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martes, octubre 1, 2024
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Tijuana, el exitoso fracaso

En aquellos años de violencia desatada en Tijuana, entre 2007 y 2010, además de la pugna interna del Cártel Arellano Félix, hubo muertos apilados, cadáveres colgados de puentes, cuerpos incinerados y asesinatos de policías. La ciudadanía debió ser testigo de enfrentamientos entre los representantes de las distintas corporaciones de seguridad en los tres órdenes de gobierno.

No se respetaban, no confiaban entre sí, y menos aún trabajaban coordinados. Y aun sin respeto ni confianza, en enero de 2007 se anunció la implementación del “Operativo Tijuana”, con supuesto apoyo de “cientos de elementos” de las fuerzas federales. Fue entonces cuando empezaron los discursos del supuesto trabajo coordinado entre las instancias policiacas, ministeriales, militares y de la Marina, combatiendo la inseguridad y los cárteles que la generan.

Con el entonces Comandante de la II Región Militar, General Sergio Aponte Polito, la milicia estableció un contacto directo y desarrolló confianza con la ciudadanía, entonces iniciaron los intentos de coordinación institucional que seguían derivando en pleitos entre mandos en las calles de Tijuana. Incluso tras el ascenso del General Alfonso Duarte como Comandante de la Región y cabeza del Grupo Coordinación.

En 2008 se dieron los anuncios más relevantes de resultados, personas secuestradas eran rescatadas, y después policías presuntamente coludidos con narcotraficantes fueron detenidos, 19 en un operativo, 22 en otros y 62 en un tercero; efectivamente se llevaron un buen número de agentes corruptos, pero en la cargada arrastraron a oficiales que no estaban involucrados, a través de procesos judiciales defectuosos, con los que a la postre, buenos y malos saldrían libres.

En el mismo período (2008-2010) y en un contexto de corrupción, algunos policías y mandos pusieron en riesgo sus vidas y lograron, así lo informaron, capturas de cabecillas del narcotráfico, por lo que sufrieron represalias, por ejemplo, los más de tres atentados fallidos para asesinar el Teniente Coronel Julián Leyzaola cuando era secretario de Seguridad Publica de Tijuana.

De repente, Tijuana ya era “ejemplo” de combate al crimen y, en 2011, se anunció con bombo y platillo que la violencia había disminuido un 70 por ciento con relación al año anterior, y en 2012 seguía a la baja.

En 2011, en sus redes sociales, e1 vocero de seguridad del Gobierno Federal, Alejandro Poiré, escribió: “Tijuana es un buen ejemplo, pues la incidencia delictiva y los homicidios en contexto de presunta rivalidad delincuencial han disminuido considerablemente”.

El 23 de marzo de 2013, como subsecretario de Previsión y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, Rodolfo Campa Cifrián expuso: “Nosotros documentamos el trabajo de Baja California, en particular en Tijuana, que ahora es un modelo de seguridad, recogimos esas experiencias exitosas y me parece que el ánimo que se vive en la ciudad es el resultado del trabajo que se hace en la procuración de justicia, en las penitenciarías, tareas de prevención del delito y con la sociedad”.

Hoy la situación que empezó a mejorar en 2011 y 2012, se fue a al cesto de la basura. Y lo que se hizo entre 2008 y 2010, parece que no hubiera ocurrido.

Como se anticipó, los policías, incluidos los corruptos, los que sí tenían y tienen relaciones con el crimen organizado, fueron liberados, incluso indemnizados. Además, los hombres detenidos y acusados como líderes de los cárteles de droga y autores intelectuales de cientos de asesinatos, también están regresando a las calles, primero personajes como Manuel López Núñez “Don Balas”,  recientemente Javier Mendoza Uriarte ”El Chapito”, José Luis Mendoza Uriarte “El Güero Chompas” y todavía más conocidos, Filiberto Parra Ramos “La Perra” y  Raydel López Uriarte “El Muletas”

Mientras otros como Juan Sillas “El Sillas”, Luis Ramírez Vázquez “El Güero Camarón”  e Ignacio Zazueta y/o Rubén Ríos “El Pit, actualmente buscan el amparo de la justicia federal y los beneficios del Nuevo Sistema de Justicia Penal para regresar a las calles.

Tijuana retorna a un panorama poco alentador que se agrava, porque de tener un promedio de dos muertos diarios entre 2008 y 2010, ahora contabiliza un promedio de seis al día.

Además, de estar bajo la violencia de un solo cártel, el de los hermanos Arellano Félix (CAF), ahora la pugna de sangre que tiene a esta ciudad fronteriza como escenario, está siendo obligada a convivir con la narcoviolencia generada por tres cárteles: CAF,  Jalisco Nueva Generación (CJNG), Cártel de Sinaloa y sus múltiples células.

Todo en medio del caldo de cultivo de impunidad generada por autoridades que siguen sin respetarse, sin confiar y sin coordinarse, ante la ausencia de liderazgo del gobernador Francisco Vega de Lamadrid, que no termina de aceptar que la seguridad es su tema. Y de una Federación con funcionarios como el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, empeñados en evadir su responsabilidad en el combate a los grupos que  encabeza en el tráfico de droga en Tijuana. Mientras la sociedad sigue aguantando sin reclamar.

Autor(a)

Rosario Mosso Castro
Rosario Mosso Castro
Editora de Semanario ZETA.
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