Primero dijeron que serían 200 gendarmes, después la cifra se rectificó a 90. Finalmente 38 agentes arribaron, y al momento de irse, apenas 30 quedaban en una zona donde se han cometido 75 ejecuciones de las 160 que a la fecha suman en todo el municipio de Ensenada
Más tardaron en llegar que en irse de nuevo los elementos de la División de la Gendarmería en el Valle de San Quintín, quienes habían sido comisionados en la zona rural del municipio de Ensenada para abatir los altos índices de violencia suscitados en lo que va del año.
Estarían por seis meses y solo completaron dos, primero dijeron que serían 200 gendarmes, después se aclaró que la cantidad era para todo Baja California y que en la zona estarían destacados 90. Finalmente fueron 38 agentes, y al momento de irse, apenas 30. Como llegaron se fueron, es decir, con los homicidios de alto impacto al tope, y sin dar cuentas de la labor que emprendieron.
Un hecho delictivo en torno a la Gendarmería los puso en evidencia y no precisamente por su “imponente” presencia. La mañana del 15 de agosto, un solitario maleante llegó a la recepción del Hotel Villa de San Quintín -sobre la Carretera Transpenínsular, uno de los más socorridos por funcionarios y turistas, y a un costado del Centro de Gobierno del Estado- y amagó con un cuchillo al empleado para despojarlo de 120 dólares y 2 mil pesos. El tipo cometió el asalto y tranquilamente se fue.
En el Villa de San Quintín se encontraban hospedados la treintena de agentes de la Gendarmería, tenían tres o cuatro días de haber llegado al poblado. Se supone que como centinelas, dos gendarmes se apostaban afuera del hotel, y otros cuatro se distribuían en recepción y escaleras, pero eran las cinco de la mañana y seguramente estaban dormidos.
En Ensenada, en lo que van del año suman alrededor de 160 homicidios, por lo menos 75 han sido cometidos en el Valle de San Quintín. El promedio por mes es de 15 ejecutados, el triple que en 2016, cuando eran cinco por mes.
El 29 de marzo de 2017, un acto rimbombante encabezado por el presidente municipal Marco Novelo y su gabinete, evento calificado como histórico y titulado “Encuentro entre Sociedad y Gobierno”, fue la ocasión para que la autoridad municipal manifestara ante diferentes delegados federales y secretarios de Estado las necesidades que existen en San Quintín y pedir ayuda para abatir el rezago en todos los rubros.
La petición de Novelo fue dirigida especialmente al subsecretario de Gobernación, René Juárez Cisneros, y el tema en calidad de urgente fue el de la violencia disparada en el sur del municipio y la necesidad de la presencia de fuerzas federales en la región. En ese primer trimestre ya sumaban más 40 asesinatos en Ensenada, la mayoría en la zona rural. Porras, banda y batucada enmarcaron el evento “cumbre”, pero a manera de enmarcar trágicamente la petición, ese día dos comandantes de la Policía Municipal fueron ejecutados en la delegación El Rosario. Tres meses después, en julio, serían ejecutados otros dos agentes municipales en la comandancia de Policía en Camalú. La Federación continuaba sin dar auxilio a las autoridades locales.
Nadie supo…
El jueves 19 de octubre, la comunidad ensenadense se conmocionó como no había sucedido desde septiembre de 1998, cuando ocurrió la masacre de toda una familia en El Sauzal. En esta ocasión aparecieron ocho personas ejecutadas y arrojados sus cadáveres desnudos en distintos puntos de la ciudad. Coincidentemente, dos días antes la Gendarmería se había retirado del sur del municipio sin dar una explicación.
“Por supuesto que no nos avisaron. Si no nos avisaron cuándo iban a llegar y qué iban a hacer, pues tampoco nos dijeron cuándo se iban a ir”, resume Jorge Nava Jiménez, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en Ensenada.
La Gendarmería llegó al Valle de San Quintín el 11 de agosto “para fortalecer la acción operativa de las corporaciones policiales y Fuerzas Armadas, y trabajar de la mano con las corporaciones locales”, se dijo oficialmente.
