Esta semana estoy en Fráncfort Alemania y he pensado en la divergencia de este país con Estados Unidos, así como la manera tan diferente en la cual los dos países han cambiado en los últimos dos años. La historia del pueblo alemán con el populismo de Adolfo Hitler, los llevó a no confiar en el liderazgo populista racista, aunque sigue amenazando. Ángela Merkel ha mostrado que liderar con valores humanos puede funcionar, a pesar de la oposición política por populista. Pero lo que destaca es que ha mostrado cómo funciona el liderazgo responsable.
En el 2015, los norteamericanos no hablaban de “construir un muro gigante” en la frontera entre Estados Unidos y México. Las relaciones económicas entre ambos países nunca habían sido mejores. Existía un acuerdo que la relación económica era la fundación de la relación bilateral. Servidores públicos norteamericanos, como Alan Bersin hablaban de un “muro de trabajo” que terminaría la migración indocumentada, a través del crecimiento económico de México. Concordábamos que, aunque el manejo de la migración era un reto, podíamos manejarlo y lo mostramos cuando nos enfrentamos a la crisis de los migrantes menores, en el 2014, apaciguándola juntos.
Hasta que llegó un neoyorquino, dueño de hoteles, con sus pláticas de “violadores” mexicanos y de construir un muro. Como su mensaje resonó en algunos, el muro se convirtió en uno de los temas principales para su plataforma y llegó hasta la Casa Blanca. No había un aumento de migrantes mexicanos en ese entonces. De hecho, fue todo lo contrario. Mientras que el destino de inmigrantes extra-legales en los Estados Unidos fue un tema político en el 2015, no había una crisis. Lo que hizo el Sr. Trump fue vender el miedo en un tiempo de inestabilidad económica. Y después de ofrecerles miedo, les vendió un “medicamento” barato para curarlo, y a los que votaron por él, les gustó. Esto es el populismo.
Crucemos el Atlántico. Alemania sí tuvo una crisis migratoria en 2015. Hoy en día no nos acordamos de las imágenes, pero recordemos a migrantes y refugiados ahogándose en el Mar Mediterráneo en camino a Alemania y fotos de niños muertos en playas griegas.
En 2015, Europa se vio frente a una enorme crisis migratoria. Hasta Agosto de ese año, 313 mil refugiados habían entrado al continente y 89 mil sirianos habían aplicado para estatus de refugiados en Alemania. (Bajo la Convención de Ginebra, refugiados aprobados reciben residencia permanente en el país que los recibe, razón por la cual, tantos buscan asilo en Alemania, país rico).
Refugiados sirianos en Alemania son diferentes a migrantes latinos en Estados Unidos. Mayormente musulmanes, los sirianos han tenido tradiciones diferentes a los alemanes y tienen dificultad para integrarse. Aun así, Ángela Merkel, desde septiembre del 2015 escogió darles la bienvenida y fue ferozmente atacada por muchos alemanes. Donald Trump la atacó por haber hecho esto.
Los Estados Unidos siempre se definieron como una nación de inmigrantes, Alemania nunca lo hizo. Pero con la segunda población más importante de residentes extranjeros en el mundo, Alemania tenía muchos migrantes en el 2015; no tiene un sistema presidencial como México, pero sí un sistema parlamentario oponente de la bienvenida de migrantes y refugiados de Merkel, y amenazaron con sacarla del poder. Defendió su posición y sobrevivió.
Las razones de Merkel han sido debatidas. Ha dicho cosas diferentes en tiempos diferentes; su argumento más fuerte es que, con la población envejeciendo en Alemania, el país necesita migrantes para trabajar y construir su economía. También enfatiza que aceptar a los refugiados es lo correcto. Ella ha defendido su punto de vista a pesar de la fuerte oposición y odio por parte de muchos. Ataques populistas sobre su política migratoria siguen, aunque el gobierno alemán ha expandido sus programas migratorios y ahora da la bienvenida a nuevos migrantes que tienen habilidades relevantes.
Empecé destacando que escribo este artículo, un año después del pico de la crisis de migrantes y refugiados en Alemania. La crisis se está calmando. Aunque muchos retos siguen –en particular con los islamistas–, los refugiados están yendo a escuelas, aprendiendo alemán y poco a poco empiezan el largo y difícil camino hacia hacerse alemanes. Dada la población envejecida de Alemania, es crítico que lo hagan, se convertirán en el motor del crecimiento económico alemán, por los años que siguen. El reto de integrar el islam al alemán cristiano será muy grande y los votantes tienen que ser constantemente reeducados sobre el valor de la migración para el país.
Visitando desde los Estados Unidos, donde un candidato presidencial populista usó los miedos de algunos votantes para ganarse la Casa Blanca, es hermoso visitar un país en el cual el miedo de los migrantes fue superado, donde un líder tomó riesgos políticos reales para recordar a su pueblo que los migrantes traen fortalezas, no solo riesgos. Alemania todavía tiene muchos retos para integrar a sus nuevos residentes. Falta mucho para declarar que las políticas de la Sra. Merkel fueron un éxito. Pero a veces, las políticas más difíciles dan los mejores frutos.
A veces, el miedo no triunfa. A veces, la esperanza y la caridad prevalecen. Los países pueden beneficiarse de líderes que piensan a largo plazo, que toman riesgos y que creen en la grandeza de su gente, como lo hizo Ángela Merkel.
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.