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lunes, febrero 19, 2024
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Volverás a ser feliz: Ana Frank

Más de un año escondida con su familia y amigos. Transcurrió su adolescencia entre paredes y techos, mirando por las ventanas, nada más. Con salud, tiempo, demasiado tiempo, escuchando los bombardeos entre alemanes y aliados, durante la Segunda Guerra Mundial. Leyó y pensó mucho, como san Ignacio en su encierro voluntario, en la Cueva del Río Cardener, Manresa.

Anna Frank lo hizo en la cueva de Ámsterdam, Holanda, en un escondite y con muchos vaivenes espirituales también, con fe y madurez.


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Entre tantas experiencias vitales, espirituales, religiosas y humanas. El Diario de Ana Frank expresa la evolución humana de una joven que tiene la virtud de escribir casi a diario sus experiencias, aunque fragmentadas, a su amiga Kitty. Un cuaderno donde se narran vivencias admirables de un alma que sufre el desarrollo de la adolescencia y que sabiéndose judía, reza a Dios y lamenta el sufrimiento de los holandeses, judíos y cristianos ante la crueldad del nazismo alemán.

Escribe Ana Frank, un miércoles 23 de febrero de 1944, inspirada casi como redactora del libro de la Sabiduría o los Proverbios: “Para todo el que tiene miedo, está solo o se siente desdichado, el mejor remedio es salir al aire libre, a algún sitio donde poder estar totalmente solo, solo con el cielo, con la Naturaleza y con Dios.

“Porque solo entonces, solo así se siente que todo es como debe ser y que Dios quiere que los hombres sean felices en la humilde, pero hermosa naturaleza.


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“Mientras todo esto exista, y creo que existirá siempre, sé que toda pena tiene consuelo, en cualquier circunstancia que sea. Y estoy convencida de que la naturaleza es capaz de paliar muchas cosas, pese a todo el horror.

“¡Ay!, quizá ya no falte tanto para poder compartir este sentimiento de felicidad avasallante con alguien que se tome las cosas de la misma manera que yo.

“Esta mañana, cuando estaba asomada a la ventana mirando hacia afuera, mirando en realidad fija y profundamente a Dios y a la Naturaleza, me sentí dichosa, únicamente dichosa. Y, (Peter), mientras uno siga teniendo esa dicha interior, esa dicha por la Naturaleza, por la salud y por tantas otras cosas, mientras uno lleve eso dentro, siempre volverá a ser feliz.

“La riqueza, la fama, todo se puede perder, pero la dicha en el corazón a lo sumo puede velarse y siempre, mientras vivas, volverá a hacerte feliz.

“Inténtalo tú también, alguna vez que te sientas solo y desdichado o triste y estés en la buhardilla, cuando haga un tiempo tan hermoso. No mires las casas y los tejados, sino al cielo. Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz” (Ana Frank, Diario).

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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