Consultoría Matrimonial y Familiar
Por experiencia en atención a parejas que se quieren o van a divorciar la mayoría lo que menos piensan es en sus hijos desde el punto de vista de su afectación, y se concentran más en cuánto será la pensión, quién se quedará con los bienes, etc., la pareja lo que quiere es divorciarse, ya sea por voluntad de ambos o por ya no ser posible la convivencia y algunas veces sin saber ni estar seguros del porqué.
Respecto a los hijos cuando los términos en que se divorcien son por necesidad pocos son los hombres que pelean la custodia, mucho menos la patria potestad y raros la custodia compartida, en cambio la mujer es lo primero que busca, pero no se crean que siempre es por el amor a ellos sino por tener el poder de que al quedarse con ellos logren mucho más de lo que pelean, y es cuando el divorcio se complica y los pleitos se agudizan, convirtiendo a los hijos en el arma en contra del otro y siguiendo estando los hijos fuera del interés real de uno u otro.
Pero el peor de los casos es el síndrome de alienación parental que consiste cuando uno de los padres, generalmente la madre, envía o emite mensajes subliminales a los hijos o directos la mayoría de las veces donde desacreditan al padre de ser lo peor, el causante de la ruptura matrimonial, el peor padre de todos, que los tiene abandonados, por lo cual los hijos van creando en su mente y corazón un odio hacia ese padre, sufriendo un odio patológico e injustificado porque solo tiene comunicación con la madre y logrando ella que ellos ya no quieran ver a su padre, lo cual trae sus consecuencias devastadoras en el desarrollo físico, mental, provocando un deterioro de la imagen del padre, por lo cual no se sienten orgullosos de su padre como los demás niños y los afecta psicológicamente.
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De importarles que no les suceda eso a sus hijos, deben entonces de tener en cuenta estos síntomas que se presentan, como es insultar o desvalorizar al padre en presencia del hijo, impedir el derecho de convivencia con ellos, implicar al entorno familiar a los amigos en los ataques al ex cónyuge, subestimar o ridiculizar los sentimientos de los niños hacia el otro progenitor, incentivar o premiar la conducta despectiva y de rechazo hacia el otro progenitor, influir en los niños con mentiras sobre el otro llegando a asustarlos y sobre todo decirles que es un desobligado, un bueno para nada y que no los quiere por eso no va a verlos, cuando ella impide que los vea sin que se den cuenta y más situaciones por el estilo.
Al querer divorciarse deberán prever que, quien se quede con los hijos no influya en la forma antes comentada, algunas madres por el contrario alaban al padre como buen padre, lo cual origina que los hijos sigan amándolo como si convivieran juntos, revalorando su autoestima ante la pérdida de él, y manteniendo una relación más positiva y logrando llegar a ser hombres y mujeres de bien, cuidando que con el tiempo no se vayan distanciando.
Otra situación que se presenta es la responsabilidad que tienen como padres sobre todo del padre que sale de casa, donde no se deberán de sustraer a los compromisos que tienen con sus hijos, sobre todo en sus estudios, vestidos y distracciones porque ante la falta de cualquiera de estas cosas el desarrollo de los hijos no es normal ni natural, lo cual a la larga resultarán más afectados.
Es importante antes de dar el paso de divorcio que establezcan cómo serán las visitas del padre que sale de casa, las veces que podrá verlos y sacarlos y que los impedimentos sean menos y no lo comenten con los hijos para que éstos no los señalen en una u otra forma como que no quiere la madre que vea al papá; todo esto requiere atención y cuidado, los hijos no analizan, ven y sacan conclusiones, son niños.
Gracias como siempre por sus comentarios y consultas al e-mail: [email protected]
El autor reside en Tijuana, B.C.