La elección especial del Senado del 12 de diciembre en Alabama fue muy peleada y vista de muy cerca alrededor de los Estados Unidos. La estrecha victoria del demócrata Doug Jones fue muy discutida esta semana. ¿Qué nos dijo esta carrera sobre el futuro de las políticas estadounidenses? Todavía no lo sabemos. Alabama no es un Estado común. Y Roy Moore, el candidato republicano, fue más débil de lo que sugería el papel.
Uno de los estados más conservadores de los Estados Unidos, Alabama tiene menos liberales que cualquier otro Estado y no ha elegido a un demócrata para el Senado estadounidense en una generación. La elección en Alabama siempre ha sido entre republicanos, el “primario”, porque la elección republicana de su candidato del Senado históricamente ha sido la única carrera competitiva, el ganador principal consigue la victoria del puesto en el Senado. En estas primarias, el extremadamente conservador Roy Moore le ganó al (menos) muy conservador Luther Strange. Después le tocaba a Roy Moore ganarle al demócrata, algo que ha ocurrido en todas las carreras para el Senado en Alabama desde 1992.
El Juez Moore aparenta ser un hombre excepcionalmente conservador. Un oficial militar que se convirtió en abogado. Luego él fue expulsado de la Corte Suprema de Alabama por ilegalmente mezclar su fe cristiana con un puesto federal. Moore es popular con los conservadores religiosos, un grupo muy fuerte en Alabama. Él cree que los musulmanes no deberían tener el derecho de servir en el Congreso de los Estados Unidos porque no son cristianos, ha argumentado que Estados Unidos estaba mejor cuando la esclavitud era legal y ataca a los derechos iguales para todos. Él considera que los musulmanes están tratando de implementar la ley Sharia en algunas partes de EE.UU., sin duda un reclamo que no tiene ninguna evidencia. El punto de vista de Moore es popular entre la población conservadora de Alabama y su victoria parecía segura.
Su oponente fue un abogado democrático llamado Doug Jones, quien había peleado contra el Ku Klux Klan a los inicios de su carrera -y de hecho, Jones llevó el voto negro en Alabama por 96 por ciento, el 12 de diciembre. Pero Moore tenía la victoria asegurada hasta finales de noviembre, cuando cinco mujeres se acercaron para decirle al The Washington Post que fueron acosadas por Moore cuando eran jóvenes hace años. La más joven de éstas tenía 14 años cuando Moore intentó tener relaciones sexuales con ella. Moore las trató de “mentirosas”. Desde Washington, el Partido Republicano intentó distanciarse de Moore, que para algunos republicanos era considerado una vergüenza. El señor Trump, por otra parte, primero hizo su campaña en contra de Moore en los primarios del partido Republicano y luego lo respaldó en la carrera del 12 de diciembre.
El 13 de diciembre, los estadounidenses se despertaron con la noticia que Moore había perdido en una sorpresa política inesperada. Ésta fue una elección especial y no fue por un puesto de un término entero dentro de un cargo, entonces el demócrata Jones solo servirá́ en Alabama por los siguientes dos años. El voto de Jones tampoco contará para la actual discusión que está ocurriendo en el Senado sobre la reforma tributaria, esto se debe al hecho que empezará a laborar en enero. Sin embargo, la victoria de Jones debilita el poder del partido Republicano en Washington y está siendo recibida con jubilación por demócratas alrededor del país. Esta felicidad es probablemente exagerada. No fue un referéndum sobre el señor Trump, pero la estrecha perdida de un terrible candidato para el Senado -y aun así́, Moore llevó a los votantes blancos sin educación por 55% de los votos, y un impresionante 80% de los votantes que apoyan a Trump.
Aun así́, la pérdida de Moore fue una victoria para la decencia y quizá un signo que, cuando partidos dejen que candidatos horribles se postulen a puestos de gobierno, los votantes rechazan estos candidatos. Con Trump todavía en el poder, es muy poca consolación para la mayoría de los estadounidenses que buscan cambio. En Alabama, la decencia (apenas) dominó”.
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.