California y Texas; ¿por qué estos estados norteamericanos están yendo en direcciones políticas tan diferentes? En California la comunidad latina se empodera e integra a gobiernos estatales, locales y municipales cada día más. En cambio en Texas la comunidad latina se enfrenta a reacción anti-migrante fuerte. La diferencia no parece venir de las discrepancias demográficas. Los mexicanos son alrededor del 39 por ciento de la población en ambos estados. Los latinos en California son el grupo étnico más grande del estado; en Texas son el segundo, pero se estima que para el 2042, serán la mayoría absoluta; mientras California llegará a esa condición hasta el 2060.
Tradicionalmente, California no ha extendido su bienvenida a migrantes mexicanos, en 1943, los disturbios de Zoot Suit (Zoot Suit Riots) en Los Ángeles, mostraron que tan rápido el sentimiento anti-latino podía convertirse en violencia contra los mexicanos. Casi cinco décadas después, la infame proposición 187 –iniciativa anti-inmigrante del Gobernador Republicano Pete Wilson– se enfocaba de manera agresiva, discriminatoria y de exclusión hacia los latinos. A pesar que la iniciativa pasó con más del 59 por ciento de los votos, no sobrevivió la revisión judicial y nunca fue implementada. Desde entonces el crecimiento de la población latina ha incrementado, y en el 2014 se convirtió en el grupo étnico más grande del estado.
La cultura política de California sigue siendo urbana, cosmopolita y dominada por angloamericanos. Solo ha habido un gobernador latino en toda la historia; ninguno ha sido senador federal. Pero aun a nivel estatal, Sacramento posee un caucus hispánico activo e integrado y un partido democrático que escucha la población latina. El Presidente Estatal del Senado, el mexicano-americano Kevin de León, ha emergido como una voz muy fuerte en Sacramento, trabajando con el Gobernador Brown en temas importantes para los constituyentes latinos. Desde el 2013, por ejemplo, tener residencia legal en el estado no ha sido un requisito para tener un permiso de manejo o acceso a un seguro, proporcionando mayor seguridad a los inmigrantes.
Ya no solo son los demócratas quienes ven la importancia de México y los mexicanos. Californianos de ambos lados políticos –desde el presidente municipal de San Diego hasta el Gobernador Jerry Brown– entienden la evolución demográfica del estado. El discurso oficial ha sido muy anti-Trump, ha inspirado resistencia positiva hacia la agenda anti-mexicano del Sr. Trump; y el Gobernador Brown se está acercando hacia una postura más a favor de la migración, una mayoría de californianos apoyan las Ciudades Santuario, aunque el Gobernador todavía no haya compartido su punto de vista.
Las actitudes republicanas están cambiando más lentamente. Kevin Falconer ha seguido el camino inclusivo de Jerry Sanders, construyendo enlaces con la comunidad mexicana en California y México. Republicanos saben que primero tienen que recuperar los electores que perdieron debido a la Proposición 187. Pero en un estado donde el Sr. Trump perdió por más de cuatro millones de votos en noviembre del 2016, las perspectivas políticas republicanas no se ven muy favorables.
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Ahora comparemos Sacramento con Austin, Texas: la defensa apasionada y humana del cosmopolita Jerry Brown en California comparada con Greg Abbott, el Gobernador de Texas y su promoción agresiva del “SB4” anti-mexicano (el número del acta legislativa) – que permite a agentes del orden checar el estatus migratorio de cualquier persona, incluyendo niños, que detienen por cualquier razón –incluyendo el color de su piel.
Abbott cultiva de manera deliberada una imagen pública rural y simplona y se ha aprovechado del miedo visceral de los angloamericanos de “una invasión mexicana”. A pesar de la importancia económica de México para la economía de Texas, Abbott pretende separar el comercio bilateral de Texas con México con su posición doméstica sobre los mexicanos. Desafortunadamente, su estrategia ha funcionado en un estado que idealiza los valores angloamericanos rurales y que, en mayoría, rechazan ideales urbanos progresivos y educados.
La atmósfera en Texas sigue en declive. La sesión legislativa de la asamblea terminó con manifestaciones latinas, una casi pelea entre legisladores, y caos en las cámaras legislativas, cuando un político norteamericano reportó que quería revisar el estatus migratorio de los latinos para deportarlos. ¿De dónde surge el miedo angloamericano? Un anterior oficial federal me dijo: “Texas se ha mantenido y sigue argumentando que estas políticas severas tienen el propósito de mantener la seguridad del estado, un argumento con poco apoyo de estudios enfocados al tema”.
Un profesor de la Universidad de Texas compartió su punto de vista: “el auge del ‘Tea Party’ en Texas ha alentado la agenda anti-migrante. El antiguo establecimiento [anglo] texano ve su poder amenazado en un estado donde 52 por ciento de los alumnos son mexicanos y ve que los angloamericanos pronto serán la minoría.” De un tono más optimista, el profesor notó que la retórica es más política: un intento para introducir un libro de texto racista y ficticio, “Herencia Mexicano-Americana”, fue rechazado por la Junta Educativa de Texas después de la elección victoriosa del Sr. Trump.
La realidad es preocupante. En el estado fronterizo más grande de Estados Unidos, el racista Donald Trump le ganó a Hillary Clinton por casi diez puntos en noviembre del 2016, gracias la promoción del muro y deportación. Un resultado horrible en un estado donde el 39 por ciento es latino. A pesar que el clima político está mejorando en California, el ejemplo negativo de Texas muestra que el racismo puede amenazar hasta poblaciones mexicanas históricamente fuertes y establecidas en los Estados Unidos.
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.