Se firmó el documento en las instalaciones de la embajada de Estados Unidos en México, con la colaboración intervencionista, ajena a sus funciones, del embajador Henry Lane Wilson, logrando con ello que se realizaran las pláticas y se concertara los lineamientos del acuerdo:
a) El desconocimiento del gobierno de Francisco I. Madero.
b) La presidencia provisional del General Victoriano Huerta, antes de 72 horas, con un gabinete integrado por reyistas y felixistas.
c) Félix Díaz Velasco no tendría ningún cargo para así poder contender en las futuras elecciones.
d) La notificación a los gobiernos extranjeros del cese de Francisco I. Madero.
e) El fin de las hostilidades (de la Decena Trágica).
En la madrugada del 9 de febrero de 1913, mientras el presidente dormía en la alcoba del Castillo de Chapultepec, la revuelta estalló y con el beneplácito de los Estados Unidos, Victoriano Huerta depuso a Madero en compañía del vicepresidente José María Pino Suárez, y alegando que quería escapar, los mandó matar cuando los llevaban a la prisión de Lecumberri.
De este modo, Francisco I. Madero, que no había conseguido en vida mantener unidos a los revolucionarios, se convirtió después de su muerte en un símbolo de la unidad de la rebelión contra el usurpador Huerta.
Los traidores, para celebrar su victoria, realizaron un desfile donde abundaban las mantas que decían: “Viva Félix Díaz”, “Viva Huerta”, “Viva la paz”. Huerta y dos de los cómplices, los generales Manuel Mondragón y Aureliano Blanquet, lo presenciaban desde el balcón central del Palacio Nacional.
El resto del país, asustado e impotente, no hizo más que prepararse para soportar nuevas tribulaciones que se veían venir, donde la regla era “todos contra todos” que seguían las luchas en el poder.
Huerta nación el 23 de marzo de 1845, en un jacal del municipio de Ocotlán, Jalisco. Hijo de Jesús Huerta Córdoba, un mestizo y agricultor pobre, y María Lázara Refugio, una indígena huichola. Victoriano hizo la primaria en la escuela del sacerdote del pueblo, donde aprendió a leer y escribir. El joven Huerta se ocupaba de limpiar y lustrar calzado para conseguir algo de sustento.
Por un golpe de suerte en el año de 1869, el famoso General Donato Guerra pasó por el pueblo y conoció a Huerta, debido a sus buenos servicios y conocimientos intelectuales, lo tomó por secretario. El General Guerra influyó para que el joven ingresara al colegio militar, donde obtuvo notas sobresalientes que lo hicieron merecedor de un reconocimiento especial. El presidente Benito Juárez, el primer indígena en llegar a la presidencia, lo elogió durante su visita al colegio para entregar los reconocimientos a los cadetes, con las siguientes palabras: “De los indios que se educan como usted, la patria espera mucho”.
Para el año de 1890, Huerta había alcanzado el grado de Coronel y siete años más tarde comenzaría una larga trayectoria en el combate a las rebeliones indígenas que se generaban por todo el país.
En diciembre de 1900 combatió a los yaquis en Sonora, y en 1902 a los mayas en Yucatán y Quintana Roo. Tras concluir su campaña en la península de Yucatán, Huerta recibió el grado de General brigadier, la medalla al Mérito Militar y fue nombrado miembro de la Suprema Corte de la Nación. En 1907 pidió permiso por razones de salud y visitó la ciudad de Monterrey, donde trabajó como jefe de Obras Públicas por dos años y medio, aplicando sus conocimientos de ingeniero civil en el trazo de las calles. En 1909, Huerta decidió regresar a la Ciudad de México y comenzó a impartir clases de matemáticas. Tras estallar la revolución convocada por Francisco I. Madero, Huerta solicitó su reincorporación al Ejército y tras la renuncia de Porfirio Díaz, Huerta fue el encargado de escoltar el convoy presidencial de éste al puerto de Veracruz, cosa que a don Porfirio no le agradó del todo, pues nunca confió plenamente en él. Huerta permaneció en el Ejército durante el gobierno de Francisco León de la Barra, pero participó en algunas acciones de provocación al ejército comandado por Emiliano Zapata, lo cual levantó sospechas de insubordinación y tan pronto como Madero asumió la presidencia, ordenó su dimisión de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, tras la rebelión de Pascual Orozco, Madero reconsideró su decisión y lo puso al mando de las tropas del Gobierno Federal. Huerta tuvo un desempeño impresionante y se convirtió en un héroe nacional. Mientras perseguía a Orozco rumbo al norte, tuvo un altercado con el comandante rebelde Francisco Villa. Enfurecido, lo mandó arrestar y ordenó fusilarlo. Los hermanos del presidente Madero intervinieron y Villa solo estuvo preso algunos días en la Ciudad de México, lo cual enardeció a Huerta. Al regresar a la capital, rectificó su lealtad al presidente Madero.
Continuará.
Guillermo Zavala
Tijuana, B.C.