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miércoles, marzo 12, 2025
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Tome su parte…

De Trez en Trez

 

 

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1.- Los resultados poco favorables que obtiene nuestro país en materia educativa bien pueden derivarse de algunos factores en los que a todos como sociedad, nos toca un tanto de responsabilidad. Bien por no estar al pendiente de nuestros hijos, ya sea por utilizar estrategias que en ocasiones no ayudan a que nuestros alumnos aprendan, o, cuando es el gobierno quien no cumple con su obligación de garantizar el derecho de educación en escuelas debidamente equipadas y para colmo, el sistema educativo no funciona como se debe.

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Según el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) 2015, llevado a cabo por la OCDE, México está por debajo del promedio de los países pertenecientes a esta organización en ciencias, matemáticas y lectura; de los estudiantes mexicanos de 15 años a quienes se examinó, menos del 1% lograron niveles de excelencia en estas asignaturas.

Esta prueba PISA se realiza cada tres años, busca medir conocimiento y habilidades de los jóvenes de 15 años, y en 2015 se evaluaron a 540 mil estudiantes en 72 países pertenecientes a la OCDE, de los cuales, solo 12 elevaron su rendimiento en una década.

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Se sabe ya, que los magros resultados obtenidos por nuestro país sirvieron para echar pestes contra los docentes en particular y contra la educación pública en general, pero, insistimos en analizar el contexto de dichos resultados en los que todos somos responsables. Gobierno, padres de familia, docentes, alumnos y sociedad.

El 52 % de los estudiantes mexicanos lograron los aprendizajes mínimos en ciencias, 43% en matemáticas y 59% lectura. En matemáticas se mejoró en 5 puntos por cada tres años entre 2003 y 2015.

Estamos mal pues, en matemáticas, español (lectura/escritura) y ciencias, materias básicas que se imparten con especial atención en la escuela primaria y la secundaria, no es válido fijarse solo en el lugar que se ocupó entre los más de 70 países evaluados porque no son las mismas circunstancias, lo mismos niveles socio económicos, ni la población total, ni tampoco las políticas educativas son igual de efectivas aquí o allá.

2.- Se trata más bien, de tomar lo que nos corresponde y ayudar a mejorar este desempeño escolar que se ve cada más amenazado. Los alumnos y alumnas se muestran indolentes con sus deberes académicos, los padres permisivos y descuidados en su involucramiento en la educación de sus hijos y los docentes aplican estrategias de aprendizaje que en ocasiones no ayudan y para colmo, hace tiempo enfrentan la amenaza por parte de su patrón (los gobiernos estatales o el federal) en materia laboral, cuando se supone los deberían apoyar.

Algunos –muchos por desgracia– padres y madres de familia confunden las escuelas con guarderías, donde envían a sus hijos para que se los “cuiden” y hasta ahí, no se vuelven a parar en ella, no atienden los citatorios, y tampoco se preocupan por estar al pendiente del rendimiento escolar de sus hijos.

Alumnos que no tiene el hábito de leer, que utilizan el internet con ánimo de divertirse, que no explotan al máximo el potencial de las páginas electrónicas, que se han convertido en adictos a las llamadas redes sociales, por lo que se han formado la mala costumbre de escribir rápido y mal, sin fijarse en la ortografía con el pretexto de la rapidez y el espacio. De la letra escrita a mano, luego hablamos, merece capítulo aparte.

Por lo tanto, cuando hay necesidad de leer (que no de “ler”) pues la flojera les invade y preguntan: ¿Todo eso? Se apodera de ellos una de las más letales perezas: la pereza mental. La que los bloquea y les impide pensar, imaginar, deducir, entender; así, pues nada más no se puede. Si no se sabe leer, si no se comprende lo que se lee, difícilmente entenderá muchas cosas de todas y cada una de las asignaturas que cursa.

Y ahí están, como zombis frente a una pantalla de una tablet, de un teléfono celular, de su computadora o consola de videojuegos, escuchando o viendo en sus artilugios electrónicos música o videos de dudosa calidad, de pésima letra y mensaje; disfrutando de programas de televisión insulsos, plagados de estereotipos de moda, odas al narcotráfico, al dinero fácil y a la violencia.

3.- Y si a esto le agregamos más ingredientes, pues ya está:

Un sistema educativo que no funciona como tal, gobierno que no cumple con sus obligaciones en materia educativa, que ni siquiera sabe cuántas escuelas tiene y cómo están equipadas, autoridades del ramo exigiendo resultados aprobatorios al docente que ayuden a maquillar las cifras y las estadísticas para no vernos tan mal, casi obligándolo a pasar a los estudiantes aunque no tengan las condiciones para aprobar tal o cual asignatura,

Altos funcionarios en materia de educación que están en sus puestos –con honrosas y muy contadas excepciones– tan solo por ser cuate, amigo, compadre, compinche, o compañero del partido que está en el poder y que se sirven de la educación y no sirven a la educación como debería ser.

En uno de sus tantos textos en la prensa nacional, el historiador, escritor, articulista y conferencista mexicano, Francisco Martín Moreno afirmó: “El principal problema (de México) es el fracaso educativo… somos un país de reprobados en ética, en ciencias, en lectura, en operaciones elementales aritméticas”. Empezando por la clase gobernante.

Así pues, no generalizamos, tome usted la parte que le corresponde como padre o madre de familia, como profesor, como autoridad, como alumno o alumna, como miembro de la sociedad; haga un mayor esfuerzo y tal vez logremos mejorar.

 

Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana. Correo: [email protected]

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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