A Mexicalpan de las Tunas, lo asaltan cada 15 días; la autoridad trabaja para los ladrones o los ladrones trabajan para la autoridad, es igual. Así llevan años y aunque los pobladores se han rebelado y electo a otras autoridades, resulta que al final son los mismos, pero disfrazados de gente decente.
Ya tienen tiempo también escuchando al Maestro Severo, señalándoles que son los mismos; que hay que echar a todos los ladrones del pueblo, que quien gobierne debe ser un hombre austero como él, pero aunque se emocionan con las palabras certeras y valientes del popular profe, luego se les olvida cuando les dicen que Severo exagera porque quiere robar él solito, que lo de la austeridad es mentira, que también es parte de la banda de ladrones y que por las noches se va al otro pueblo donde tiene una casota con todo lo que se ha robado; que él no sabe cómo se maneja el pueblo y pueden perder hasta sus casas porque es muy arrebatado y peleonero.
Pero los han robado tanto, que esta vez ya se hartaron de verdad y están dispuestos a elegir a don Sebas. Les insisten con las mismas historias y nada, a don Severo cada día lo apoyan más personas. Se acerca el día de la elección en los barrios y parece que los seguidores del teacher ganarán los barrios más poblados. La preocupación cunde.
Para apaciguar los ánimos caldeados de los mexicalpantunenses, el alcalde acusa al gordo, un primo suyo, de ser uno de los principales bandidos, y asegura que a chirona va a ir a dar, total para que se le quite lo goloso y “come solo” pues se robó hasta las limosnas de la iglesia y no las compartió; además, esparce el rumor en la cantina y la iglesia de que el gordinflón, por debajo de la mesa, daba dinero a don Sebas, le dicen al gordo que se pele, que coopere o lo matan. El primo querido, el
más audaz de la banda, se desaparece. Creyeron que con eso y un leve mea culpa se calmarían las cosas y que mientras el gordo no apareciera por el pueblo, el viento, como siempre, soplaría a favor, pero don Severo se indignó por los rumores y exigió pruebas, mismas que no llegaron pues no existen.
Ya desesperados se les ocurre pedirle al pueblo vecino, donde saben está el gordo, que lo agarren, ya les mandarán un oficio para que lo trasladen oficialmente; sin embargo, el alcalde finge ignorancia respecto de cómo pedir el traslado, por lo que, convenientemente, al gordo lo van a enjuiciar allá y no lo mandarán hasta después de las elecciones. La gente se indigna y el tiro sale por la culata.
Como el día de la elección se acerca y no hallan qué hacer, a uno de los bandidos, apodado “El Come Niños”, se le ocurre algo “genial”: ofrecerle dinero robado a uno de los seguidores de don Sebas y grabarlo cuando lo acepte, ya creativos, concuerdan en que para que no les pase igual que hace 10 años, cuando hicieron lo mismo pero el incauto rajó luego luego y reveló quién le había dado el dinero, cuestión que terminó fortaleciendo a don Severo, viéndose obligados a robarse también aquella elección, ahora deben comprar al seguidor, sumarlo a la banda, pues Severo es muy severo.
Cuando peor les está yendo, y no pueden encontrar quien traicione, encuentran al incauto, o más bien, a la incauta. Ejecutan su plan y todo parece ir a la perfección, la gente duda de nuevo. Severo se defiende y dice que le podrán robar la elección pero no su honra y que va por ellos. La gente contrariada voltea para un lado y para otro, no saben qué opinar.
¿Lograrán hacer que la gente elija a los malosos de nuevo? ¿Creerán la engañifa de que Severo es un ladrón? Pronto lo sabremos, pero yo no dudo, yo confío en AMLO, ¿y tú?
P.D. Gobernar bien a México no tiene tanta ciencia. Mientras en Alemania construyen un kilómetro de carretera por 250 mil dólares, en México nos llega a costar hasta dos millones de dólares, nada más que no roben. ¡Don Sebas 2018!
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com