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jueves, octubre 3, 2024
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El festejo de los cínicos

Desde la gran reforma de 1977, el país entró de lleno a una democracia de partidos. La gran reforma política impulsada por Reyes Heroles, determinó, desde hace 40 años, que los partidos fueran instrumento para hacer viable el ejercicio de la soberanía popular. Mi maestro, Jorge Carpizo, decía en sus cátedras que, sin analizar el sistema de partidos de cada país, si solo examináramos su Constitución, no sabríamos en verdad cómo funciona cada democracia en lo particular. La política se manifiesta a través y mediante los partidos políticos. Cada uno de ellos, como su nombre lo indica y sostiene Sartori, son partes de un todo. Escribí en 1996 que únicamente a través de ellos se podía dar unidad y viabilidad a la agenda ciudadana. Los partidos, sostuve, son un mal necesario.

En México son instituciones con vida permanente que contribuyen a la democracia y a la creación de la representación nacional. Por ello, desde finales del siglo pasado, reciben financiamiento público, porque su actividad es de interés público. Esto viene a colación por el festejo, sin razón, de la cúpula priista, el Presidente y dos miembros de su gabinete. A partir de la reciente reforma, no se requerirá ser militante de ese partido para ser candidato a la Presidencia de México. Esta decisión es un fracaso para el sistema de partidos. ¡Qué vergüenza! ¡Qué desdicha para la política y los políticos! Se culmina con una tendencia iniciada por el gran capital, a finales del siglo pasado, de considerar que solo los ciudadanos ajenos a los partidos son honestos.

El PRI debería regresar todo el dinero público que se le aporta para formar cuadros comprometidos con sus documentos básicos, sus políticas y reivindicaciones históricas, porque con esta reforma, Carlos Slim, Margarita Zavala, Miguel Mancera, Jorge Castañeda o Pedro Ferriz de Con, podrían ser candidatos.

Nombrar a un candidato sin militancia es el verdadero fracaso de las reformas políticas y de los miles de millones de pesos gastados para impulsar la cultura política. Pero parte del problema es el doble lenguaje del PRI: “nos abrimos a la sociedad”, dicen. ¡Qué mentira!, abrieron la posibilidad de que dos miembros del gabinete puedan ser candidatos. No pudieron construir una candidatura que se identificara con sus reclamos sociales. De qué les sirvió tener tantos gobernadores, legisladores locales y federales, otros miembros del Gabinete, como Miguel Ángel Osorio o José Narro. La verdadera misión de esta asamblea era quitar los candados para darle manga ancha al Presidente. Mientras la militancia joven, enardecida en las mesas ideológicas de esta asamblea, visión de futuro, principios y ética; presentaba con emoción cientos de propuestas para reducir la pobreza, elevar la calidad de la educación, combatir la corrupción, hacer más eficiente la acción policiaca, comprometerse con el pueblo para satisfacer sus grandes necesidades.

Un puñado de viejos capos, la mayoría con compromisos, Martel por ejemplo, quien hizo la propuesta de eliminar el candado, es empleado de Meade, o lo fue en Sedesol, cumplía con la orden: “abran espacio a Meade o a Nuño”. Toda la riqueza de las propuestas de la juventud del PRI, de su sangre nueva, su deseo de afiliarse a la socialdemocracia mundial, fueron ignoradas por allanarle el camino a dos personajes, que aun suponiendo sean excelentes, son ajenos a las luchas históricas del PRI. Este partido en un tiempo fue protagonista de la transformación de México. Es verdad que desde hace tiempo perdieron el rumbo, abandonaron sus reclamos históricos, propiciaron que el gran capital se hiciera de nuevo de nuestros recursos naturales, auspiciaron y se convirtieron en la corrupción misma. Pero en un tiempo fue revolucionario, por eso muchos, incluyendo López Obrador, Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, por decir algunos, militamos en él.

Hoy, estos capos se encargaron de darle sepultura ideológica convirtiendo a uno de los más grandes partidos del mundo, en una franquicia que se compra o se vende según los caprichos presidenciales. ¡No hay nada que festejar! Solo los cínicos lo celebran. El próximo candidato de este partido será un ciudadano sin partido, es decir, sin compromisos ideológicos. Para mí, esta reforma es violatoria del artículo 41 Constitucional, la cual ordena que los candidatos cumplan con los programas, principios e ideas que postulan. Veremos qué dice el INE. Si esta reforma procede, propongo que ya no haya partidos y que todos los candidatos sean independientes, así acabaremos con la simulación. La nación ya no debe seguir pagando fracasos políticos.

 

Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana. Correo:amador_rodriguezlozano@yahoo.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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