El suboficial Daniel Martín Corona Soto, encargado del grupo de Gendarmería en San Quintín, explicó ante los mandos de las otras corporaciones que se enfocarían en la proximidad con la comunidad, la prevención, recuperación de espacios públicos y el fortalecimiento de valores. Ya poco volvieron a saber del suboficial y sus muchachos. No obstante, presidente municipal y delegados del sur rural se mostraron sumamente entusiastas y agradecidos con el Presidente Enrique Peña Nieto “por su rápida respuesta”.
“Nunca logramos hacer contacto con los altos mandos de la Gendarmería, y nunca pudimos conocer el plan que iban a implementar para disminuir los índices delictivos de alto impacto”, insiste el dirigente de Coparmex.
Nava aclara que ciertamente el empresariado no pedía a la Gendarmería que les revelara información obviamente delicada, pero sí una explicación sobre sus actividades para tener certidumbre de que actuarían contra la delincuencia. “La tónica de ignorarlos que se mantuvo hasta ahora que se entera, por medio de la prensa, que el grupo federal se retira.
A mediados de agosto, cuando la Gendarmería llegó, sumaban en todo el municipio 118 homicidios, al momento de retirarse ya iban más de 150, aproximadamente la mitad de ellos ocurridos en el Valle de San Quintín. No se vio ninguna estrategia, no vimos una acción que generara cuando menos temor en los delincuentes para que disminuyeran sus actividades”, argumenta el representante empresarial.
La desinformación es generalizada, no hay líder empresarial u otros grupos civiles que hayan sido avisado del retiro de los gendarmes, como corrobora Rafael Chávez Castañeda, presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en este puerto: “Lo sí sabes es que después que se van tenemos ocho homicidios. Es cierto, los muertos fueron aquí en la ciudad y no en San Quintín, pero resulta que es el municipio de Ensenada. Entonces, o es coincidencia, o mala decisión de las autoridades”.
Tan faltos de información están los actores en la ciudad, como los residentes de la zona rural, la “zona cero”: “Al parecer sí se retiraron… no tengo conocimiento, pero según miré en los medios, parece que sí”, responde Martiniano Hernández, presidente del Comité Pro Municipalización de San Quintín.
De lo que sí está seguro Hernández, es que los asesinatos no disminuyeron, y menos los robos y demás delitos comunes. Considera positiva la presencia de la Gendarmería, pero no el sigilo y la indiferencia con que se dirigen.
“No sabemos si hicieron un trabajo de investigación o nada más hacían presencia. A la población no se nos informó cuál era exactamente el papel que iban a desempeñar, no presentaron un plan de trabajo, una estrategia. Lo más lamentable es que solamente hagan presencia como para decir ‘aquí estamos’ y finalmente se retiran sin dar una explicación”.
Sobre el chusco episodio del asalto que sufrió el hotel donde se hospedaban los gendarmes, el comerciante resume: “No me consta si en realidad fue así, pero sería muy lamentable, eso demuestra una falta de respeto total a cualquier autoridad, con consecuencias graves para la sociedad. Si no hay respeto a la autoridad, mucho menos para la sociedad”.
Pura faramalla
“Estuvieron muy tranquilos, a veces los miraba hasta con las llantas ponchadas, los carros descompuestos o arriba de una grúa, haciendo como que trabajaban, parando familias…”, es lo más destacable de la Gendarmería que recuerda Alfredo Aviña, presidente de la Canaco en San Quintín.
Aviña tiene una visión diferente a la de sus similares en Ensenada, manifiesta abiertamente su desconfianza para la Gendarmería, pues considera que las corporaciones policíacas son cómplices de los delincuentes.
“Aquí todos sabemos dónde viven los que se dedican a la delincuencia organizada, no son los grandes capos del narcotráfico, son narcomenudistas, pero no los tocan”, refiere y tiene muy presente cómo hace ocho años vio que policías estatales y federales se enfrentaron porque estos últimos pretendían rescatar a un maladro detenido por los “pepos”.
