“La gente se cansó de salir a la calle nomás a gritar”, dijo un activista respecto a la convocatoria del domingo 5 de febrero, que apenas reunió a mil participantes, a diferencia de la primera manifestación contra el gasolinazo que en el puerto registró cerca de 10 mil personas
La que se anunció como la tercera gran marcha en Ensenada, en el emblemático 5 de febrero, el domingo pasado, no reunió a más de mil personas. A diferencia de la primera, en que se calcularon 10 mil.
“Porque la marcha vino hacia acá y no hacia allá”, justificó un manifestante atribuyendo a que en esta ocasión el contingente se dirigió hacia el Centro de Gobierno del Estado, al sur de la ciudad, y no hacia la Plaza Cívica en la Zona Centro de la ciudad, como es la costumbre.
Partiendo del Monumento a Lázaro Cárdenas, los manifestantes completaron casi seis kilómetros en una hora y media, hasta la explanada de las oficinas gubernamentales, donde las personas prontamente se fueron disipando por la falta de un orden del día y propuestas, por la presencia de oradores sin discurso.
Aunque se repitieron las consignas contra Enrique Peña Nieto y Francisco Vega de Lamadrid, y se agregaron cánticos en contra de aquellos, la enjundia aminoró, y ya en la explanada el tema se centró contra el Decreto 57 de la Ley Estatal de Asociación Público Privada para Baja California, que de cualquier forma promueve la privatización: “¡Otra vez nos dieron atole con el dedo!”.
Con más información pero aún sin propuestas, un grupo como de diez personas en el estrado, flanqueados a diestra y siniestra por la misma cantidad de policías estatales, intentaban encender el ánimo con retórica cuya contundencia se fue ausentando conforme fueron expulsando del movimiento a los tradicionalmente líderes sociales o agitadores en el puerto como Ramiro Orea, “El Pituko”, o a políticos como Eloísa Talavera y Marco Antonio Blásquez.
Todavía un domingo antes, en una convocatoria ciudadana que no reunió a más de 100 personas, integrantes del movimiento -que ahora se resume con el título “Mexicali aguanta, Ensenada se levanta”- todavía no se ponían de acuerdo entre la pertinencia de mantener tomado el Congreso local, y la necesidad o no de voceros y representantes. También se reprochaba la falta de un pliego petitorio, como ya lo tienen otros municipios.
Francisco Martínez Pizeno, activista social que no ha faltado a ninguna de las marchas, resumió: “La gente se cansó de salir a la calle nomás a gritar”.
“La gente siente que ya exteriorizó su inconformidad, siente que ya fue atendida en muchos de sus puntos”, consideró por su parte Pablo Alejo López Núñez, subsecretario del Gobierno del Estado, quien ve “ha disminuido la intranquilidad, la inconformidad, pero todavía faltan cosas de fondo que resolver”.
“Ahí más o menos se han ido anunciando programas, incentivos, que equilibren esa situación adversa”, dijo el representante del gobernador “Kiko” Vega en Ensenada, quien afirmó que la relación con los manifestantes se ha ido relajando porque no ha faltado diálogo.
“Efectivamente las primeras manifestaciones llegaron en tonos muy exaltados por parte de las personas que lideraban, pero poco a poco les fuimos demostrando que los problemas no estaban aquí, que aquí no se habían generado, que no estaba en nuestro ámbito resolverles todas sus inquietudes”.
Los pocos manifestantes que se mantienen a la puertas del Centro de Gobierno, durante los primeros días increparon a Alejo Núñez para que convocara a Francisco Vega a presentarse en Ensenada y hablar con los manifestantes, incluido el ex candidato independiente a la alcaldía, Omar García Arámbula, quien regresó de la Ciudad de México ex profeso.
Exigían al funcionario, junto con el resto de los protestantes, a llamarle telefónicamente a “Kiko” en ese momento y viniera a atenderlos: “Para eso se inventaron los celulares, si no tiene crédito, le pasamos recarga”, le propusieron, además de prodigarle insultos.
“¡Nada! Qué vamos a acordar si no tiene respuestas para nada el amigo…”, respondió envalentonado a ZETA uno de los aproximadamente seis manifestantes que sostienen plantón en las oficinas de gobierno, respecto al subsecretario Núñez.
“Desde el primer día que nos plantamos lo sentamos aquí, pero ni siquiera sabe cómo comunicarse con el gobernador”, refirió Juan Zacarías, y aunque ahora se vea más calmado todo, “al ratito se desata”.
El grupo solo atina a responder que el tema de protesta es el Decreto 57 y la solidaridad con sus compañeros de Mexicali. Permanecerán en el sitio hasta que sus representados en la capital del Estado lo decidan, mientras que el subsecretario en Ensenada les reitera que él no puede actuar porque no pueden adelantarse a las decisiones que el gobernador está acordando en Mexicali.
Para emitir alguna información, mencionaron como personas autorizadas a las licenciadas “Rita” o “Marisol”, sin apellidos, y reiteraron su rechazo a líderes que quisieron sumarse al “movimiento popular ciudadano”, de los que consideran solo quisieron beneficiarse personalmente, ser protagonistas.
Ramiro Orea, “no lo queremos al güey ese aquí, por eso lo abrimos.”, el “Pituko”, “también para afuera… para afuera”, Omar García “está en México, está estudiando, él es otro rollo”, Marco Antonio Blásquez “¡ese ni lo mencione! Prometió a mucha gente y hasta pensamos ‘éste es el mejor…’”.
El asesor político Jorge Arturo Ruíz Contreras, opinó que las protestas han ido feneciendo después de tanta energía liberada y buenas intenciones, pero han faltado tácticas y estrategias. Expuso que mientras por un lado los mismos ciudadanos convocantes rechazaron el afán de protagonismo de viejos líderes y agitadores sociales ampliamente identificados, por otra parte los líderes espontáneos de estas protestas se han ido dividiendo a causa de sus diferencias de perspectivas e intereses.
“Mientras tanto la clase política, los integrantes del repudiado gobierno, observando al rebaño agitado, y en guardia, como lobos astutos, esperando a que el estado emocional amaine…”, concluyó el analista.