Es muy fácil ignorar a los demás,
pasar por su lado inadvertido,
como cualquier demente poseído
que lo que no le gusta, deja atrás.
Te portas agresivo, muy cortante,
algunas ocasiones muy odioso;
sangrón, engreído hasta vanidoso;
déspota, majadero y petulante.
Cabe decir que la indiferencia
en los mortales es pecado malo
y es de los defectos el más ciego.
Quien la práctica no tiene conciencia,
amarrarlo debemos en un palo,
como bruja de Blair prenderle fuego.
Miguel Ángel Hernández Villanueva
Correo: jomian1958@hotmail.com
Tijuana, B.C.