Los aires de renovación que el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, atribuyó al PRI con el cambio de estatutos efectuado el 12 de agosto, no pasaron de ahí. Con todo y que se abrió la posibilidad de que militantes y simpatizantes participaran por igual en elecciones internas de candidato presidencial, para lo cual solo se registró el ex secretario de Hacienda; con el apoyo de miles de priistas terminó por proyectarse como un destapado más en la historia del Revolucionario Institucional
Los elogios que el canciller Videgaray hizo de José Antonio Meade Kuribreña a propósito de su desempeño en la Administración Pública Federal, actuaron a manera de presagio para aplanar el camino por el que habría de pasar el ex secretario de Hacienda, una vez que se registrara como precandidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de la República.
El 27 de noviembre, a cinco días de haber sido ensalzado como presidenciable por el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Meade Kuribreña renunció a su cargo como secretario de Hacienda y Crédito Público para volcarse de inmediato a afinar detalles de cara a lo que sería la inscripción de su precandidatura.
En su discurso de despedida como miembro del gabinete gubernamental, confirmó su pretensión de contender por la presidencia del país: “Voy a solicitar mi registro como precandidato”, dijo.
Tras lo cual se reuniría con miembros de las organizaciones de envergadura priista CTM, CNC y CNOP, lo mismo que con el sector juvenil y femenil del tricolor. En el mismo tenor, el 1 de diciembre publicó en su cuenta de Twitter que se encontraba trabajando en “uno de los discursos más importantes de esta nueva etapa que comienza”.
Todo ello como antesala al pregonado registro, el cual se llevó a cabo el domingo 3 por la tarde, en la sede nacional del PRI, donde alrededor de 10 mil personas abrazaron al ex secretario de Estado en sus aspiraciones. Multitud que en buena parte arribó en “decenas de autobuses o microbuses”, según se dio a conocer.
Entre los asistentes al cónclave partidista figuró el propio Luis Videgaray, además de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, y José Narro Robles, de Salud, a quienes se les veía como priistas presidenciables, pero cuyos perfiles empezaron a desdibujarse una vez que el PRI eliminó los candados para candidatos externos, en el marco de su XXII Asamblea Nacional Ordinaria, celebrada el 12 de agosto.
En ese contexto, José Antonio Meade, quien no milita en ese instituto político, comenzó a sobresalir como la figura que asumiría la candidatura, con todo y que algunos miembros del partido, como la ex presidenciable Ivonne Ortega, lo negaran, en tanto que columnistas nacionales y medios internacionales lo sugirieran.
La modificación a los estatutos partidistas fue ponderada por el Presidente de la República y primer priista del país, Enrique Peña Nieto, como un procedimiento que fortalecía al partido y lo consolidaba como “la mejor plataforma” para que militantes y simpatizantes pudieran servir a México. “Veo un partido fortalecido y unido que reconoce su pluralidad y su diversidad interna”, dijo el líder mexicano.
Los cambios a destacar del priismo, o su fortalecimiento, por lo visto hasta ahí llegaron, toda vez que durante la fase de registro de pre-candidaturas, de cara a los comicios de 2018 y abierta a partir del 23 de noviembre, no prevaleció ni lo plural, ni lo diverso. Simplemente imperaron las aspiraciones de un solo pretenso, de quien se dice es “cercano” del primer mandatario.
Los militantes que quisieran registrarse tenían conseguir el respaldo de los sectores y organizaciones partidistas con los que Meade Kuribreña se reunió, y solicitar su registro el 3 de diciembre, ante la Comisión Nacional de Procesos Internos.
Requisitos por los que ningún militante apostó conforme a la documentación emitida por el PRI a partir de la emisión de la convocatoria en cuestión. Entre tales documentos, solo figura el nombre del aspirante apartidista en la solicitud que presentó para participar en el proceso interno y a su dictamen de registro, únicas condiciones con las que, en su calidad de simpatizante, debía cumplir.
De modo que los halagos que Videgaray se permitió hacer de Meade en la Reunión Anual con el Cuerpo Diplomático Acreditado en México, terminaron siendo lo que él y el propio Presidente de la República negaron, el dedazo característico del PRI, que fue recurrente en la etapa previa al asentamiento de la alternancia en el sistema político mexicano.
Otros miembros del gabinete que se consideraban presidenciables al lado del economista capitalino, días antes de que éste se registrara como precandidato, le manifestaron su apoyo vía redes sociales.
Tal es el caso de Osorio Chong y Narro Robles, así como del secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero y del titular de la SEP, Aurelio Nuño Mayer, quien todavía el 5 de diciembre se paseó con el aspirante formal en un automóvil por cuyo parabrisas se alcanzaba a apreciar el Monumento a la Revolución, de acuerdo a una fotografía publicada en Twitter.
Por su parte, el ex gobernador del Estado de México y líder partidista en la CDMX, Eruviel Ávila Villegas, escribió que determinó no registrarse “en el proceso interno del PRI”, a efecto de “respaldar” al ex secretario de Estado.
Luego de que Meade se separara de su cargo como funcionario y fuera relevado por José Antonio González Anaya, vendrían otros cambios en el aparato gubernamental. Nuño Mayer renunció a la Secretaría de Educación Pública el 6 de diciembre, en aras ser coordinador de campaña del ex titular de la SHCP.
Ese mismo día estaba por consumarse la renuncia de Mikel Arriola como director del IMSS, a efecto de buscar la candidatura a la jefatura de la CDMX. Arriola Peñalosa también se pronunció a favor de Meade Kuribreña en su carácter de precandidato.
Con el respaldo de las voces críticas
El simpatizante del PRI contó con un apoyo mayoritario, incluso de la ex gobernadora de Yucatán y ex aspirante presidencial, Ivonne Ortega Pacheco, y del ex presidente partidista, César Augusto Santiago, quienes en su momento se pronunciaron a favor del formato de selección abierta de candidatos (o en términos prácticos, contra las designaciones cupulares).
Ambos militantes finalmente atestiguaron la formalización de las aspiraciones de Meade en la sede nacional del partido tricolor. De ese tamaño fue el cierre de filas con el hoy precandidato único.