Latinoamérica está marcada por la ausencia de consenso fundacional, a diferencia de los Estados Unidos se carecía de unidad en la vocación independentista, cuestión en la que la iglesia católica jugó un papel importante, en tanto era el símbolo de unidad nacional más poderoso y su vinculación al poder colonial era absoluta, no fue, hasta que para proteger los intereses del Vaticano, su iglesia no solo apoyó, sino promovió el golpe de timón que permitió nuestra independencia. Sin embargo, la apuesta católica consistía en proteger a la sociedad estamental e impermeable socialmente, visión contrapuesta a la republicana de los verdaderos independentistas. Tan grave fue la diferencia de visión que nunca nos hemos podido poner de acuerdo de fondo. El resultado es el conflicto social permanente en todo Latinoamérica; la debilidad de las instituciones y las enormes dificultades para concretar un proyecto de nación.
En México parecía que habíamos logrado diferenciarnos respecto de nuestros hermanos latinoamericanos después de la revolución mexicana, pues logramos consensuar un proyecto nacional, pero todo se fue a la mierda después de 1988, con el fraude que canceló la posibilidad de mantener intacto el consenso, más allá del partido revolucionario institucional. Hoy, estamos crispados y sin proyecto de nación común, como la mayoría de los países vecinos. La diferencia es que somos una economía gigante y contamos con una colindancia geográfica que nos sirve como malla de proyección, lo que ha hecho, por ejemplo, que nuestra querida Tijuana, haya sido históricamente receptáculo de migraciones de todo del mundo, conformando una sociedad abierta y cosmopolita.
En Venezuela entre una oposición cleptócrata, oligárquica y golpista, que quiere regresar al poder por derecho de sangre para terminar de acabarse al país, y una clase política bolivariana trasnochada, autoritaria y corrupta, dispuesta a que el país arda si no es de ellos, y; ante la ausencia de liderazgos virtuosos que logren abrirse paso en esa jungla de orangutanes, la gente está polarizada, crispada, desesperada, empobrecida, envilecida y aplastada. Huirán a donde puedan, soñarían con EU, pero con Trump en la puerta puede que queden en nuestra oaxacasinaloensehaitianatijuana, para terminar de multiculturizarnos, bienvenidos, pues.
No hay ciudad grande y poderosa en el mundo que no se haya construido con migrantes multinacionales. En la construcción de Tijuana han contribuido judios europeos, armenios, ingleses, libaneses, sirios, italianos, chinos, norteamericanos, vascos, catalanes, españoles y mexicanos de todo nuestro país. Por eso somos chingones.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com
