La incertidumbre ocasionada por el
gobierno de Donald Trump sobre el
futuro del Tratado de Libre Comercio
reabre el diálogo sobre la dependencia
del intercambio comercial, qué ha
ganado y perdido México con este
acuerdo comercial y sobre su posible
rompimiento o modernización
La dependencia comercial de México hacia Estados Unidos encendió el primer foco cuando el gobierno de Donald Trump anunció la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLC).
Sin embargo, un grupo de investigadores, analistas y especialistas en comercio internacional, explican que la modernización del Tratado -con más de 20 años de antigüedad- puede ser vista también como una oportunidad para que México diversifique sus mercados e integrar elementos que lo hagan más competitivo.
Eliseo Díaz, investigador del Departamento de Estudios Económicos del Colegio de la Frontera Norte (Colef), explica que el 81 por ciento de las exportaciones que realiza México, se dirigen a Estados Unidos.
“Dependemos crucialmente de ellos”, y ofrece las cifras de la Organización de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNITAC, por sus siglas en inglés) para demostrarlo: en 2015, México exportó 309 mil millones de dólares en productos a Estados Unidos, mientras que de este país importó 236 mil millones de dólares; en términos de la balanza comercial, esto significa un superávit de 73 mil millones de pesos para México.
¿Qué se compra y qué se vende?
El académico explica que el 50 por ciento de las ventas de México a Estados Unidos se concentran en los productos electrónicos que se fabrican en la industria maquiladora, mientras que hay un rubro que comparte cifras altas tanto de importación como de exportación en ambos lados de la frontera: el sector automotriz, que concentra el 30 por ciento del comercio binacional en forma de vehículos ya terminados, o bien, autopartes.
El doctor Díaz indica que México hizo esfuerzos por diversificar sus exportaciones automotrices a otros países cuando Estados Unidos entró en recesión, este país continúa siendo el primer comprador en este sector, seguido de la región de América Latina y de Europa.
En segundo lugar, el 7% de lo que Estados Unidos exporta a México se compone de derivados del petróleo como la gasolina, y en un tercer sitio, están los bienes agropecuarios, tan solo el maíz representa el 1% de lo que México compra a Estados Unidos.
Asimismo, detalla que el 36% de las exportaciones de Estados Unidos, con valor de 516 mil millones de dólares, corresponden a las que hace hacia Canadá y México.
“En 2015, Estados Unidos exportó 280 mil millones de dólares a Canadá. Más de una tercera parte de lo que vende al mundo”, señala.
También refiere que solo la Unión Europea supera al TLC en cuanto a términos de volúmenes de comercio, mientras que el TLC supera a otros acuerdos como los de Argentina-Brasil y de la Asociación de Nacionales del Sureste Asiático.
Si bien el gobierno de Donald Trump ha insistido que es necesario renegociar el TLC o bien desaparecerlo para mantener empleos en Estados Unidos y proteger su economía, el doctor Díaz considera que el mundo del comercio no se concibe bajo esos términos.
“Estados Unidos no puede romper ni obstaculizar el comercio con impuestos porque la conquista de mercados implica el desplazamiento geográfico. Se trata de la integración industrial”, señala.
En cuanto a la amenaza de aplicar un impuesto fronterizo a las importaciones que haga México a Estados Unidos, el investigador del Colef opina: “Es difícil poner en práctica estas medidas comerciales porque bajaría la demanda y la capacidad de compra de las mismas empresas”.
Por si esta explicación fuera poco, el académico remata: “No son los gobiernos los que comercian, son las empresas y éstas buscan ahorrar costos”.
Hay más en juego que solo el comercio
Antonio Ortiz Mena, analista de la consultora estadounidense Albright Stonebrigge Group (ASG), participó en el equipo que negoció el TLC entre 1990 y 1993. “Verdaderamente se hizo en otro mundo, sin celulares ni internet”, recuerda antes de explicar por qué hay que pensar en la modernización del acuerdo y no en su desaparición.
En primer lugar, “la geografía no permite a Estados Unidos ni a México, mudarse a otro lugar y, debido al tamaño de su economía, van a seguir casados. Se pueden llevar bien, mal o regular, pero la separación no es viable”.
El ex jefe de la oficina de asuntos económicos de la Embajada de México en Washington, acudió como uno de los panelistas en el evento “El Futuro de la Asociación Económica de Norte América”, realizado por la Universidad de California en San Diego (UCSD), a finales de febrero de 2017. Ahí fue entrevistado por ZETA.
“Estados Unidos no ha sido muy explícito sobre qué es lo que busca, salvo decir que le inquieta mucho el déficit comercial o que siente que el TLC es injusto o que los negociadores mexicanos les ganaron en la mesa de negociación y tienen que requilibrarse esto, pero no hay propuestas muy concretas”, asegura el también profesor de la Universidad Georgetown.
Ante esta falta de claridad sobre el futuro de la relación comercial, Ortiz Mena afirma que desde la firma en la que labora, ha detectado “inquietud entre los inversionistas estadounidenses en México porque lo que brinda el TLC es estabilidad en las reglas de comercio”.
Continúa: “A las empresas no les gusta le inestabilidad de cuáles van a ser las reglas, incluso algunas empresas preferirían vivir con algunas reglas que no les gustan mucho. Algunas empresas sí están contemplando escenarios de si sería viable o no seguir invirtiendo en México bajo reglas de la Organización Mundial del Comercio, y para la gran mayoría no es deseable, pero sí es viable”.
