Cuando la cruda aparece
después de tanto tomar
no sabemos qué acontece,
no hallamos nuestro lugar.
Las copas no deben ser
en la noble humanidad
quien cambiará el proceder
de la buena sociedad.
El que toma no produce
por andar con la bebida,
porque tal vicio lo induce
a desperdiciar su vida.
Si bebemos con cordura
como indica el calendario
cambiaríamos la lectura
que se lee en el diccionario.
Pues ahí dice: “catador”,
es quien cala el buen vinillo,
pero si es muy bebedor,
se le llama “borrachillo”.
Si se toma con frecuencia
sin medir la cucharada
se pierde la inteligencia
pronto y en cada probada.
¡Qué pesadillas tan crueles
sufres durante una cruda!,
sueñas con horribles seres,
¡qué mal la pasas!, no hay duda.
No hay que tomar tan seguido,
no lo aconseja la Biblia,
sabemos que no es debido,
se pierde hasta la familia.
Hay quienes beben tan fino
que dicen. ¡Ah, qué muchacho!,
y a los que toman peor vino
les gritan. ¡Viejo borracho!
Y como dijo el poeta:
aunque sea perdiendo el juicio
no quiero ni una probeta,
porque yo no soy del vicio.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva
Tijuana, B.C.