La ceremonia religiosa efectuada en tu honor el 15 de octubre de 2016 en la Iglesia de Guadalupe de la Zona Río de esta ciudad, fue de un lleno total. Familiares y amigos acudieron a darte el último adiós, destacando la presencia de vecinos de la calle 16 (Pino Suárez) de la colonia Libertad, donde fuiste muy conocida.
Las expresiones dolor y solidaridad por tu partida, se dejaron sentir en las redes sociales, coincidiendo en que fuiste una mujer franca a carta cabal, con un temple de lealtad, valentía y puntualidad en todos los actos de tu vida.
Al término de la liturgia recibí las sinceras y mutuas condolencias de tu hermana Tere, tu sobrina Michel, tu amiga Norma y una Señora que no conocí, quien cumplió tu encargo de decirme cuánto me habías querido, invadiéndome el dolor y sufrimiento de tu última voluntad hacia mí. Fuiste doblemente correspondida.
Al estar leyendo la Biblia el último día de tu novenario, la veladora produjo un fuerte estruendo, apagándose repentinamente. ¿Algún mensaje me quisiste dar? Por esta y otras manifestaciones que me han sucedido, sin resultar vehemente, te considero una santa. Gracias por haber existido.
Recuerdo cuando nos unimos, me dijiste que al igual que tu madre, tú serías mujer de un solo hombre, lo que cumpliste a cabalidad, y me hizo sentir infinitamente orgulloso y agradecido por tal distinción que no merecí.
Conservo todas tus efusivas y sentidas cartas de felicitación y cumpleaños que me dedicaste, lo cual también hacías con tus seres queridos y amigos más cercanos, acordándote de las fechas de sus onomásticos, aunque siempre añoraste su corresponsabilidad, es por eso que tardíamente te dedico estas remembranzas para descanso de tu alma y mi espíritu.
Tal vez por las penurias de tu existir, llegaste a manifestar que nunca más querías regresar a este mundo y en la desesperación de tu muerte solo querías irte caminando sin retorno alguno. No viviste en vano, dejaste un ejemplo de vida y a muchas personas que te quisieron por tu manera de ser.
Las mismas gentes que te quisieron se acordaron el 23 de enero, día en que cumplirías 61 años, a quienes agradezco infinitamente.
Nada más quedó pendiente el secreto que dijiste me dirías al morir, lo cual no sucedió por no haber estado en el momento de tu deceso, llevándotelo contigo al infinito, donde pronto nos encontraremos.
A casi 6 meses de tu partida, te tengo un altar permanente, pero sé que debo dejarte ir de este plano terrenal, para que descanses eternamente, Esther Molina Torres (23 de enero de 1956-17 de setiembre de 2016). Misión cumplida.
Juan Manuel Estrada Alarcón
Tijuana, B.C.