— Me da un plato de fruta picada con yogurt griego light y granola.
“Joven, aquí solo vendemos barbacoa”.
— Bueno, deme medio kilo y una Coca-Cola.
***
— ¡Mesero! La cuenta, por favor.
“Claro, ‘la cuenta, por favor’. Mil pesos”.
— ¡Uy!, ¿pues qué rompí?
“¡Pues la dieta, chonchito!”.
Autor: Residente de la colonia Castro Green.
Honestidad a medias
— ¡Te juro que no tengo ninguna mujer en mis contactos, amor!
“Deja ver. Yesenio, Mónico, Danielo, Alicio, Julieto, Esmeraldo…”.
Autor: Anónimo de Telcel.
En el infierno
Llegan cien mujeres al infierno y el diablo les dice:
“Entren las que se la pasaron toda la vida dándole lata a sus maridos por todo y por nada”.
Muy obedientes, pasan 99 mujeres. Después de contarlas, Lucifer grita:
“¡Traigan a la sorda también!”.
Autor: La mujer 101.
El lenguaje del jefe
— ¡Martínez! ¿Adónde va usted tan raudo, circunspecto, asaz y atribulado?
“Pues iba a ir al baño, jefe, pero creo que mejor voy primero por un diccionario”.
Autor: Maestro de español… avanzado.
Pregunta válida
— Mi cielo, cuando esté vieja y fea ¿me vas a querer igual?
“¡¿Qué?! ¿A poco te vas a poner peor?
Autor: Cirujano plástico.
Vocación
La biblioteca de la universidad está repleta de gente. Un joven encuentra un lugar al lado de una llamativa rubia y le pregunta:
— ¿Te importa si me siento a tu lado?
“¡¿Qué?! ¡No quiero pasar la noche contigo!, exclama en voz alta.
Todos en la biblioteca clavan su vista en el joven, mirándolo como a un degenerado, el tipo se siente avergonzado y se retira a otra mesa.
Después de unos minutos, la rubia va a la mesa del chico y le dice al oído:
“Yo estudio Psicología, nene. Sé perfectamente lo que piensa un hombre, .te hice pasar vergüenza, ¿verdad?”.
Enérgico, el joven contesta:
— ¡¿Queeé?! ¿Mil dólares por una noche?? No le hagas, ¡es carísimo!
Todos clavan la vista en la rubia, que se pone pálida.
Entonces el chico le susurra:
— Yo estudio Derecho, preciosa… y sé cómo amolar a la gente.
Autor: Orientador vocacional.
Engañado
Un señor llevaba tiempo sospechando que su mujer lo engañaba, entonces un día, regresando de su trabajo, subió a un taxi y por mil pesos convenció al conductor de que le sirviera de testigo, por si encontraba a su mujer con otro, de que él lo matara y le pudiera decir a la Policía que todo fue para defender su honor.
El hombre entró a su casa con el taxista y abrió la puerta de su recámara, al quitar la sabana, tal como lo intuía: ahí estaba su esposa con su amante. Al sacar la pistola, a punto de volarle la cabeza de un balazo, la esposa grita:
“¡Nooo, no lo hagas! Antes de que vayas a hacer una locura déjame te digo que te mentí, y ese coche del año que te regalé no lo compro mi mamá, fue él; y esta casa lujosa no nos la regaló mi mamá, fue él; y la educación de los niños no la pagó mi mamá, fue él; y los 50 mil pesos que me depositan mensualmente, no es mi mamá… es él”.
En eso el marido confundido se rasca la cabeza y pregunta al taxista:
— Compa ¿y usted qué haría?
“Yo lo volvería a tapar, ¡no se vaya a enfermar de su pechito!”.
Autor: Un taxista.
La verdadera causa del accidente
En Cooper City, al noroeste de Miami, hubo un aparatoso accidente y el conductor del vehículo dice que todo fue ¡EN ZERIO! por una araña.
Según el vocero de la Oficina del Alguacil de Broward, el chofer el auto iba manejando cuando de pronto vio que el insecto andaba muy orondo por ahí, y, del pánico que sintió, se estampó contra un poste de luz.
Autoridades no revelaron de qué tamaño era el arácnido, seguramente violento, peligroso, mortífero… y gigantesco.