I. En esta ciudad de Mexicali, el día 24 de este mes vimos cómo se ennegrecía el cielo como resultado de la contaminación. Hoy no podemos culpar a la venta de cuetes como el origen de este daño al medio ambiente, y en particular, al aparato respiratorio de cada uno de nosotros. Faltó, a mi juicio, la mano de la autoridad para sancionar severamente a los autores de hogueras, quema de llantas y las diversas maneras de encender y mantener fuego, a pesar del daño que causa a la contaminación atmosférica.
No hay excusa para que esto suceda, es cierto que es diversión, entretenimiento, una de las cien maneras que tienen las clases populares de acallar sus depresiones, sus sueños frustrados que se estancan en el pasando, platicando al derredor de una fogata.
Aquí tenemos que hacer un comparativo y medir la preponderancia de los intereses, a mi ver, predomina el interés de la salud de los niños que se ven atacados por el tremendo mal de la contaminación. Lo que importa es el estado de bienestar físico, mental y moral de nuestros jóvenes; y la pregunta que nos hacemos es: ¿por qué la autoridad no actúa? Hay quienes dicen que todo esto se solucionaría imponiendo cuantiosas multas, sin embargo, ¿qué se le puede embargar preventivamente o confiscar para el pago de una multa, cuando la mayoría de estas personas que serían objeto de la sanción, carecen de lo indispensable?
Tarea del gobierno es prevenir las contingencias ambientales, además de advertir e instruir a la población para que deje de estar dañando al medio ambiente. Una pregunta que debemos hacernos es, ¿a quién corresponde la función preventiva y sancionadora contra los ataques al medio ambiente?
II. Buena calificación merece el presidente municipal de Mexicali. Uno, porque estuvo presente en los retenes, que en mucho contribuyen para que no hubiera accidentes de tránsito por manejar bajo el influjo de drogas o alcohol. Otra buena calificación para el edil Gustavo Sánchez es por cenar con las personas en estado de desprotección que acudieron a refugios temporales por carencia de medios económicos.
Así es como se debe gobernar, manteniendo el contacto con la ciudadanía, principalmente con aquellos que carecen de lo indispensable.
III. Con tristeza observamos que aún no sabemos emplear ese adelanto de la ciencia de la comunicación que son las redes sociales. Murió recientemente la esposa de un diputado que ha participado en discusiones muy agrias, contrariando a grupos protestantes que entre sus actividades ha estado la de tomar las instalaciones de diversas oficinas públicas del Poder Legislativo.
Podemos no estar de acuerdo con alguna o algunas de las decisiones políticas del legislador, pero esto no implica llegar al insulto descarnado en el que predomina la violencia moral, sin tomar en cuenta el difícil momento en que está viviendo el diputado y su familia, repito, es válido el derecho a la libre expresión de las ideas, así como también es válido refutar o no estar de acuerdo con el pensamiento de otros, sin embargo, hay límites éticos que no se deben rebasar en una sociedad, de por sí deshumanizada. Debemos aprender que hay momentos para la guerra, como hay momentos para la paz; es ser caballerosos y respetuosos con el dolor ajeno.
Las redes son un vehículo de comunicación que debe servir para acercar a los hombres y no para injuriar, calumniar y difamar. No somos partidarios de restringir libertades de expresión, pero siempre debe actuar manteniendo un mínimum ético, o sea, el respeto a los valores fundamentales debe mantenerse a toda costa, única manera para que reine la tranquilidad y la paz en nuestros corazones.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC