T’Challa (Chadwick Boseman) es el líder de Wakanda, un mítico pueblo tecnológicamente muy avanzado, pero perdido en la selva. Su padre murió durante la famosa “guerra civil” del Capitán América, pero tiene más que agallas para dirigir a su gente, luego de haber bebido el néctar de una flor que le dio una fuerza incomparable y al usar un traje de vibranio, un metal impenetrable derivado de un meteorito.
Además, tiene de cerca a su brillante hermana Shuri (Letitia Wright); su madre, Ramonda (Angela Bassett); el guía espiritual Zuri (Forest Whitaker) y a su mejor amigo W’Kabi (Daniel Kaluuya).
También está Nakia (Lupita Nyong’o), que en realidad trabaja para la guardia real de las Dora Milaje y es la primera en cuestionar a T’Challa por mantener a Wakanda en secreto en vez de usar su poderío para el bien de la humanidad.
Esa es tan solo una de las subtramas que maneja esta inteligente, compleja y además entretenida película de Marvel, donde el director Ryan Coogler lo aprovecha todo para plantear posibilidades tales como un nuevo orden mundial donde un país africano pueda convertirse en una potencia y hasta revertir el orden social.
Esta es la idea entre amenazas del traficante de armas Ulysses Klaue (Andy Serkis) y el soldado “revolucionario” Erik “Killmonger” Stevens (Michael B. Jordan) ante el futuro de Wakanda que T’Challa, mejor conocido como “Black Panther”, debe proteger.
Con un elenco predominantemente afroamericano y femenino, esta cinta tiene mucho de todo y funciona por la astucia con la que Coogler logró meter tanto en una sola historia. Además, no requiere de la pandilla de Marvel para salir adelante y ofrecer diversión en serio, mientras que, a base de sutilezas, permitirnos imaginar otro mundo posible.
Al final claro que está la gran batalla de siempre, pero de cualquier modo luce como debe ser para un personaje de la talla de un Black Panther del que se esperan grandes secuelas. Ya lo verán. ****
Punto final.- ¿Las cintas nominadas para lengua extranjera llegarán algún día a la cartelera local?
