Ayer pregunté a mi madre,
por qué todo niño tiene
un hombre que lo entretiene
y le llama, “ese es mi padre”.
Y me contestó llorando,
“No indagues en cosas que duelen,
y a mi corazón lo hieren,
nomás de estar recordando”.
Fue una ilusión pasajera,
cuando desperté al amor,
y se trasformó en traición
de aquel que me sedujera.
Es la causa de que no tienes
a quien llamarle “Es mi padre”.
Pero tienes mucha madre
con la que tú te entretienes.
Y aunque soy madre soltera,
los traigo más bien fajados
que muchos hombres castrados,
de lujo nomás les cuelga.
Alberto Torres Barragán
Tijuana, B.C.