“Cuando Dios decidió hacerse hombre, tuvo que elegir el tiempo para concretarlo, el país en el que nacería, la ciudad en la que sería dado a luz, el pueblo, la raza, los sistemas políticos y económicos que lo rodearían, el lenguaje que hablaría… Todos estos detalles dependían completamente de un solo factor: la mujer que sería su Madre. Elegir una madre significa elegir una posición social, un lenguaje, una ciudad, un entorno, una crisis y un destino”. Fulton J. Sheen, Obispo de Nueva York, (1895-1979).
En cualquier sitio de la tierra, millones de personas veneran y tienen firme que la santísima Virgen María puede ayudarles en sus vidas.
Si es en la gran Rusia, abundan los íconos o imágenes marianas. En Kiev, Ucrania, en Moscú o San Petersburgo, o en Siberia. No se diga en Europa, hasta en las esquinas de Roma y otros lugares de Italia, donde los creyentes le hacen sus nichos o altares. En Inglaterra, Argentina, Brasil, España, cientos de estatuas que la representan desde Nuestra Señora de Montserrat hasta N.S. del Pilar, Covadonga, Sevilla, Andalucía.
Transcribiré aquí solo algunas líneas del Obispo de Nueva York que fue hasta 1979, Fulton J. Sheen, quien, como la Hermana Angélica (franciscana), desde Estados Unidos de Norteamérica, evangelizó e iluminó la fe de millones de personas a través de sus programas de radio, televisión y escritos.
- Debe haber, a nivel humano, alguien que pueda conducirnos a Cristo, alguien que pueda mediar entre nosotros y Cristo, tal como él es mediador entre nosotros y el Padre. Cuando la miramos, sabemos que si alguien no es bueno, puede llegar a ser mejor. Uno le reza y sabe porque ella no tiene pecado, que podemos ser menos pecadores.
- La libertad implica no solo hacer una simple elección, sino también hacernos responsables de ella. El verdadero concepto de libertad es “el derecho a hacer todo lo que debemos hacer,y lo que debemos hacer implica una meta, un objetivo, una moral y la ley de Dios. La verdadera libertad está dentro de la ley, no fuera de ella”.
- El verdadero amor siempre impone restricciones, por el bien de los demás, como le sucede al santo que se separa del mundo para poder adherirse más fácilmente a Cristo o el esposo que se desprende de su vida pasada para pertenecer más fácilmente a la esposa que ha elegido.
- El verdadero amor, por su naturaleza, es la liberación del yo de todo egoísmo. El verdadero amor se sirve de la libertad para unirse definitivamente a otra persona. San Agustín decía: “Ama a Dios y haz lo que quieras”. Con esto quería decir que si amamos a Dios, nunca haremos algo que pueda herirlo. Del mismo modo, en el amor marital hay perfecta libertad, así como una limitación que preserva ese amor: el rechazo a herir a la persona amada.
- ¿Por qué alabar a Dios, que nada pierde a causa de nuestro ateísmo, ni gana con motivo de nuestra alabanza? Pero Dios puede crecer o disminuir en nosotros, según amemos o pequemos. Cuando nuestro ego se engrandece, nuestra necesidad de Dios parece disminuir; cuando nuestro ego se desinfla, la necesidad de Dios aparece con toda su intensidad.
- El orgullo termina convirtiéndose en desesperación y el último acto de desesperación es el suicidio o vivir una vida insoportable. El humilde está necesariamente contento porque allí donde no hay orgullo, no hay egocentrismo que es lo que impide que haya alegría.
- No hay peligro alguno en el que los hombres piensen demasiado en María, el peligro es que piensen demasiado poco en Cristo. La indiferencia hacia María es consecuencia de la indiferencia hacia Cristo. (Fulton J. Sheen, El primer amor del mundo, Lumen 2007, Buenos Aires- México).
Anota el Obispo J. Sheen que la palabra más pronunciada en los campos de batalla durante las guerras es: “Madre”. En México, la mayor cantidad de remesas en miles de millones de dólares anualmente son enviadas por nuestros paisanos ejemplares en USA, el 10 de mayo y el 12 de diciembre.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com