Adela Navarro Bello
Directora del periódico ZETA
Me dirijo a usted de la manera más atenta, para comentar y señalar la crisis humanitaria que afecta a un sector que respeto mucho, el relativo a los maestros.
Me parece un crimen imperdonable que el gobierno de Baja California les retrase, escatime o niegue lo referente a sus salarios, pensiones y/o jubilaciones.
Rumores llegan que, cinco mil de ellos, esperan su finiquito porque ya cumplieron con su función pública de ser docentes.
A pesar de la ley que lo señala, los funcionarios encargados de aplicarla, dilatan con burocracia tramposa, dar una respuesta congruente y obligatoria.
En forma directa, advierto que en el jardín de niños y la primaria donde acuden mis nietos, no temen, sino tienen terror de no recibir lo que les corresponde y merecen por sus servicios prestados durante la mayor parte de su vida.
¡Caray! A los interinos les deben desde agosto de 2016. Las manifestaciones y protestas continuaran creciendo para contrarrestar esta vil injusticia.
El sector se refiere al gobernador Vega de la Madrid, como el patrón.
Pero todos los ciudadanos que leemos los periódicos, sabemos que él es proclive a hacer negocios, aprovechando el cargo, y manejar políticas de oídos sordos con grupos muy amplios.
En lo personal, quisiera hacer un ruido ensordecedor para que la ciudadanía en general, se entere de lo que acontece y lance al ejecutivo de la entidad, un exhorto para que se ponga las pilas, aplique un poco de sentido común y se convierta en un mandatario real. Que su gobierno no argumente que no hay recursos y resuelva en forma definitiva este grave problema, vigente desde hace varios años.
Tuve la fortuna de conocer y escuchar a excelentes maestros durante todo mi tiempo en la escuela, y es un gran logro que en la constitución de nuestro país esté subrayado que la educación es pública, laica y gratuita.
Tal vez por la controvertida reforma educativa, donde no se consultaron a los maestros para su formulación, exista esta consecuencia desordenada e injusta.
Agradezco la atención que le brinde a la presente y aprovecho la oportunidad para expresarle mi más elevada y distinguida consideración.
Atentamente,
Santiago V. Ortega I.
Tijuana, B.C.