La acusación de Robert Mueller, el Consejo Especial, del 17 de febrero de trece rusos y su investigación de la actividad oscura de la “Agencia de Investigación Internet” sobre su interferencia en las elecciones 2016 de los Estados Unidos, marca un punto clave en el papel evolucionario de las redes sociales, como Facebook y Twitter sobre nuestros procesos políticos. Desde que Facebook estalló alrededor del mundo, hace diez años, comentarios políticos -como mi agencia anterior, el Departamento de Estado- hablaron sobre el impacto positivo de las redes sociales en los países con debilidades democráticas.
Hablando de México, ¿qué tan seguido, durante las recientes elecciones, los periodistas y comentaristas hablan sobre el hecho de que los mexicanos puedan romper la voz monopolizada de la prensa pro gobierno para compartir noticias e ideas que los líderes políticos no consideran para el consumo público?
Desde Lady Profeco, la administración de Peña Nieto ha batallado con Facebook y Twitter. Los mexicanos que buscan mayor transparencia en su país, les dan la bienvenida a las redes sociales como un arma clave para mejorar la democracia mexicana. Pero ahora vemos en los Estados Unidos, cómo las redes sociales fueron usadas por operativos de inteligencia rusa, desde 2014, para atacar el proceso democrático y sembrar discordancia entre estadounidenses. La conclusión es cierta: Facebook no es panacea.
Desde la semana pasada ha habido una montaña de artículos en mi país sobre las acciones, motivos y, todavía más importante, el impacto que los conspiradores rusos han tenido en las elecciones de los Estados Unidos. Escritores de opinión, del lado republicano, básicamente le han quitado importancia al hecho y han dicho: “¿Y qué tiene? Los conspiradores no votaron, solo crearon historias falsas que animaron a la gente a salir a votar. No eran noticias reales, aparecían en Facebook o Twitter”. Por otra parte, los demócratas se han retorcido las manos en vano, mientras que vieron la acusación como prueba de una “gran conspiración de la derecha política”, y siguen juntándose en sus círculos de rezo, esperando que el señor Trump sea impugnado.
Pero, por el momento, el Presidente Trump no ha estado acusado de nada. De lado derecho de la división política, los republicanos han señalado que los estadounidenses intentan influenciar opiniones extranjeras todo el tiempo. ¿Cuál es la diferencia? En un sentido, estas palabras que van de mí hacia ustedes son similares: soy un estadounidense tratando de decirle a ustedes, mexicanos, que compartan mi punto de vista. Es un punto justo, pero al menos usted conoce mi verdadero nombre. La acusación del 17 de febrero de Mueller lo pone muy claro, que los estadounidenses no sabían con quién estaban lidiando cuando sus opiniones estaban siendo manipuladas por espías rusos viviendo en St. Petersburgo que fingían escribir desde el sur de Florida.
En los Estados Unidos hemos visto el resultado de redes sociales sin regulación al punto de convertirse en un foro para algún tipo de libertad de expresión que realmente no es democrático. Y, ¿realmente se puede considerar “libertad de expresión” cuando su origen viene de un espía ruso que intenta cambiar el resultado de una elección?
Entonces, ¿dónde está México en cuanto a las redes sociales? Hasta ahora en la política mexicana, las redes sociales han jugado un papel muy importante para fortalecer la democracia mexicana. Pero el escenario de pesadilla que tiene lugar al norte de la frontera demuestra sin alguna duda que el uso y abuso de las redes sociales en la política y las conversaciones electorales entre electores puede ser una espada de doble filo; las redes sociales pueden ser una herramienta para tumbar una posible princesa política, como lo vimos con Lady Profeco, en 2013. Sin embargo, en los Estados Unidos, en 2016, vimos cómo el abuso de Facebook llevó a la presidencia a un racista sin experiencia.
Democracias tomen nota: la acusación de Mueller demuestra que, en la política, aunque son muy importantes las redes sociales, la prensa juega un papel muy significativo y tiene mucha responsabilidad, ya que son entidades a las cuales se pueden pedir cuentas. Facebook nunca podrá ser panacea. Para su autoprotección democrática, sigan comprando su ZETA, ¡por favor!
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.