Narra cómo llegó a ver a los de la Gendarmería nada más haciendo faramalla, deteniendo carros con familias en las calles más transitadas y durante los fines de semana para llamar la atención. Pero de efectividad, nada.
Aviña es propietario del mercado más grande del Valle de San Quintín, y afirma ha sido víctima de robo e intento de extorsión de las mismas corporaciones policíacas locales, e incluso amenazas. Recuerda que hasta elementos de la Procuraduría General de la República intentaron en alguna ocasión cobrar piso a comerciantes, “pero líderes les echaron unos ‘periodicazos’ y se calmaron”. Y en el caso de la Policía Federal, platica que un comandante un día les dijo “no se preocupen, los delincuentes se andan matando entre ellos”: “Sí, pero se llevan a gente inocente que va pasando, ese es el temor”.
La Gendarmería vino a apoyar con operativos tendientes a persuadir con su presencia la disminución del delito, explica Faisal Díaz Nassif, presidente del Consejo de Seguridad Pública en Ensenada (CCSPE). En ese sentido, considera que la tarea de la Gendarmería dio como resultado el “efecto cucaracha”.
“Cuando se presentaban con operativos en una zona, el delito se elevaba en otras. Su presencia inhibe, desafortunadamente no se cuenta con la capacidad para tener tanta presencia para inhibir en todas las zonas”, resume.
Plantea que para los grupos criminales su actividad es un negocio, y en ese sentido se mueven conforme a la demanda y las condiciones para operar, el dilema más que en el combate está en la procuración de justicia: “Mientras sigamos teniendo el 99 por ciento de impunidad, vamos a seguir como estamos. Podrá estar la Gendarmería, el Ejército, dos mil policías, si el delincuente se da cuenta que no va a terminar en la cárcel, se ríen, saben que no les va a pasar nada”.
— Entonces, ¿sí apoyó la Gendarmería?
“Sí apoyó, en operativos que inhiben, no es suficiente en el sentido que los malandrines se van a otra zona donde no estén los policías”.
Igualmente asegura Díaz que sí hubo comunicación con el mando de la Gendarmería y que escuchaban necesidades y respondieron bien cuando se les solicitó rondines también en el Valle de Guadalupe u otras zonas, “sí inhiben, nomás que necesitamos que esto sea permanente, no una aspirina de un ratito”.
Descoordinación
La supuesta coordinación entre las diferentes corporaciones y niveles de gobierno, tampoco alcanza para la comunicación directa entre las autoridades locales. Por parte del Gobierno del Estado, Pablo Alejo López Núñez, representante del gobernador Francisco Vega de Lamadrid en Ensenada, declaró que el tema de la Gendarmería no le compete, pues ellos se coordinaban directamente con la autoridad municipal.
Por parte del gobierno municipal, lo único que saben es que los elementos de la Gendarmería se fueron. Al parecer porque fueron comisionados para atender otras entidades del país.
Pero la coordinación entre la corporación federal y el presidente municipal Novelo es excelente, asegura Jorge Iñiguez Díaz, recién nombrado director de Seguridad Pública Municipal.
De los motivos del retiro, refiere “son situaciones de operatividad que ellos manejan y no te podría decir”. E insiste: “Hay una excelente coordinación, y los resultados igual, se van dando conforme van pasando los días, las semanas”.
— ¿Cómo pueden hablar de una excelente coordinación, si ni siquiera conocen los resultados?, le preguntan al jefe de la Policía.
“Hemos visto ese respaldo (de los ocho ejecutados en un día) son hechos aislados, no es común que nos tiren cuerpos. Además, los delitos de alto impacto es competencia federal, y somos respaldados por ellos para atender cualquier reporte en ese aspecto”.
Hecho aislado, pero el alcalde Marco Novelo reconoció como alarmante el caso de las ocho personas ejecutadas y arrojadas en las calles de Ensenada, por lo que volverá a buscar al subsecretario de Gobernación para pedirle que regrese la Gendarmería… y lleguen para quedarse.