Política Breve y de Emergencia
Soy miembro de una familia como muchas, heredero de los preceptos de justicia y democracia; educado en los principios del trabajo y del esfuerzo; criado bajo la eterna visión de un México para todos, ni mejor, ni peor, producto de los años recientes del sistema político, generación de crisis, resignación y esperanza, indignación y duda.
Soy como todos los que buscamos una nación de mejores oportunidades, que cree en los valores de la libertad, democracia, justicia, respeto, familia. Coincido en las ideas de educación laica y gratuita, tanto como en la libertad de que los padres decidamos el tipo de educación que debamos dar a nuestros hijos. Firmemente comparto los preceptos de equidad, justicia, respeto y solidaridad en una sociedad que busque vehementemente su desarrollo. Defiendo el estricto apego al estado de derecho, tanto como coincido en la urgente necesidad de adecuarlo a nuestra más vigente realidad.
Soy simplemente parte de una mayoría que en otro momento y bajo otras circunstancias, decidió unirse y encontrar el mejor camino para hacer de nuestro país, un México mejor para nuestros hijos. Quién lo hubiera dicho, en el año 2000 fuimos parte de lo que creímos, era el inicio de la era de gobiernos honestos y democráticos.
Como muchos, y casi desde siempre, me cuestioné el porqué de nuestra precaria condición nacional; el porqué de nuestra falta de oportunidades; el porqué de nuestro intermitente desarrollo: el porqué de nuestra incapacidad de ser un pueblo de autoridades legítimas y comprometidas con el bien común. Viene a mi cabeza la memoria de mi abuelo, siendo muy niño platiqué con él de asuntos de la patria y es que mi padre se preocupó de hacer de mí, un individuo preocupado por su tiempo, como con el serio temor de ser omiso; con tan solo diez años sostenía serias argumentaciones con un viejo combatiente de otra revolución, una menos política y de mayores convicciones, compartía visiones con un cristero.
Recuerdo las conclusiones de la charla de una tarde de verano de derrota política:
—“Abuelo, ¿qué pasaría si nuevamente se iniciara un levantamiento armado para quitar al mal gobierno?”
El abuelo, que a pesar de mi edad me tomaba en serio, como pasando con urgencia la experiencia de los muchos años, ponía en palabras claras sus ideas:
—“México ha padecido mucho. Nos hicimos mucho daño y destruimos mucho más de lo que hubiésemos querido. Este país no aguanta otra lucha armada. El camino es otro, necesitamos democracia y un gobierno de transformación y desarrollo nacional”.
Más de 40 años después de esa tarde, en este hermoso y privilegiado país que no termina de tomar el vuelo de frente a esta nueva confrontación político-democrática, me pregunto si ésta será la buena.
Que la historia lo registre.- La batalla del PRI contra el PAN, por el segundo lugar de las preferencias electorales, previas a la campaña, dejó 3.4 millones más de posibles electores a Morena, y 1.7 millones menos a cada uno de los rijosos. Lo bueno que solo son encuestas.
Botón rojo.- ¿Y de combate a la corrupción, ya mejor ni hablamos?
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com