De Trez en Trez
1.- Tres o cuatro hilos de alambre de púas sostenidos por pedazos de madera o ramas de árbol de poco más de metro y medio de alto, entre ellos había una abertura por la que fácilmente cabían las personas; iban a lo largo de la carretera cercana al aeropuerto de Tijuana, en la Mesa de Otay, tras ese cerco se veían amplios sembradíos de hortalizas de baja altura. Los propietarios de los cultivos dejaban pasar a las personas que vivían en el lado mexicano para que recogieran el producto que, a propósito dejaban sin cortar, entraban, recogían y se salían.
Por el rumbo de San Ysidro, California, entre la colonia Libertad de Tijuana, el cerco divisor era apenas una malla que no impedía “el brinco” o el corte del mismo para pasar a Estados Unidos. Por el lado de Playas de Tijuana igual, desde el centro de la ciudad siguiendo por la avenida Internacional hasta el monumento limítrofe frente al Océano Pacífico existía un cerco de lámina corrugada, nada más.
Por aquel entonces, las filas en la garita internacional (solo existía una), no eran tan largas, en ocasiones especiales –los domingos de festejos en el Toreo de Tijuana o en el Hipódromo de Agua Caliente de Don Juan “Johnny” Alessio Massa– se extendían hasta el Monumento a la Madre, de tal forma que era fácil cruzar a USA, a veces hasta dos o tres ocasiones ¡en el mismo día! Para tramitar el llamado “pasaporte local”, era necesaria la “forma 13” que expedía la Delegación de la Secretaría de Gobernación en la Puerta México, luego acudir con los “gringos”, dos que tres preguntas, una placa de “rayos X” del tórax y si no había nada se entregaban tu pasaporte. Nada de largas filas, tampoco cuota alguna que pagar, ni pensar el envío por “paquetería”.
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Pasaporte local en mano, uno se daba vuelo yendo y viniendo “al otro lado”, por el “mandado”, por 25 centavos de dólar por máquina a lavar la ropa de la semana (¡secada gratis!), a comer unas hamburguesas, visitando el famosísimo Zoológico de San Diego, de excursión por los museos del Parque Balboa, y con la llegada de MLB en 1969 asistiendo a los juegos de los Padres de San Diego, allá en Mission Valley por la carretera interestatal 8.
2.- Era otros tiempos. Los de Dwight D. Eisenhower 1953-1961, John F. Kennedy 1961-1963, Lyndon B. Johnson 1963-1969, Richard Nixon 1969-1974, Gerald Ford 1974-1976, James Carter 1976-1980, luego llegaron Ronald Reagan 1980-1988, George Bush (padre) 1988-1992, Bill Clinton 1992-2001, otro George Bush (hijo) 2001-2009 y recién se fue Barak Obama y…los recuerdos chocaron estrepitosamente con la actual realidad.
Todo iba bien hasta que empezó a ir de mal en peor….
Contra todos los pronósticos, llegó Donald J. Trump como presidente número 45 de los Estados Unidos y sucedió lo que todo el mundo ya sabe.
Precisamente por todos los agravios en contra de nuestro país, sus pobladores y las groserías diplomáticas de Trump y de sus “órdenes ejecutivas” que firma a diestra y siniestra se gestó una especie de “nacionalismo súbito” entre muchos mexicanos, al que miraron de reojo algunos –aunque se diga lo contrario– trataron de jalar la atención hacia el mandatario gringo para desviarla del mexicano y de la caída libre que sufre su nivel de aceptación, su tibieza y su falta de energía y decisión.
Luego de las respectivas convocatorias, vinieron los dimes y diretes, los desacuerdos, las descalificaciones, los acuerdos, los pros y los contras, de nuevo los desacuerdos, las declaraciones, las contradeclaraciones. Y vino el domingo 12 de febrero en la Ciudad de México y la marcha se dio.
3.- No sé si bien o mal, no convencieron ni el propósito ni la (des) organización, menos el resultado; hubo divisionismo, orgullos, vanidades propias, agua p’al molino, lo cierto es que ciudadanos de diversos estratos salieron, no como se esperaba pero salieron. Muchos sin mala idea, con real interés ciudadano por lo que sucede aquí y allá.
Mentadas de madre en inglés y es español hubo tanto para Trump como para “Enriquepeñanieto” pero, la mayoría de los medios hablaron únicamente de la “marcha anti Trump” sin mencionar claramente los gritos de reprobación al mandatario mexicano. Isabel Miranda de Wallace, convocante de una de las marchas, se vio precisada a abandonarla prematuramente, por cuestiones de “seguridad” dijo ella. No se reunieron, no se juntaron… ni para entonar el himno nacional a la hora acordada. La unidad cacareada fue un soberano desastre.
Sin embargo, la desilusión, el desencanto y el desengaño se hicieron presentes entre los personajes harto conocidos que respaldaron la mentada marcha, misma que ni cosquillas le hizo al presidente Trump.
Al final, se puede concluir que no sabemos decidirnos, ni organizarnos, ni trabajar unidos abandonando todo anhelo personal en aras del bien común. Una de las principales organizadoras, María Amparo Casar, Licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, con Maestría y Doctorado por la Universidad de Cambridge, además de colaboradora en varias publicaciones y medios electrónicos, lo dijo: “Se sobreestimó el enojo contra Trump y subestimamos el enojo contra EPN”. Mencionó además que es tiempo de hacer una reflexión para mejorar y ver lo que sigue. Veremos…
P.D.- Hoy no hay, sigue marchando aquí y allá, preocupada por el papel que está haciendo la clase gobernante frente a Donald Trump…Y también por lo que mal hacen con México y los mexicanos.
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana. Correo: [email protected]