México ha sido herido una vez más
por la naturaleza
el 19 de septiembre de 2017
a la una de la tarde;
dos horas después
que se recordaba el sismo
de la misma fecha, pero de 1985
ocurrido a las siete de la mañana.
Tiembla la tierra
y al sacudirse con gran furia
caen edificios con gente dentro,
y las emociones se aceleran
como “una montaña rusa”.
Alejarse es la primera reacción
para salvar la vida,
mas pronto cambian de idea
y se acercan para ayudar
a los que han quedado atrapados,
porque en momentos de emergencia
los mexicanos se dan la mano
“como si fueran uno
pues son generosos y solidarios”.
Es un momento desesperante y muy triste
para los afectados por el sismo
al no saber si han muerto sus familiares
o si están vivos bajo los escombros.
Sufren los que están adentro
y los que están afuera,
pues quieren rescatar a los afectados
aún arriesgando la propia vida.
Podrán caer las paredes mil veces,
pero México sigue de pie
con la frente en alto
y la mirada hacia el horizonte.
Hay lágrimas en el corazón
por los que han perdido la vida,
pero la fe no se pierde
y unidos ruegan al cielo
que se salven los atrapados
y aparezcan los desaparecidos.
Ha temblado en México una vez más
y el temblor sacudió el alma de todos,
han muerto niños y adultos
y llora la tierra mexicana
por la sangre derramada.
Y por cada vida que se extingue
brota una rosa blanca
impregnada con gotas de rocío.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California
Septiembre 19, 2017