Centenario de las apariciones a los pastorcitos
En 1911, el líder político portugués Alfonso Costa, aseguraba que dentro de dos generaciones la religión no existiría más en Portugal.
Como portugués, el Nuncio Apostólico y Arzobispo Manuel Monteiro de Castro, recuerda los terribles dramas contados por sus abuelos acerca de las primeras décadas del siglo XX a nivel mundial. La guerra de 1914-1918 (Primera Guerra) dejó millones de muertos, heridos, viudas, ciudades destruidas, tragedias humanas sin cuento.
Portugal no entró a la guerra, pero sí pasó por pruebas. Nacionalización de los bienes eclesiásticos, templos cerrados, persecusión de laicos y sacerdotes, expulsión de sacerdotes extranjeros, etcétera.
El mensaje confiado a los pastorcitos es muy significativo y sus profecías se han cumplido fielmente: Jacinta y Francisco partirían al cielo “dentro de poco” y Lucía permanecería hasta 1998 para “dar a conocer y amar el Corazón Inmaculado de María”.
Anota el Arzobispo Monteiro que Portugal no entraría en la guerra, la sangre del Pontífice mancharía su sotana blanca (Juan Pablo II, 1981), Rusia se convertiría. Estadísticas actuales consideran que el 80% de los rusos se declaran cristianos.
Con motivo del Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, es importante y esencial escuchar al Nuncio Apostólico Manuel Monteiro en el sentido de que el Milagro de Fátima, “está muy lejos de caricaturas, y de mensajes de mal agüero para el futuro. Fátima nos invia a vivir en la luz, a vivir para la luz, a realizar todo iluminando a los demás”.
Fátima es una llamada a vivir por la luz, por la que nos recuerda: “No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido” y nos invita a la penitencia, esto es a la conversión del corazón, a observar los mandamientos, a vivir nuestra libertad con la responsabilidad de los propios actos, a ver el valor de los sacrificios, a valorar sobre todo la santificación y perfección de la vida cristiana, a seguir por el camino del cielo.
Es una llamada a vivir en la luz, con la contemplación de los misterios del rosario y la oración, la adoración.
Lucía la mayor de los videntes de las Apariciones de la Virgen de Fátima, a quien conoció el Arzobispo Monteiro, explica que ella dejó escrito lo que la madre de Dios solicitó a los 3 pastorcitos: “Todo el amor que es verdadero, exige sacrificio, exige renuncia, exige dádiva y entrega. Así fue como Dios nos amó desde el principio”.
Fátima nos recuerda que la salvación o la condenación eterna son dos caminos que están en nustras manos, como ya advierte el Señor en la Escritura: “Mira hoy pongo ante ti la vida y el bien, la muerte y el mal…Elije la vida”. (Dt 30,15-19).
El mensaje de Fátima nos invita a abrir el corazón al misterio de la comunión de los santos viviendo en caridad por todos los hermanos por quienes hemos de orar, trabajar y, llenos de amor de Dios, sufrir unidos a Cristo y a Ella su Madre.
Otro obispo portugués, Francisco Cerro Chaves, en su obra “Fátima, ternura y misericordia”, expresa en su Decálogo de la Espiritualidad de Fátima que como Madre ella cuida de sus hijos, que Dios se complace en los humildes, y que el pecado es la falsificación del Amor, y que siempre hay salvación desde la misericordia.
El próximo 13 de mayo de 2017 inician los festejos del Centenario de las Apariciones de la Virgen de Fátima a los tres pastorcitos. Dos de ellos serán canonizados por el Papa Francisco ese día en su Santuario: Jacinta y Francisco Marto.
“Sin la paternidad de Dios de fondo, Fátima no se entiende”, para el Sr. Obispo Cerro Chaves, la cosa es muy sencilla, vea usted por qué: “Nuestro mundo está mal, las guerras y el terrorismo ocupan y llegan a tomar a veces derecho de ciudadanía porque nos hemos alejado de Dios y del Evangelio. Volver a Dios, volver a lo escencial, volver al amor de Dios es entregar nuestra vida por la Evangelización”.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com