A más de dos años del último enfrentamiento de productores con miembros del crimen organizado, por un lado la industria millonaria continúa en aumento en Tancítaro, y por otro, la labor de deforestación para plantar aguacate es persistente e insostenible. Se cierne la amenaza del cambio climático, para lo cual no tienen defensa
Uruapan, Michoacán. El consumo desmedido de aguacate Hass en México y en el mundo es imparable, generando ganancias de hasta 2 mil 500 millones de dólares en exportaciones sólo a Estados Unidos. A la par de la demanda, crece el riesgo e inseguridad para productores y el daño ecológico para los campos michoacanos.
La mayor parte del producto que llega a Baja California no sólo es de precio alto, sino que se considera como el desperdicio en los campos michoacanos, por alta concentración de agua y poco aceite. El precio ahora no depende de la seguridad, sino del cambio climático que ha retrasado su maduración.
De Tancítaro para el mundo
Tancítaro, es la Capital mundial del aguacate, se encuentra en la zona occidental, a unos 120 kilómetros a lo alto del municipio de Uruapan, donde hay más de 450 mil hectáreas de fruta sembrada; fue la región mayormente amenazada por los cárteles de la droga de tierra caliente que sembraron el terror entre 2012 y 2015 con secuestros, homicidios y extorsiones. Ahí se concentra el 30 por ciento de la producción de la entidad.
Este fue un municipio que entró en guerra con los grupos delictivos y si bien lograron expulsar a Los Caballeros Templarios y Nueva Generación, también sacaron de la región a las fuerzas policiacas municipales, estatales y federales, por la relación entre gobierno y el crimen organizado y el afán del desarme.
Los enfrentamientos armados entre civiles y capos dejó secuelas entre los habitantes que se convirtieron en autodefensas, siguiendo el modelo de José Mireles, y a la fecha se mantienen con el mismo sistema de seguridad que convirtió al aguacate en “oro verde”.
Para llegar hasta Tancítaro es necesario recorrer una accidentada carretera federal de dos carriles. A los 50 kilómetros está una primera barricada, una caseta que asemeja a un quiosco de unos cinco metros de alto, construida con piedra unida por argamasa con huecos desde donde las autodefensas pueden repeler las agresiones.
En la zona hay siete de estas casetas de seguridad y, aunque tres están abandonadas, el resto las ocupan vigías que día y noche se mantienen alertas con armas largas, listas para disparar en caso de ataque.
“El riesgo está latente y tenemos que estar siempre alertas”, comentó el productor y ex presidente municipal, Salvador Torres, quien en 2014 fundó los Cuerpos de Seguridad Pública de Tancitaro (Cuseps), grupos de autodefensa con preparación militar que cuidan la comunidad.
El infierno que vivieron los aguacateros hace un par de años los llevó a constituir su propio sistema de seguridad con policías comunitarias pagadas por los empresarios, quienes compraron uniformes, armamento y unidades.
En el poblado hay casi 15 mil radios repartidos entre las familias y la mayoría de los habitantes portan un sistema de comunicación junto con un arma larga y corta.
“Aquí no se roban una bicicleta porque lo radiamos en segundos, ya están sobre el cuate que se haya querido pasar de listo, así es como nos cuidamos de cualquier rata”, compartió un poblador que en su cintura lleva un bolsa con una Beretta y en su camioneta, una AK- 47.
Tancítaro es un sitio altamente productivo con leyes que no se sobreponen por encima de ningún habitante, entre éstas se encuentra el mantener las armas lejos de los menores de edad.
“Aquí cada quien pone el pecho para defendernos de la delincuencia”.
Alertas en huertos de aguacate
En los pueblos donde estar armado no es delito, hay quienes especulan con los precios de las armas. Un corta, platicó un comprador, vale 36 mil pesos este año, pero la misma en 2013, cuando estaba el apogeo de autodefensas, el costo era de 23 mil. Un arma larga o AK -47 la ofrecían en alrededor de 45 mil pesos, pero ahora los distribuidores incrementaron el precio a 75 mil pesos.
Tan sólo en un año, cuando la zona estaba dominada por Los Caballeros Templarios, los empresarios llegaron a perder hasta mil hectáreas de huerto de aguacate en menos de un año, con abogados y escrituras debían entregar las tierras a los nuevos dueños.
A Jesús, productor en la comunidad de Cherán, lo levantaron dentro de su huerto y por un lapso de cinco días intimidaron a la familia para pedir, primero, 3 millones de pesos, después cinco y, por último, el dinero más las tierras.
“Nunca más volví a salir sin mi arma, pero mandé a toda la familia fuera de la ciudad”, platicó.
Como esta historia hay más recuerdos de compañeros secuestrados cuyas familias no llegaron al precio y nunca más les fueron devueltas.
En el gobierno de Salvador Torres se conformaron consejos ciudadanos en cada ejido, dejando en manos de los empresarios la compra de armamento, uniformes, capacitación y sueldo de sus autodefensas.
