Los que nos gusta el box sabemos que la pelea del sábado fue una repetición de la que en el 2008 vimos entre De la Hoya y Paquiao: el boxeador grande apabullado por el chico, humillado, indefenso, sorpresivamente inepto en el ataque, perdido en la distancia y el tiempo. Pues cómo no, si para esa pelea el “Golden Boy” había bajado más de 6 kilos, por eso, al rajarse en el octavo round dijo que la paliza se la había dado él mismo. Si De la Hoya, que era un gran boxeador, reconocido por todos, salió fundido y dio de sí desde el primer round haciendo el ridículo, ¿cómo esperaban que saliera y lo pasara un boxeador mediocre como el famoso junior? Éste, para ser competitivo requiere estar completo.
El sábado, el méxico-americano convertido en perverso y despiadado promotor estrella, se la aplicó al junior más famoso de México, confabulado con el viejo cabrón de Beristáin, quien en aquel 2008 estaba en su esquina pidiéndole que abandonara para rescatar su nombre y salvar su integridad.
“Canelo”, como el “Pacman” en aquel lejano 2008, peleó con un boxeador fundido, derrotado antes de subir. Todos sabían lo que pasaría: “Canelo”, De la Hoya, Beristáin, JC. El jalisciense anaranjado no merece ningún respeto como boxeador, pues ha ganado sus peleas más importantes en medio de grandes campañas publicitarias, robándoselas, como ocurrió con Cotto; contra estrellas en busca de un fondo de retiro, o contra pugilistas fuera de su peso. Mientras no defienda un campeonato derrotando a la lista de retadores de su peso y categoría, tal como forjó su leyenda el gran Julio César Chávez, no será nada más que un ventajoso del boxeo.
El junior perdió ganando 6 millones de dólares, por eso anda tan campante, hasta haciendo chistes con su hijita de la paliza que le dieron, pero el box perdió credibilidad en un momento clave para su futuro, pues las salvajes artes marciales mixtas de la UFC están ganado terreno entre el gusto de la gente. Es criminal eso de andar inventando categorías para enfrentar contra natura a boxeadores. Las divisiones se pensaron para que los pleitos fueran justos y proteger la integridad de los pugilistas. Que un chamaco irresponsable se aviente un tiro así, es normal, pero que la comisión lo acepte es un desastre deportivo y un fraude; que un manejador de excelencia y experimentado como Beristáin exponga así a un pupilo habla de su escasa calidad moral, y que un padre con tanta influencia y conocimiento del deporte como JC, arriesgue así a su hijo es una fregadera mayor.
GGG es un destructor con mexican style: valiente, poderoso, siempre para delante, dotado de técnica y manejo de la distancia; una combinación rara de pugilista rápido y noqueador, sin duda será el máximo reto para Saúl Álvarez y una oportunidad de oro para ganarse el respeto de los amantes del boxeo, claro, si la pelea se da en las 160 libras donde es mandatorio. Arriba de ese peso ya se vio que “Canelo” pega como señorita, pero el “Golden Boy” es muy travieso, y puede querer amañar el pleito amarrándolo en 156 libras, si es que juzga que de esa forma el de Jalisco tendría ventaja.
Queremos ver más bax.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com