El poco conocido Kevin de Leon anunció, el pasado 18 de octubre, que se postulará en contra de la poderosa senadora federal, Dianne Feinstein. En las páginas de ZETA, hace unos meses escribí que la candidatura de De Leon señala una revolución en contra de una poderosa líder demócrata con experiencia y demuestra el profundo cambio demográfico que California ha tenido desde que la senadora Feinstein llegó a Washington, hace década. El éxito de De Leon al bloquear la afirmación de la campaña de reelección de la senadora Feinstein, en la Convención Democrática en San Diego State University, la semana pasada, demuestra algo más: el señor Trump ha revitalizado a tal grado a los partidarios del Partido Demócrata, que el no ser lo suficiente agresivo hacia el trumpismo en la política demócrata californiana puede ser un beso del muerto.
Por más de una generación, Dianne Feinstein ha sido una institución californiana. Ella ha laborado en una variedad de puestos políticos: de funcionaria de ciudad, en San Francisco, a presidente municipal, hasta senadora. Pero California ha cambiado de manera dramática desde su primera elección a Washington; con la población latina del Estado -en su mayoría mexicanos- responsables por casi todo el crecimiento de la población durante los últimos veinticinco años, por una parte, así como la creciente inclinación del Estado hacia el progresismo en los últimos años. Combine eso con la conquista del Partido Republicano de Trump y la correspondiente ira de los demócratas progresistas en cuanto a la tóxica aceptación del presidente del racismo, nativismo, anti medio ambientalismo y supremacía blanca; es fácil ver cómo De Leon fue capaz de generar suficiente velocidad para evitar que el Partido Democrático respalde a su competidora con más experiencia.
Pero De Leon todavía tiene mucho camino por hacer antes de vencer a la senadora en los sondeos. El más reciente estudio que vi, por el Instituto de Política Pública de California, tiene a De Leon perdiendo frente a la senadora Feinstein. Otro punto importante es que la política de California es muy cara. El año pasado, la senadora Feinstein reportó que tenía alrededor de 10 millones de dólares en efectivo disponibles para financiar su campaña de reelección, en contra del señor De Leon, quien tiene menos de 400 mil dólares.
A mi punto de vista, lo interesante de esta campaña es que una vez más, California se está moviendo en la dirección opuesta al resto del país. La Convención Democrática de San Diego se llevó a cabo al mismo tiempo que la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) que tuvo lugar en el Estado de Maryland. Muchos participantes del CPAC antes eran muy críticos de Trump; sin embargo, este año, la Conferencia pareció ser completamente en el bolsillo del Presidente Trump.
En California, el sentimiento en contra de Trump de los demócratas progresivos ha alcanzado su límite y no canalizar de manera efectiva la rabia democrática en contra de Trump, por parte de la senadora Feinstein, la cual ha sido una debilidad crítica para ella. Fue ampliamente criticada el año pasado por declarar públicamente que intentaría colaborar con Trump; De Leon construyó la base de su discurso en San Diego sobre su creencia que California necesita una voz diferente en Washington, una voz polémica.
Hoy, lo único que podemos decir es que en la carrera para el Senado Democrático, De Leon le dio a Dianne Feinstein una nariz sangrante durante la Convención Democrática del Estado. Ha demostrado que puede pegar y, de vez en cuando, sacar sangre. ¿Tendrá la fortaleza para ganarle a la senadora Senior de California?
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.