Andrés Manuel López Obrador es el precandidato a vencer, porque hasta ahora lleva la mayoría de las intenciones de voto en el próximo proceso electoral para elegir Presidente de la República, de acuerdo con las encuestas que circulan en los medios nacionales.
Los diversos partidos políticos hacen esfuerzos por demeritar las ideas de AMLO, lo mismo que sucedió en los procesos electorales anteriores en los que participó. Por ello es que se le tacha de ser un imitador del sistema político venezolano.
A pesar de que el precandidato de Morena ha atenuado sus tesis doctrinales para hacerlo más aceptable para las clases medias altas, que son las que más votan, en contrario hay grupos sociales que señalan que el presidente de Morena debe manejar tesis más radicales, pues el pueblo llegó al hartazgo de los abusos, la inseguridad y la corrupción que prevalece en el país. Desgraciadamente no se ha valorado correctamente el grado de decepción que existe en las clases populares a causa del alza en los precios de la canasta básica, la cual exige tomarse medidas para evitar enfrentamientos violentos entre población, Ejército y cuerpos policíacos.
Dicen que en la contienda electoral, como en el amor y la guerra, todo se vale, pero para muchos politólogos, los grupos de poder se han excedido en su estrategia de guerra en contra del candidato de izquierda, lo que es muy lamentable en un momento en el que se requiere un proceso electoral equilibrado, transparente y justo para evitar revueltas sociales.
Se puede estar de acuerdo o no con las tesis del tabasqueño, pero lo que sí es cierto es que hace falta un cambio estructural en la vida política de México. Yo en lo personal tengo mis dudas de por quién expediré mi voto, incluso siento que varias de las propuestas del precandidato de Morena me dibujan a un hombre demasiado obsesivos en el empeño dedicado a gobernar el país, sin dar oportunidad a otras figuras políticas que siendo electos, gobernarían al país con menos pasión y más raciocinio, y sobre todo, con más esfuerzo encaminado a la conciliación nacional, evitando enfrentamientos que puedan dar origen a una confrontación social que nadie desea, más aún si tienen que ver con el crimen organizado y a nivel internacional, con un presidente como el de los vecinos del norte que se esfuerza por fortalecer la economía de su país a costa de generar una crisis económica en contra de los mexicanos.
AMLO es una opción válida, como la de todos los partidos políticos, y no se puede poner en riesgo la paz social, estableciendo procedimientos que puedan viciar el procesos electoral y que abran la puerta al descontento masivo que concluya en levantamientos armados; queremos orden, queremos paz y seguridad, siempre dentro del respeto a los derechos humanos promulgados en la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos.
Hoy más que nunca, el Estado debe proceder con absoluta transparencia en todo el proceso electoral para que éste sea irreprochable.
Se valen diversas estrategias de los candidatos, sin embargo, la búsqueda del triunfo electoral no debe poner en riesgo la paz social; recordemos también que en los Estados Unidos amenazan con colapsar la economía mexicana, lo que puede enrarecer el ambiente político electoral. En fin, queremos elecciones pacíficas y seguras donde el triunfador sea el mejor candidato, producto de la voluntad popular y hacedor de un consenso político y social que vaya encaminado a hacer justicia a los que menos tienen; esto si no queremos vivir en un país preñado por levantamientos violentos.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.