“Es mejor pagarle a nuestros policías que a los extorsionadores, nos sale más barato”, expuso otro poblador que calcula llegó a pagar hasta 2 mil pesos mensuales por cada hectárea sembrada, pero únicamente soportaron cuatro meses antes de levantar las armas.
La huella de Mireles
Aunque la influencia del doctor José Manuel Mireles Valverde no es igual que hace cinco años, los pueblos con autodefensas expresan “respeto” por la figura del iniciador del movimiento que combatió contra grupos del crimen organizado.
Mireles se encuentra en los límites de la costa michoacana, donde continúa con el discurso de mantener la seguridad comunitaria y evitar la entrada de tropas militares a los poblados serranos, que son los más afectados por los cárteles.
Para la zona costera hay aún influencia de grupos que se disputan la zona de tierra caliente como Viagras, Templarios y Nueva Generación, pero no han podido volver a dominar Michoacán.
Precio de aguacate se multiplica por moda
El aguacate pasó de ser una fruta criolla a convertirse en una moda en la que no solo se trata de consumirlo en diferentes menús, sino que este sea de un huerto orgánico aunque el precio sea de hasta 4 dólares o 67 pesos por pieza.
Ocho de cada diez piezas que se cosechan, se van a Estados Unidos, donde las medidas restrictivas impuestas en los primeros meses de gobierno de Donald Trump dejaron de ser un problema para los aguacateros.
Los países que más reglas interponen a los mexicanos para exportar el aguacate son Europa y Japón, los cuales promueven cambios en los productos alimenticios con dietas sanas con menos carne y más vegetales. Todo orgánico. Esto ha llevado a empacadoras nacionales a cambiar sus cadenas de producción creando cadenas de custodia que van desde el huerto hasta la nave industrial donde todo se realiza con un máximo nivel de higiene.
Otros productores como Colombia, en el lejano oriente, Taiwán, África e Israel, se mantienen y exportan a pequeña escala, sólo Nueva Zelanda produce para autoconsumo. Ahora que está creciendo la demanda en países árabes, el fruto se manda de Jalisco vía aérea hasta embarques que duran unos 40 días en que llega fresco a su destino.
El cambio climático también tiene efecto en la plantación, pues a pesar que los árboles de Michoacán son los únicos en el mundo que producen todo el año, aguantando hasta cuatro cortes en diez meses.
Una pieza de aguacate está en 2.5 dólares, mientras que el kilogramo, conformado por unas tres piezas, cuesta alrededor de 70 y 80 pesos, sin embargo, se espera que para finales de septiembre haya más cosecha y el precio comience a disminuir hasta en 40 pesos por kilo.
Una moda depredadora del medio ambiente
La ambición de algunos inversionistas por ampliar la producción de aguacate ha dejado una imagen devastada en los campos michoacanos donde se percibe el olor a madera cortada y cada día se puede escuchar la constante tala de pino y encino, que es la flora natural.
En un hecho insólito para la sociedad científica, sobre todo del área de Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tienen detectada una zona de dos kilómetros cuadrados de terreno devastado.
El objetivo de las investigaciones es crear un diseño sustentable para el cultivo de huertas en la región que, además de servir de modelo en materia de desarrollo urbano y ambiental, tenga la posibilidad de ser replicado en otras regiones de México.
Una de las preocupaciones es la cantidad de agua que absorben los millones de árboles sembrados, aunado a que la plantación la realizan en zona no apta para este tipo de raíz, y los pesticidas que los productores usan en el terreno terminan contaminando los arroyos.
Cada año los investigadores llevan a cabo un inventario de cultivo de aguacate y el daño forestal que esto ocasiona. Se calcula que por lo menos diez hectáreas son sembradas diariamente.
Ejemplo de lo que sucede en los bosques, se dio en julio pasado, cuando la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), en coordinación con la Gendarmería-Misión Ambiental, realizaron un operativo forestal en tres municipios del Estado de Jalisco para frenar el ilegal cambio de uso de suelo forestal en bosques de Pino y Encino, por lo que clausuró seis predios donde removieron 145 hectáreas de vegetación forestal nativa -sin autorización- para colocar huertos de aguacate.
Personal de Aprovechamiento Forestal Persistente detectó incumplimientos como la presencia de plagas y remoción de vegetación forestal no autorizada en los aprovechamientos forestales. Se procedió a la clausura total temporal de los polígonos visitados en las cuales se observó el cambio de uso de suelo en terrenos forestales.
En un solo sitio, sin autorización, removieron 9 mil 463 árboles del bosque de pino y encino con grúas especiales y se estima que ahí pretendían plantar más de 42 mil árboles.
Las irregularidades que se cometen por la supuesta ambición al “oro verde” es la deforestación intencional, donde comenzaron a quemar los campos con la intención de sembrar. El Congreso de la Unión tiene “congelada” una Ley que impide sembrar aguacate por un lapso de 20 años en cualquier terreno con fauna nativa que haya registrado incendio forestal.
Mientras los intermediarios siguen especulando con el precio, los productores esperan que la escasez de producto acabe el mes que viene y el costo del aguacate Hass se regule hasta en menos de 40 pesos por kilo.