La primera fue en la infancia,
cerca de la adolescencia,
con timidez y prestancia
casi perdí la inocencia.
Pasó todo como un sueño,
amor de dulce quimera.
Tres estaciones sin dueño
y una sí, la primavera.
De ese cariño anhelado
que viví tan tiernamente,
solo el recuerdo ha quedado,
pero lo llevo presente.
Llegó un segundo ideal
que a mi vida se asomó,
éste fue algo sin igual,
nunca de mí se apartó.
Resulta que cierta noche,
de esas que marca el destino,
sin premura, sin reproche,
la encontré en mi camino.
Nos entendimos bastante,
cual si hubiésemos vivido
nuestra vida en un instante,
sin habernos conocido.
Así las horas pasaron,
al tiempo doy la razón,
gratos momentos quedaron,
hiriendo mi corazón.
Más hubo tercera vez,
ésta fue definitiva,
arrogancia y altivez
con cordura que motiva.
De la primera experiencia
aprendí a amar y a olvidar;
de la segunda, paciencia,
entender, oír y hablar.
Hoy que estoy enamorado,
no deseo ningún revés.
Soy feliz, ¡qué afortunado!
Tercera y última vez.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva
Tijuana, B. C.