El analista y ex funcionario federal mexicano agrega que México ha cobrado importancia para Estados Unidos como país destino de exportaciones, específicamente en trigo, res, jarabe de maíz de alta fructosa, entre otros productos. Tal relevancia implica que sería más sencillo para México encontrar otros países de donde importar estos productos que para Estados Unidos hallar nuevos mercados.
Para Ortiz Mena, una separación o rompimiento en el TLC conllevaría implicaciones en otras áreas de la relación bilateral: “Está en juego la posibilidad de cooperar en seguridad, migración, porque se requiere confianza, seriedad y respeto para que pueda darse esta colaboración”.
Según el analista, la relación comercial no es un asunto técnico de la regla de origen, sino que sus implicaciones trastocan temas de empleo, estabilidad y seguridad.
Las áreas a renovar
En el foro llevado a cabo por la UCSD también participó Beatriz Leycegui, socia de la firma SAI Derecho y Economía, fundada por un grupo de abogados y economistas que participaron en las negociaciones del TLC.
Con 25 años de experiencia en comercio exterior e inversión extranjera, Leycegui observa nuevas disciplinas que no han sido integradas a este acuerdo comercial.
Por ejemplo, incorporar reglas sobre facilitación al comercio, lo cual se traduciría en “eliminar todos los trámites, costos con las aduanas, la cooperación y el redespacho de las mercancías”.
La especialista destaca a este Semanario que otro de los grandes rumbos es la cooperación regulatoria. “Al no existir ya barreras arancelarias, el gran obstáculo y el gran costo que tienen para los países es tener que cumplir con requisitos o reglas diferentes en seguridad y salud. Si logramos ponernos de acuerdo en nuestros estándares y nuestras autoridades regulatorias certifican eso, podrían reducirse sustancialmente los costos del comercio”.
En el campo de las limitantes, Leycegui encuentra el tema de la infraestructura, especialmente en la frontera. “Hay que facilitar los cruces, que sean más ágiles, utilizar la tecnología para que se comuniquen de un lado al otro, construir carreteras y puertos”.
Incluso, una modernización del Tratado podría incluir cláusulas para la cooperación en el tema de combate a la corrupción y fortalecer el Estado de Derecho. Sin embargo, de reabrirse el Tratado, esto no implica que no existan riesgos: “Reabrir podría implicar condiciones más restrictivas del comercio, sería muy negativo que se planteara elevar aranceles que hoy en día son de cero, o establecer restricciones al nivel de mercado en cuestión de cupos, o acuerdos voluntarios de exportación que no son positivos, salvaguardas”, profundiza.
Aunque plantea que México ha multiplicado por seis sus exportaciones y los flujos anuales de inversión se han incrementado en volúmenes de 8 o 10%, para la entrevistada, el país “tiene un gran reto en el comercio, cómo integrar mayor valor agregado en insumos nacionales en este proceso, cómo lograr que más de nueve Estados, a los que se les atribuye el 80 por ciento de lo que exportamos ingrese al beneficio de la globalización y cómo lograr que de 35 mil empresas que exporten, no solo sean 500 las que responden por el 75 por ciento del comercio, sino que las PyMEs logren también subirse a ese barco”.
Bajo estos términos, la experta ve urgente que “más empresas, economías y regiones estén involucradas en el comercio exterior. Las regiones que han estado totalmente ausentes en el comercio exterior, son los Estados más pobres del país como Guerrero, Chiapas. Hay varios Méxicos: los orientados al comercio exterior que han logrado dar el brinco y los que no”.
Estados Unidos puede perder si no colabora con México: Ríos Píter
Para el senador Armando Ríos Píter, uno de los grandes errores del gobierno de Enrique Peña Nieto ha sido “no dejar, desde el principio, claro y en evidencia, que México trae muchas cosas a la mesa en las cuales puede dejar de colaborar con Estados Unidos”.
Ante una posición hostil, agresiva y asimétrica como lo que representa el discurso de Trump, es equivocado reabrir el Tratado de Libre Comercio: “No están dadas las condiciones para una negociación que busque ser equidistante, equilibrada y donde, como en cualquier negociación, lo que tenga que haber es un ganar-ganar por cada una de las dos partes”.
En el Senado de la República, Ríos Píter ha presentado recientemente dos iniciativas de Ley que vendrían a cambiar las relaciones comerciales y binacionales con Estados Unidos.
La primera propone dejar de comprar maíz a los Estados del MidWest en Estados Unidos como Indiana, Iowa, Dakota del Sur, Dakota del Norte y Winsconsin, identificados por apoyar el discurso en contra de los mexicanos.
En su lugar, se adquiriría el producto de naciones como Brasil, Argentina y Canadá para así “comprar a otros mercados que sean obviamente mucho más favorables en una relación de respeto y trato digno”.
De igual forma, el legislador propuso revisar todos los tratados y acuerdos intersecretariales firmados con Estados Unidos para que no colabore en temas como el combate al terrorismo con un gobierno que se ha mostrado hostil.
“México debe dejar perfectamente claro que puede, como una nación soberana y en respeto al Derecho Internacional, dejar de colaborar, y entonces, en ese contexto, sentar las bases para un diálogo digno, firme y visionario. Si Estados Unidos no quiere seguir colaborando con nosotros, no tenemos por qué seguirlo haciéndolo nosotros”, concluye.