Hace aproximadamente 10 meses, en este mismo espacio, escribí sobre la relación de los medios de comunicación y el poder. Hoy retomaré el tema a raíz de los últimos sucesos ocurridos en Mexicali, donde un presentador de noticias del Canal 66, Heriberto Norzagaray, conocido como el “Sopas”, fue despedido de su programa de televisión.
No ahondaré en los detalles de la conversación entre el “Sopas” y el director de Comunicación del Gobierno del Estado, Raúl Reynoso Nuño, porque es un hecho ampliamente conocido, más bien profundizaré del fondo de lo conversado.
Es evidente que el presentador de notas estaba utilizando su espacio para delinquir; la extorsión es un delito grave y en este caso, la fragancia es más que evidente. Solicitar dinero a cambio de protección a un gobierno es faltar al compromiso que se tiene con la ciudadanía. Además, hacerlo a espaldas de sus superiores denota traición; pedir dinero en efectivo complementa el cuadro de horror.
La reacción del director de Canal 66, Luis Arnoldo Cabada, fue la adecuada, dar de baja al presentador de notas. De otra manera, la sospecha hubiera caído en sus hombros. Ahora Luis Arnoldo tiene la gran oportunidad de colocar en ese espacio a alguien que recupere la credibilidad del noticiero. No por eliminar al “Sopas”, el Canal 66 debe renunciar a seguir denunciando públicamente a todo aquel funcionario de cualquier orden de gobierno que no cumpla con su obligación.
Debe quedar claro: lo que hizo Heriberto Norzagaray es un delito y en estos momentos no hay peor castigo para él que ser señalado públicamente, lo anterior no significa necesariamente que el Gobierno del Estado esté haciendo bien las cosas, seguramente ciertas críticas de los medios están bien sustentadas. Las encuestas marcan que los ciudadanos descalifican en general la acción del gobernador de Francisco “Kiko” Vega.
Lo que también llama la atención es la forma en que el director de Comunicación dio a conocer este penoso incidente. Fue a través de la grabación de una conversación de carácter privada y difundida en las redes sociales. Si bien, quiero pensar que a Raúl Reynoso no le quedó otra opción, también creo que pone en riesgo un valor muy importante, la confianza. Es probable que los medios de comunicación ahora tengan temor de ser grabados, máxime si se tienen diferencias de orden editorial o económico con el Gobierno. También se arriesgaron a que cualquier persona pueda grabar a un funcionario, empezando por el mismo gobernador, y dar a conocer una conversación privada, en pocas palabras: “el que se lleva, se aguanta”.
Afín de cuentas y donde debiera estar el centro del debate es en buscar las alternativas que nos lleven a recuperar una sana relación entre los medios y el poder. Ambos entes, en todo el país, han contribuido a enturbiar las buenas prácticas. La información positiva a cambio de dinero no debe ser el único puente para estrechar vínculos.
El debate y la confrontación de ideas, cada vez es menor. La estrategia gubernamental en muchos casos se limita a pagar un comunicado y foto (es tan evidente que ya ni siquiera envían diferentes fotos de un mismo evento, es la misma imagen para todos los medios).
Los partidos políticos, gobiernos y medios de comunicación han sido participes de esta decadencia en su relación, lo más delicado es que parecen no darse cuenta que esto afecta a todos. De ahí que la gente cada día esté más cansada de sus políticos, gobernantes y en algunos casos, hasta de los mismos medios.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro