Dispuesto a confesar a sus lectores algunos pormenores tanto de su proceso escritural como de su vida personal, Xavier Velasco se presentó en la XXXV Feria del Libro de Tijuana el domingo 21 de mayo por la noche, con su nueva novela “Los años sabandijas” (Planeta, 2016).
Desenfadado, vestido con bermudas y una playera con la estampa frontal del personaje de la caricatura “Don Gato”, Velasco primero leyó algunos fragmentos de su entrega, cuyos episodios disfrutaban a carcajadas sus más de 200 lectores congregados en la Sala Federico Campbell del Centro Cultural Tijuana (CECUT).
Luego, mientras iba y venía por el escenario de la sala, reveló que muchos años atrás escribía desde la “infelicidad”:
“Yo pensaba que para poder escribir había que sufrir, estaba muy orgulloso de todo lo que hubiera sufrido en mi vida, las partes más nefastas de mi infancia, y es ahí donde hay que hacer como la mina de la cual se consiguen los minerales con los que iba a crear las historias; escribí varias historias con esta idea, de hecho ‘Puedo explicarlo todo’ (Alfaguara, 2010) la escribí con una profunda infelicidad, una soledad muy fuerte, ahora sí les digo que me tardé cuatro años en escribirla, ya se pueden imaginar, pero estaba orgulloso de eso, a veces manufacturaba el dolor”.
Pero, confesó, para escribir “Los años sabandijas”, la “infelicidad” quedó en el pasado, cuando un día, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, conoció a la mujer de sus sueños, que en los últimos tres años, en ocasiones, lo acompaña a diversas presentaciones editoriales.
“Yo conocí a una mujer ahí en la fila de la firma (de libros), y desde que la vi ¡híjole!, tenía cara de que ‘¡a quién le doy mi recibo, qué maravilla, qué hago con esta mujer!; me gustó, me atrapó, nos veíamos cada año, nos hicimos amigos, yo tenía esta cosa de ‘El Roxanne’ (personaje de ‘Los años sabandijas’): sabía ser mejor amigo de las mujeres que amante, y en parte ella estaba bastante lejos de mí, yo la sentía bastante más joven que yo, decía ‘no, yo no quiero ser un asaltacunas, preferiría que ella fuera asaltacanas’”.
El narrador manifestó que la relación se formalizó al mismo tiempo que cuando empezó a escribir “Los años sabandijas”:
“Un día le saqué el teléfono, luego le empecé a llamar, seguimos siendo amiguitos; finalmente esta relación florece precisamente el día en que le doy mi primer beso, es el día que firmo el contrato para escribir ‘Los años sabandijas’, todavía no se llamaba ‘Los años sabandijas’; entonces, dije: ‘acabo de hacer dos cosas contradictorias, ¿no? Primero, tener pareja, y comprometerme a hacer un libro”.
El ganador del Premio Alfaguara de Novela 2003 con “Diablo guardián” reveló que por ahí de la mitad de la escritura de la novela “llegó satanás a tentarme en la figura de un director de cine”, a inflarle el ego, por lo que abandonó la obra para incursionar como actor allá por Semana Santa de 2016, bajo la dirección de Carlos Reygadas.
Pero mientras rodaban la película, relató, se escondía para escribir, fue entonces cuando descubrió que el ego lo había llevado a la actuación:
“Esto era por ego, no era más que el maldito ego, el más grande enemigo de los escritores es el ego, el creer que lo que te pasa es muy importante, que tú eres el centro del mundo, que todo mundo te está viendo cuando vas por ahí, ¡no es cierto! Ni quién te pele, yo soy un fulano que hace novelas y ya; yo no quería ese ego, yo no quería las cámaras de Cannes, no quería nada de eso, lo que quería era hacer mi novela.
“Y así regresé a la casa, regresé a mi mujer, la abracé con toda mi alma, volví a escribir la novela y la terminé; y este momento es importante porque descubrí que sin ese espejo, sin la mujer que te ama y a la que amas, enfrente de ti, pues no tiene sentido lo demás, y que precisamente así era como quería escribir; y bueno, terminé la novela, llegué hasta Tijuana, nos casamos el próximo jueves (25 de mayo) en Las Vegas”, concluyó el autor.
