Todo está listo. Ya están definidos los principales contendientes. No había pierde, estaba cantado. Por el PAN será Ricardo Anaya. Para mí siempre fue el favorito. Todas las encuestas lo ponían delante de sus competidores. Es un personaje inteligente, buen orador, tenaz, difícil de desviarlo de sus objetivos. En 2014, cuando escribí sobre la crisis del PAN, señalé: “Casi sin personajes atractivos al electorado (el PAN), salvo el ex presidente de la Cámara de Diputados, el diputado con licencia, Ricardo Anaya Cortés, quien tuvo un gran desempeño en este cuerpo legislativo; nos muestran un triste panorama”.
Miguel Mancera, jefe de Gobierno, realmente nunca le dio la pelea. Nunca pasó del 10% de preferencias. Dicen que será senador, yo creo que llena el perfil para ser el Fiscal Anticorrupción. Ya Anaya, sin lugar a dudas, será el candidato del Frente por México. En el PRI ya hubo también definición: José Antonio Meade será el candidato. También estaba cantado. Después de la Asamblea del PRI, escribí que el 10 de agosto de este año: Candidato habemus, en él sostuve que Enrique Ochoa, Presidente del CEN del PRI, había dado dos pistas:
En la primera sostuvo que no eran tiempos para que el PRI se encerrara en su militancia y no permitiera que alguien ajeno a ella fuera candidato, un externo pues.
La segunda lo delineó: “el próximo candidato deberá tener una trayectoria positiva, experimentada y probada en el ejercicio de la administración pública”. Esta definición describe a José Antonio Meade como experimentado, con prestigio, sin escándalos; muy católico, de familia priista (y panista, su abuelo fue fundador del PAN), su padre fue legislador federal varias veces. Cercano al director del Banco de México, con quien empieza su carrera. Íntimo de Videgaray, bien visto por sectores del PAN y de la iniciativa privada. Reúne, pues, la descripción de Ochoa”.
Así cerré aquel artículo, no me equivoqué: Meade es el candidato. La apuesta es muy fuerte. Casi un todo o nada. Se pretende hacerlo pasar como ciudadano, sin macula partidista, alejado del PRI y del PAN; seguro que en su propaganda, las siglas del PRI serán muy pequeñas, pero se les olvida que al momento de votar por la Coalición, ahí aparecen obligadas las siglas del PRI.
Cuando participé en la elaboración del Código Federal Electoral, en 1985, se discutió el tema de las coaliciones, que si el emblema era la suma de los partidos o aceptar un logo diferente. Alguien argumentó: ¿qué tal si la oposición (en ese tiempo el PRI aun era el partido hegemónico) presenta un nuevo logo atractivo y nos ganan? Así se decidió que el emblema sería, en la boleta, la suma de los logos de todos los coaligados. Ahora el PRI es víctima de su propia trampa. Deberá utilizar su siglas y colores ahora tan desprestigiados.
Las encuestas nacionales y estatales no se han movido, dan a Meade entre el 15 y 16% de los votantes. Estados del PRI holgados quedan muy pocos: Sonora, Tlaxcala, Yucatán, Hidalgo, Zacatecas y aunque no lo crea, Tamaulipas, que gobierna el PAN. López Obrador será el tercero de los candidatos, encabeza las preferencias con un 32%. Morena, de un mísero porcentaje en 2015, es ahora la opción ciudadana como primera fuerza, así los muestran la mayoría de las encuestas.
López Obrador tiene la Ciudad de México, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Tabasco, Quintana Roo, Nayarit, Chihuahua, Morelos, Campeche, Michoacán, Colima, Jalisco (aunque en lo local gana Movimiento Ciudadano), San Luis Potosí (aunque el PRD ganará la elección local), Aguascalientes y Baja California Sur. Están empatados, peleado en Baja California, Veracruz, Sinaloa y el Estado de México.
El PAN mantiene delantera en Guanajuato, Querétaro, Puebla, Durango y Yucatán (aunque el PRI puede ganar la gubernatura). Desde otra perspectiva, cuando se acumulan los porcentajes de los coaligados, empatan la Coalición Morena-PT y el Frente por México. Eso estará por verse, pues hasta ahora los encuestadores suman automáticamente los porcentajes que obtiene cada partido; en la realidad, eso no funcionara así, otras serán las mediciones.
Hay un tema preocupante que aparece en todas las encuestas: habrá una gran abstención. Hasta ahora solo el 40% acepta que sí irá a votar. La ciudadanía está cansada, abotagada, apática e incrédula de los políticos y los partidos. Bien ganado. La ciudadanía está cansada de la corrupción, de los que no cumplen, “candidatos de voto y olvido”, señaló Colosio y de la seguridad y violencia que aparece como queja principal en todas las encuestas.
Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana. Correo:amador_rodriguezlozano@yahoo.com