue asegurado con esposas y subido a una unidad ministerial que lo trasladó ante un juez.
El domicilio del detenido se encuentra a no más de dos kilómetros del lugar donde se abandonó el cadáver de Assilem.
El homicidio del gallero, compadre de Lam Canto
Rafael Moreno Ramírez fue asesinado en su rancho de nombre Los Alisitos, una granja criadora de gallos. De hecho, era parte de los organizadores de una “mega pelea” y un “derby” de gallos para el domingo 11 de marzo, pero 12 horas antes fue encontrado sin vida.
Moreno Ramírez mantenía una amistad pública con Bartolomé Lam Canto, ex director de policía de Tecate, se decían compadres. Ingresaron juntos a la Universidad en (Inpade) y se graduaron al mismo tiempo como abogados. De hecho, Rafael Moreno colaboraba con Lam cuando éste era el jefe de la policía. En notas periodísticas, el ex director agradecía su colaboración en algunos programas de prevención del delito.
El sábado 10 de marzo, minutos antes de las 10 de la noche, el hallazgo del cuerpo se hizo oficial por medio de la frecuencia de radio. Lo realizó una mujer policía, quien fue alto mando en la corporación, una de las personas identificadas de mayor confianza de Bartolomé Lam Canto, cuando fue director de Seguridad Pública en Tecate, durante dos administraciones (2010-2016).
A decir de la versión que dio la oficial y que quedó registrada en el C4, ella patrullaba por el área del Rancho El Capiri, una zona alejada de la ciudad y de terracería, situada por la carretera en la salida a Tijuana, cerca de unos balnearios, cuando “una persona” abordó la patrulla, le pidió que revisara un rancho donde se encontraba un amigo, quien no contestaba las llamadas telefónicas.
A la entrada del Rancho Los Alisitos existe un cartel grande donde se prohíbe la entrada “a toda persona ajena”; aun así, la oficial ingresó a la propiedad y localizó en el área de jaulas la escena del crimen.
El cuerpo fue encontrado atado de pies y manos, semisuspendido en una barda de ladrillo. Tenía alambre y mecate alrededor del cuello. Murió por asfixia. Llevaba puesta una sudadera azul, una cachucha del mismo color, un pantalón deportivo y tenis marca Nike. Todo estaba en su lugar y a simple vista no presentaba golpes.