Este fin de semana arrancaron campaña los cuatro estados que tendrán elección previa a la presidencial del 2018. Tres de gobernador, Estado de México, Nayarit y Coahuila y las municipales en Veracruz. Casi 20 millones de electores emitirán su voto el 4 de junio. Los 4 estados tienen un común denominador: la violencia y el narcotráfico. La corrupción en tres de ellos, salvo el estado de México, es un problema notorio. Las tres campañas a gobernador arrancaron con un empate técnico entres las tres principales fuerzas del momento. La coalición que encabeza el PRI, la que encabeza el PAN y MORENA.
Muchos analistas piensan que quien gane esta elección, sobre todo la mexiquense, ganará la presidencial. Yo no soy de esa idea. He vivido muchas elecciones y he llegado a la conclusión que cada elección local tiene sus propias características, retos y problemas.
Cada candidato también genera esperanza o decepción. De ahí que no se pueda dar por cierto el análisis nacional. Una cosa es muy probable, si MORENA gana el estado de México, habrá una desbandada de priistas hacia este partido, pues significará que López Obrador será el más viable ganador. Pocos se irán al PAN, aunque alguna encuesta la ponga como puntera.
Para el tricolor será entonces tema de sobrevivencia ganar estas elecciones. Pero de acuerdo a mi información, las enfrenta como si fuera un partido sin experiencia, sin memoria, sin historia. Sin una estrategia nacional, dejando que cada candidato haga lo que crea conveniente. Ésa es la mejor fórmula para derrota. ¿Por qué digo esto? Ahora verán por qué. Siendo elecciones tan competidas, cada partido tiene que pensar muy bien su estrategia, si la hay y hacer mucho con poco; sin embargo, eso no ha sido así. En Nayarit por ejemplo, donde el escándalo del Procurador narco ha minado la poca confiabilidad que tenía el PRI y está poniendo al borde de la renuncia al Gobernador, al candidato del PRI se le ocurrió empezar su campaña a las 12 de la noche, en un lugar sin importancia electoral, donde no junta ni 100 personas y las que asistieron eran todos cercanos a su entorno. En una casa, de un descendiente de quienes iniciaron una huelga antes de Río Blanco y Cananea, como se tratara de otro tiempo, cuando la campaña solo buscaba legitimar el triunfo, desperdicia la presencia del comité nacional en pleno. Así que fue suma cero en ganancia electoral.
Lo mismo sucede en Estado de México, en una explanada casi vacía, en Tlalnepantla, dominada por el PAN. En un acto insignificante, donde por cierto le hacen el feo a los miembros del CEN del PRI, al no incluirlos en el presídium y no invitar a su presidente Enrique Ochoa, a pronunciar unas palabras. Solo habló el que pregona ser de una estirpe destinada a gobernar, Alfredo del Mazo, sí, inició su campaña también desperdiciando tiempo y dinero, aunque este último es lo que le sobra. Su elección corre el peligro de ser anulada si él llegase a ganar, pues es excesiva la cantidad de recursos que está regalando tanto el gobierno federal como el estatal, rompe con el principio constitucional de la equidad en la contienda. Sin mucha imaginación, utiliza su nombre para presumir firmeza, ante la oleada de violencia que azota este estado y anuncia la tarjeta rosa, para bajar recursos económicos, cuando aún está en investigación la campaña de Peña Nieto, en un asunto similar.
Coahuila, está igual, con los hermanos Moreira enfrentados, con Humberto como candidato a diputado local plurinominal, por un partido local de su creación, enfrenta al PRI local y nacional. Ochoa Reza, sin audiencia ni juicio previo, lo declara expulsado del PRI. Para mí, éstas son señales muy claras de que el PRI perderá las elecciones locales. Muchos ya se empiezan a relamer los bigotes, pues creen, que será el fin de Enrique Ochoa y estarán dispuestos a sacrificarse, tanto Emilio Gamboa, quien prácticamente con sus senadores domina el comité nacional, como Carlos Salinas, quien inteligentemente ubicó a su sobrina, Claudia Ruiz Massieu como sucesora natural.
Insisto, la lucha interna en el PRI por los despojos después del 2018, es lo que prevalece. Eso es lo que importa ahora. Las cosas se le facilitan, porque a diferencia del 2000, cuando se perdió la elección, ahora no hay figuras como Madrazo o Beatriz Paredes, ni gobernadores como José Murat que hagan equilibrios. En aquella época estas fuerzas impidieron que se hicieran del control del PRI Gamboa y compañía, ahora son la mayor fuerza del PRI.
Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana. Correo: amador_rodriguezlozano@yahoo.com