Columna Invitada
En estos días nos enteramos por la prensa estatal, de los resultados de la prueba Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) que se puso en práctica en las escuelas secundarias del Estado de Baja California, al mismo tiempo que en varios estados del país. Resulta que de 2015 a 2017, los estudiantes del tercer grado de secundaria en nuestro Estado, disminuyeron su aprendizaje en las materias Lenguaje y Comunicación y Matemáticas, y colocaron al Estado en los últimos lugares de aprovechamiento a nivel nacional en estas materias. La evaluación incluye a secundarias comunitarias, telesecundarias, secundarias generales públicas, secundarias técnicas públicas y privadas, y los datos dicen que Baja California ocupa el lugar 25 a nivel nacional en aprendizaje de Matemáticas, mientras que tiene el puesto 12 en Lenguaje y Comunicación y Matemáticas.
Esto significa que un buen número de nuestros niños tienen un nivel de aprovechamiento insuficiente, ya que salen de escuelas secundarias sin saber realizar sumas, restas, divisiones y multiplicaciones con números decimales, tampoco pueden resolver ecuaciones algebraicas sencillas.
Una vez más observamos que las autoridades educativas van de fracaso en fracaso; sigue la falta de articulación en el sistema educativo, no hay actualización ni formación continua y sistemática para enfrentar los retos y cubrir las expectativas de la época actual. ¿Estamos siendo testigos de la decepción de algunos funcionarios del sector educativo a partir de su estilo muy particular de ejercer la gestión?, o del fracaso de directivos, directores o responsables de administrar ámbitos determinados de la estructura educativa. Esta ruina, aunque es sistémica, se recorta para que solo se vea en los eslabones más débiles del propio sistema. Los datos nos muestran a gritos que nos encontramos ante un deterioro educativo generalizado.
¿Qué significan estos resultados después de cinco años de iniciada la llamada “Reforma Educativa” por parte del actual Gobierno Federal, en particular a cargo de la Secretaría de Educación Pública? A reserva de revisar los aspectos específicos y finos de la prueba en cuestión, ¿cuál es el balance que harán las comisiones de Educación del Senado de la República y de la Cámara de Diputados al respecto de estos datos? ¿Cómo se vinculan estos resultados con las políticas públicas sobre educación llevadas a cabo durante los últimos sexenios? ¿Hay algún sentido de autocrítica ante estos datos?… Lo que pasa es que aquí no pasa nada.
A la vista de estos datos, ¿de qué manera se habrán de repartir las responsabilidades frente a este rotundo “fracaso” educativo, las distintas instituciones de la sociedad como la familia, los medios de comunicación y las organizaciones culturales; las iglesias, los partidos políticos, sectores empresariales y diversos factores de la economía; los sindicatos, el sistema de justicia, los intelectuales, etc., además de la escuela?
Se ha hablado demasiado y se ha gastado mucha tinta para abordar el tema de la “calidad educativa” durante los últimos años. ¿Cuál es el nivel preciso de la “calidad educativa” que ofrece el sistema educativo nacional? En otros tiempos, específicamente en los años 60 y 70, las políticas educativas se enfocaron hacia la “cantidad” de los servicios: aulas, libros, maestros y escuelas; había que cumplir con los objetivos de la cobertura. Hoy, el enfoque, en cambio, va dirigido por consenso internacional a lograr que los estudiantes aprendan significativamente lo que necesitan aprender para la vida. El énfasis de las políticas educativas oficiales en los países, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), por ejemplo, está ubicado actualmente más en la “calidad” que en la “cantidad” de los servicios.
A propósito del proceso electoral que nos ocupa, además de la lucha contra la corrupción y la impunidad, la Reforma Educativa es una de los tres principales temas de discusión política, rumbo a las elecciones presidenciales de julio de este año. Esta reforma es un tema de disputa enconada entre los tres principales frentes electorales del país. Si estos frentes apuntan sus baterías contra la Reforma Educativa, podemos concluir que la reforma, estrella más resplandeciente de las reformas estructurales, por motivos electorales se halla herida de muerte.
Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla
Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste, S.C.
Correo: andale941@gmail.com