Ya rebasé la centuria,
ya soy de muchas edades,
se fueron mis mocedades,
cargadas con sus penurias.
No sé ni cuándo nací,
nomás que soy fronteriza.
Soy de raza muy mestiza
y aquí en la línea crecí.
Pero no saben la fecha
exacta de mi eclosión,
todo es especulación,
mi origen es data incierta.
Nací en los sesenta y tantos
del siglo mil ochocientos.
Mi entorno fueron desiertos,
con su belleza y encantos.
Mi madre vendía comida
en la línea divisoria,
lo sé por indagatoria
con la gente aquí nacida.
De ella heredé mi nombre,
Tijuana, puerta de entrada,
coqueta cual bella dama,
ciudad de gran ranciadumbre.
Debe de ser la vejez
que ya huelo a excremento.
La Vía Rápida y el Centro
huele a caca, ¿no lo crees?
Como dama que soy,
quiero mirarme bonita,
soy la linda Tijuana,
merezco un trato mejor.
Con estos malos olores
mejor que no me festejen.
Las cloacas mejor despejen,
no sean malos servidores.
Mis primeros años fueron
de paz y tranquilidad,
no sabíamos de maldad,
los males después viniendo.
Para el siglo novecientos,
siglo nuevo, siglo veinte,
habitaba poca gente,
eran cerca de doscientos.
Y yo creciendo y creciendo
en calles y avenidas,
todas ellas concurridas
de gente yendo y viniendo.
Al principio eran los curios
que atraían a los turistas,
más tarde a casa de citas
ocultas en los tugurios.
Así que no me festejen
con la fama que me dieron
esos hijos pendencieros,
prefiero que de mí se alejen.
Comenzaron a buscarme
por el vicio y los placeres,
mucho vino y las mujeres
a costa de criticarme.
¿Quién me sembró de cantinas?
¿Quién me sembró de burdeles?
Ya no quiero ver mujeres
paradas en las esquinas.
Yo no quiero que haya vicios,
yo quiero que haya trabajo
para todos los de abajo
y con muchos beneficios.
Yo quiero una barredora
para limpiar mi ciudad,
que ya no haya suciedad,
quiero ser limpia señora.
Ya no me sigan manchando
mi nombre y reputación,
soy dama de esta Nación
y a mis hijos sigo amando.
Y si quieren festejarme,
borren mi historia pasada,
la negra historia fraguada,
la que logró denigrarme.
Cuando cese la pobreza
en esta Tijuana hermosa,
seré dama dichosa
festejando esta proeza.
Soy la entrada al gran país
que espera ser tu anfitrión,
te ofrezco mi corazón,
jamás te arrepentirás.
Soy hijo por adopción
y te dedico esta marcha.
¡Viva Tijuana muchacha!
Te llevo en el corazón.
Alberto Torres Barragán
Tijuana, B. C.