Sirva la presente para saludar a todo el personal de ese prestigiado semanario, y pedir encarecidamente tenga a bien incluirla en la sección correspondiente.
La libertad es uno de los derechos más preciados de los individuos, sin temor a equivocación. Podemos carecer de cualquier satisfactor, como casa, vestimenta, y todo ello encontraremos forma de sortearlo, o incluso vivir sin él, siempre y cuando no se coarte nuestro derecho a la libertad, a ejercerla y disfrutarla.
Trillado resulta ya, repetir que la libertad conlleva responsabilidad. Así, diremos que podemos tomar decisiones libremente, pero las consecuencias de ellas son totalmente nuestra responsabilidad, por lo que habremos de cargar con las consecuencias o efectos de nuestras decisiones. Eres libre de no hacer la tarea, y responsable de la mala calificación que te asignen. Eres libre de no trabajar, pero responsable de no tener un salario, o de que éste sea incompleto, o de no contar con lo necesario para vivir.
México cuenta con uno de los mejores órdenes jurídicos o cuerpos de leyes del mundo. Cualquier situación que entrañe delito o ilicitud, se encuentra prevista en alguna Ley, con su correspondiente sanción. Solo que la Ley así, en los libros o compendios, no sirve de nada. La corrupción está tipificada. La impunidad, el tráfico de influencias, el enriquecimiento ilícito, etc. Pero no significa nada, si la autoridad no tiene la voluntad de investigar y castigar. Descomunales emolumentos por su monto, perciben los encargados en México de hacer cumplir la Ley, por lo que deberían de emplearse a fondo y hacerlo. Así. Sin más.
¿A qué me refiero concretamente? Al virreinato que se vive en nuestro país, en el cual se ejerce el poder absoluto, sin temor a las instituciones que en alguna época fueron creadas para atender las necesidades de la población. Necesidades de Ley, de justicia y equidad.
No hay temor de algún candidato a cargo de elección popular, de rebasar los topes de campaña. No lo hubo por parte del candidato a la primera magistratura, para comprar votos y dignidades, pues en ambos casos, el resultado pretendido se logró: Ocupar los ansiados puestos. No hay temor de algún funcionario público de desviar fondos públicos para enriquecimiento personal. No hay temor de ser sancionado. No hay temor del funcionario de cobrar millones de dólares para beneficio propio, por el otorgamiento de concesiones o contratos. No hay temor de que la autoridad lo haga pisar la cárcel, o frustrar sus planes de grandeza. Ese personaje no tiene temor.
Quienes sí tienen temor, son los funcionarios encargados de investigar. Los encargados de juzgar imparcialmente y nulificar procesos electorales. Los responsables de llamar a cuentas, integrar carpetas de investigación, vincular a proceso, detener, sancionar. Ellos sí tienen miedo. Mucho miedo. Miedo de ser excluidos de la cúpula. De no ser invitados al banquete, o no salir en la foto. Miedo de cumplir con la encomienda.
Tienen miedo de ser libres, y de defender la libertad de quienes, con sus impuestos, pagan su salario.
Esos funcionarios con miedo no podrán jamás mirar a los ojos a sus hijos, a su familia, con la satisfacción del deber cumplido. No podrán, pues en su búsqueda de la riqueza y el poder, tienen miedo de vivir en la justa medianía, que se obtiene a través del trabajo valiente y fecundo. Muy al contrario, buscan la recompensa, la alabanza. La bastedad, aunque sea clandestina, insultante, vergonzosa e indigna.
La libertad no se lleva con el miedo. Y en México hay mucho miedo. Miedo a la legalidad, a la honestidad, a la verdad, a la igualdad, a la auténtica democracia.
Solo por eso, la libertad en México es letra muerta. Es una utopía. Está en las definiciones. En los libros. Es un buen nombre para una novela o una serie de televisión, solamente.
El día que no tengamos miedo de ejercerla, el destino de nuestro país será completamente distinto.
Atentamente:
Lic. Alfredo Flores Ramírez
Tijuana, B.C.