La gran preocupación mundial no es Al-Qaeda ni los cárteles, ni la corrupción de ciertos países, ni las guerrillas de El Salvador, menos los corruptos políticos mexicanos, nada de eso, es EE.UU., y Corea del Norte. Con una guerra nuclear, esta mano ya no escribiría más.
El holocausto, sombra amenazante que día a día crece y con ella la gran preocupación mundial.
El hambre y la sed de poder ha llegado a este extremo, el fin de la vida sobre éste planeta que nos prestó Dios y nos puso aquí para cuidarlo, conservarlo y heredarlo a nuestros hijos. Ya leí en el ZETA lo que es y sería una detonación destructiva y masiva de una ojiva nuclear; es terrorífico, escalofriante, espeluznante y mortal sus efectos. Todos se verían afectados por la ambición y control mundial de sus habitantes. Tan solo dos mentes con el dedo índice casi al borde de tocar el botón rojo, EE. UU., y Corea del Norte. Nadie queremos morir y dejar de vivir la vida, pues ésta es genial y no se vale pretender terminarla en 20 minutos. Así es mi preocupación, y la comparto a quien lea este texto o columna en el ZETA.
La vida en el limbo, en un hilo, contra la espada y la pared, en el centro, en la mira, para exterminar en menos de una hora; duramos nueve meses en el vientre materno y pretender que en 60 minutos todo esto no exista.
Así con la cruda verdad de este 2017. El mundo vive angustiado. Esperemos un desenlace pacífico para y por el bien de la humanidad y el pleno desarrollo y total descubrimiento de la capacidad del ser humano. No autodestruirse si no estamos esperando la perfección de la humanidad para ser mejores, desde el Polo Sur al Norte, por los cuatro hemisferios y puntos cardinales. Hay tiempo para perfeccionarnos más en esta vida que nos falta desarrollo. Con esta amenaza no podremos sobresalir, aún menos sobre los marcianos.
Espero paz en el mundo. Mediten los protagonistas de esta amenaza diaria.
La gran preocupación de un tijuanense.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez
Tijuana, B.C.
