En México, tres periodistas fueron asesinados con armas de fuego entre el 2 y el 23 de marzo, un cuarto comunicador permanece en una unidad de cuidados intensivos tras recibir cuatro balazos el miércoles 29 de este mismo mes.
El hecho que tres de ellos fueran baleados en un lapso de 10 días, que dos de los atacados radiquen y trabajen en Veracruz y que en ese estado hayan sido asesinados 20 periodistas entre los años 2011 y 2017, proporciona una imagen terrible y clara de los niveles de injusticia e impunidad que hacen posibles estos constantes atentados a la vida de los comunicadores.
Información dada a conocer por la Sociedad Interamericana de Prensa, referente al reporte la Federación Internacional de Periodistas (FIP) indica que entre “1990 y 2015 registraron la muerte de 2 mil 297 periodistas y personal de los medios de comunicación” en el mundo, siendo los países con más al alto grado de mortalidad “Irak (309), Filipinas (146) y México (120)”.
De acuerdo a las historias documentadas por la organización Artículo 19, un total de 30 reporteros han sido asesinados en lo que va del sexenio del presidente Enrique Preña Nieto: 4 en 2013; 5 en 2014, 7 en 2015; 11 en 2016 y 3 en lo que va de 2017, pero todavía falta un año y nueve meses. El precedente son 22 reporteros asesinados en el sexenio de Vicente Fox y 48 con Felipe Calderón. Un total de 100 en los tres recientes sexenios.
Otra muestra de esta impunidad asesina, está en las cifras dadas a conocer por el portal Animal Político cuando la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), les informó que de julio de 2010 al 31 de diciembre de 2016 recibió 798 denuncias, y de ese total de expedientes obtuvo solo una sentencia en 2012 y dos en el año 2016.
Este marzo 2017, cuatro periodistas han sido atacados, tres fueron ultimados:
* A Cecilio Pineda Birto de 38 años, colaborador de La Jornada y la Voz de Tierra Caliente, lo asesinaron a balazos el jueves 2 de marzo en Guerrero. En septiembre de 2015 había salido ileso de otro ataque a tiros, y de esa fecha hasta octubre de 2016, tuvo medidas de protección que le fueron retiradas por ausencia de riesgo y porque no aceptó el refugio que se le ofrecía en la Ciudad de México
La revista Proceso informó que previo a su muerte refirió que las autoridades estatales encabezadas por el gobernador Héctor Astudillo, sabían dónde se escondía el líder criminal de “Los Tequileros”, Raybel Jacobo de Almonte, pero no lo detenían porque había compromisos.
* Las balas alcanzaron a Ricardo Monlui de 57 años, director del portal El Político, columnista de El Sol de Córdoba, y el Diario de Jalapa, en Yanga, Veracruz, el domingo 19 de marzo. Los medios locales reportaron que en diciembre de 2010, el columnista acusó a la policía municipal de Córdoba de haber secuestrado, herido y abandonado a su hijo del mismo nombre.
* A Miroslava Breach Velducea de 54 años, corresponsal de La Jornada, un sicario le quitó la vida disparando un arma calibre 38 en Chihuahua el 23 de marzo, y dejó un mensaje en la escena del crimen que según La Jornada era “Por lengua larga. Siguen llegados al gobernador y el gober. El 80”, apodo del delincuente identificado como Carlos Arturo Quintero.
Breach realizó una serie de investigaciones periodísticas que evidenciaron la corrupción del ex gobernador –hoy prófugo– César Duarte y varios de sus funcionarios.
Para el gobernador de Chihuahua y amigo de la víctima, Javier Corral, la principal línea de investigación es que la periodista “denunció y documentó el vínculo de la política estatal con el narcotráfico, sobre todo en las candidaturas que se presentaron en varios municipios de la Sierra de Chihuahua”.
*Al jefe de redacción del Diario la Opinión en Poza Rica, Veracruz, Armando Arrieta de 51 años, le dispararon la madrugada de este miércoles 29 de marzo cuando arribaba a su casa, permanece grave en el Instituto Mexicano del Seguro Social. El 8 abril de 2005, Raúl Gibb Guerrero, dueño del mismo medio de comunicación fue acribillado dentro de su camioneta al salir de trabajar.
Ira, tristeza e impotencia son sentimientos que irremediablemente se mezclan al conocer del asesinato de un periodista por hacer uso del derecho fundamental de hacer bien su trabajo, y exponer a gente que no cumple con el suyo. A funcionarios que abusan del erario y roban a la sociedad, o por hacer más públicas las actividades de los traficantes y asesinos que en México no se esconden, o una mezcla de las dos cuando los representantes del Estado se unen a los criminales.
Para estos políticos, narcos o narco políticos, no es suficiente que policías, ministeriales y demás corporaciones de seguridad, autoridades de gobierno se coludan, sean corruptas, cómplices o ineficientes. Además quieren cometer todo tipo de delitos sin que nadie los evidencie.
Sí, estas vidas truncadas, la sangre derramada, impactan el pensamiento crítico y el aún limitado periodismo comprometido en México, pero lo que da el tiro de gracias es definitivamente la impunidad generada por los gobiernos que sin vergüenza, se manchan las manos de sangre al aceptar y solapar estos ataques a la libertad de expresión, y el derecho de la sociedad a ser informados.