Política Breve y de Emergencia
—¿Por qué quieres ser candidato? ¿Para qué te metes en tantos problemas? ¿Ya viste que no hay dinero en el partido para la campaña? ¿Sí sabes que el gobierno está quebrado? A lo mejor ni siquiera te la dan. Bueno pues, ¿para qué quieres ser alcalde?
—La verdad, me gustaría tener ese poder; quiero ayudar a los demás y arreglar algunos de los problemas de la ciudad. De paso veo si pongo en su lugar a algunos que siempre se pasaron de la raya y con tu cuadro en la sala de presidentes, esa ya no te la quita nadie.
Las muy variadas y válidas razones que lleven a un ciudadano a la aventura de convertirse en la primera autoridad de gobierno en su comunidad, debiera siempre ser de admirarse. Trabajar 24 horas, todos los días de cada año que dure la responsabilidad, no es cosa menor, mínimamente con el peso de la responsabilidad es suficiente para no tener tranquilidad plena; porque también están los compromisos sociales, económicos y familiares, todos ellos de seguro, en segundo plano.
La mayoría de las administraciones de los principales municipios del país tienen complejos y delicados problemas financieros, casi todos están endeudados económicamente por más años de los que quisieran recordar y las presiones de pagos pasan cada nómina catorcenal, muy cercanamente al linchamiento político y “físico”. Atender los servicios públicos es igualmente un acto de audacia y de magia, por las peripecias que se hacen para lograrlo y porque todo sucede de milagro.
Ser Presidente Municipal es ser lo más cercano a un pararrayos humano, los residentes de una comunidad siempre recuerdan y exigen sus derechos, pero del renglón de las obligaciones, la enseñanza pasó de noche. El gobierno federal y estatal, que son las siguientes instancias, uno siempre está muy lejos y el otro puede tener tanto poder de coerción e intimidación, además con inmediatez, que no queda de otra más que atender al ciudadano en todas sus demandas sin importar ámbitos de competencia.
“No sé quién me la hizo, pero el alcalde la paga”, y además es cierto. La ciudad está llena de baches; no hay alumbrado público suficiente; recogen la basura muy de vez en cuando, cuando antes pasaban cada semana; los mercados son un desorden y una porqueriza; cuáles jardines sí parecen arbustos en desastre de guerra; lo bueno que a los panteones no vamos muy seguido, pero ve como están; mi colonia no tiene pavimento; urge el drenaje, ya se llenaron las cosas. Y desde luego, en todos lados están robando.
Y es que ese detalle de la inseguridad verdaderamente está ocasionando desgracias, la venta de drogas hasta en escuelas primarias está imparable, los drogadictos asaltan y roban a cualquiera y a la hora que sea porque necesitan su dosis; ya no podemos salir, apenas se hace de noche y se oyen las balaceras, hay muchos muertos, no me ha tocado, pero los veo en las noticias. Tenemos miedo.
Pasan los días y en los territorios municipales los problemas se van multiplicando exponencialmente, lo que no se resuelve hoy, ahí estará mañana esperando y convertido a nivel de crisis, porque pasado un tiempo, el rezago histórico ya solo corresponde al presente; la demanda ciudadana se incrementa hasta desbordarse en el único e irresponsable límite de, “al cabo que ya se va, a ver cómo nos va con el que sigue”.
No todos son idénticos (los municipios), pero sí “muy iguales”; el diseño institucional y político post democrático del gobierno de las ciudades mexicanas, resultó ser un ensayo fallido. Poder político, mal manejo económico, abuso de facultades, prepotencia, irresponsabilidad y corrupción; como si fuesen la respuesta humana inevitable, producto de la incapacidad, el desaliento, la saturación y el fracaso de un ciudadano que, al principio, tenía buenas intenciones.
Ahora que gracias al diseño fallido, en nuestro país es época de “informes municipales”, antes que palabras en discurso y documentos que pocos leen, valdría más un masivo acto de contrición para saber, ¿por qué los pusimos? Sobre todo, los que detentan el poder municipal, ¿por qué querían ser alcalde? Si de antemano sabían que era muy difícil gobernar. ¡Y hasta cola hicieron!
Que la historia lo registre.- A principios de los 90’s, en los gobiernos municipales de BC se querían subir los sueldos o las dietas (según el caso). Severas y serias discusiones, justificaciones técnicas e injustificaciones políticas se hicieron sonar. Ahora, después de 13 años se siguen bajando el sueldo las autoridades y así les alcanza.
Botón rojo.- ¿Por qué a nadie le importan ya los informes de gobierno? Ni a los gobernantes.
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com