Fácilmente puede convertirse en el segundo mejor personaje trasladado al cine –si no es que el mejor- del Universo de DC Comics, luego de que Batman ha sido superado en la pantalla grande por sus villanos y Superman aún no termina de cuajar.
Aquí tenemos tres elementos a considerar: el personaje central está muy bien desarrollado, hay una carga emocional un tanto inesperada para este tipo de cintas y el diseño de producción cuando la historia se remonta a épocas pasadas es simplemente extraordinario.
En pocas palabras, aparte de efectos y un final desbordado -como debe ser después de dos horas y veinte minutos de acción- la cinta tiene una historia bien construida que parte del origen de Diana (Gal Gadot) como la Mujer Maravilla, hija de Zeus y de Hipólita, nacida en una isla de guerreras a donde llega el agente americano Steve Trevor (Chris Pine), quien la lleva al mundo de los humanos para que enfrente a Ares, el dios de la guerra.
Así es como la heroína termina en el contexto de la Primera Guerra Mundial, donde el mensaje de oposición a los conflictos bélicos y los horrores que estos generan, queda perfectamente integrado sin que se antoje forzado.
Sin embargo, lejos de un entorno sombrío, dado a que la misión es impedir un ataque con gases que podría ser perpetrado por los alemanes, la directora Patty Jenkins supo muy bien cómo explotar la química entre Gadot y Pine, e integrar la comicidad justo cuando era necesario para debilitar la tensión y permitir que las escenas no dejaran de ser divertidas. Después de todo, esto es un filme de superhéroes en el que temas como la fuerza femenina no se contrapone al romance ni a la duda respecto a si se están tomando las decisiones correctas. Esta mezcla inteligente de planteamientos hace que el largometraje sea un estupendo inicio para lo que sin duda será toda una saga donde la Mujer Maravilla de Linda Carter ya pasó a la historia, gracias a Gadot, Pine y Jenkins. A ver qué más nos ofrecen. ****
Punto final.- Ahora sigue “La momia”, otra vez…