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jueves, febrero 22, 2024
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¿De verdad el Ejército Mexicano necesita defensores?

No, amigos; junto con la Marina, son dos de las instituciones que más confianza generan a los mexicanos. Ya basta de manoseo. Los dizque políticos que nos gobiernan, son mentecatos y mediocres. Buscan lavar su ineficiencia, lanzándole loas a una institución que no las requiere. El asunto es más complicado que el aplauso fácil. ¿Cuál es el papel de las fuerzas armadas en una sociedad democrática? Hasta hace algunos años no había dudas de su papel: salvaguardar la soberanía nacional; vigilar las instalaciones estratégicas del país y ayudar a la población en caso de desastre.

No fue hasta el momento que las autoridades civiles se dieron cuenta que habían dejado avanzar mucho al narcotráfico. Al comprender la enorme penetración de las fuerzas policiacas, se llamó al Ejército, quien ya venía realizando labores de combate al narcotráfico y control de la guerrilla en Sinaloa y Guerrero, fundamentalmente. Así se incorporaron a hacer labores de apoyo en el combate al narcotráfico.


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A finales de 1990, la autoridad civil entendió que no podía ser permanente ni conveniente este apoyo del Ejército a labores policiacas y creó la Policía Federal Preventiva. Se pretendía ir formando nuevos policías, con otra mentalidad, con carrera policiaca, con filosofía de servicio, bien pagados, con aprecio público y moral, para que paulatinamente las tropas se fueran retirando a sus cuarteles.

Los primeros policías federales los proporcionó el propio Ejército, 5 mil policías militares que fueron la base de esta nueva institución. Se crearon academias, muy sólidas, pero vino el cambio político en 2000 y se hicieron cargo del país personas sin preparación, sin visión de largo alcance y sin un verdadero espíritu de servicio. El PAN gobernó como si fuera el PRI, pero de cuarta categoría. Sí, así fue. Pero también la estrategia en el combate al narcotráfico cambió: había que mostrar que se era eficaz, que el gobierno panista sí podía y abandonaron los trabajos de inteligencia policiaca y se centraron en la captura de las cabecillas.

El Presidente Calderón, ante la poca legitimidad que le daba su escasa ventaja electoral, aplicó la tesis kelseniana: “la efectividad, produce legitimidad” y así declaró, lo que él llamo la guerra al narcotráfico, buscando legitimarse. El propósito pudo haber sido correcto, no así el método. Debieron, con todos los aparatos de tecnología de espionaje y con la información que les proporciona la DEA, la CIA y el comando del norte del Ejército norteamericano, estudiar a las organizaciones y destruirlas desde la base. Enorme error, solo se limitaron a presentar dizque grandes capos.


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En 11 años, de tener cuatro grandes cárteles: el del Pacífico (liderado por el “Chapo Guzmán”), el del Golfo, el de Juárez (que tenía como cabecilla al “Señor de los Cielos”) y el de Tijuana (que controlaban los Arellano), según el ex director del CISEN, Guillermo Valdez, han aparecido 280 organizaciones regionales, que son la principal causa del desorden y violencia actual. Nadie los controla.

Esta situación y la corrupción e ineficiencia policiaca, hicieron necesario que se incorporara de lleno el Ejército a combatir al narco. Cuando se detectó corrupción en algunos oficiales del Ejército, se incorporó la Marina. Hoy están de lleno combatiendo narcos. El problema central de todo esto, es que no están preparados para leer derechos, ni para respetar la inviolabilidad del domicilio o de las comunicaciones privadas. Son directos y mortales. Así es su filosofía. Claro, en la guerra casi todo está permitido, pero esto no es realmente una guerra, es el combate a la criminalidad en el marco del Derecho.

Los legisladores actuales, sobre todo sus líderes, la mayoría lambiscones del Presidente y de los jerarcas militares, han intentado una legislación equivocada. No se puede combatir el crimen con ilegalidades. ¡ENTIÉNDANLO! Hay que buscar un marco adecuado, pero no haciéndolos ministerio público ni tampoco como tropas de ocupación. Retomen la construcción de una policía federal honrada y eficiente. Dejen de ganar dinero comprando patrullas, uniformes y objetos que no producen resultados.

Siempre he distinguido acciones a resultados. No es lo mismo. Pueden comprar equipo sofisticado, patrullas, helicópteros, pero no baja ni la violencia ni los índices delictivos, no hay RESULTADOS. ¡Qué necedad! Cuando un camino ha demostrado no llevarnos a donde queremos, hay que cambiar de dirección. Sí, al Ejército y a la Marina se le quiere, se le respeta. Agradecemos su esfuerzo, sus sacrificios. Pero no son ni deben ser policías.

Mientras esto no se resuelva de fondo, démosles una legislación intermedia. Que cuide su honor, su prestigio y su integridad, pero salvaguardando el marco constitucional.

 

Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana. Correo: amador_rodriguezlozano@yahoo.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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