El artista expone “Retro-30” a partir del 16 de febrero de 2017 en la galería internacional del Centro Estatal de las Artes (CEART) de Tecate. “Lo que yo intento captar en mi obra primero es la vida, la vivencia, que sean personajes vivos, valiosos para la humanidad, y en otro orden de ideas quiero transmitir la felicidad, el gusto por la vida”, explicó a ZETA
Era junio de 1987 cuando, en uno de esos días, Gabriel Adame no sentía muchas ganas de practicar cirugías dentales. Así que mejor fue a ver al maestro Álvaro Blancarte para probar suerte como pintor en el taller ubicado en Prolongación de la Avenida Juárez de Tecate, rumbo a Tijuana. En aquel entonces Adame tenía 37 años de edad y Blancarte, 53.
Entre las siluetas femeninas de obras de la “Serie erótica Cuchumá”, el detalle de personajes naif y escenarios tecatenses de “Monitos curados” y las personalidades de los coloridos cuadros de “Divas”, en el taller “La Panocha” ubicado al pie del cerro homónimo de Tecate, Gabriel Adame recuerda que así empezó todo.
Tres décadas han pasado de aquella afortunada decisión en que Adame incursionó en la pintura, motivo por el cual precisamente para celebrar 30 años en la plástica el ahora artista tecatense exhibe la individual “Retro-30”, a inaugurarse el jueves 16 de febrero a las 7:00 pm en la galería del Centro Estatal de las Artes (CEART) de Tecate; con la participación de Eva Chávez al piano y Rafael Elizondo en la guitarra.
Camino al arte
Gabriel Adame cuenta que nació en el Callejón Madero número 200 en pleno Centro de Tecate, el 22 de noviembre de 1950.
Hijo de Gabriel Adame Ceballos y Esther Loustaunau de Adame, Gabriel Adame Loustaunau migró de norte a sur: Viajó de Tecate al entonces Distrito Federal a estudiar la preparatoria en 1967 para posteriormente cursar la carrera de cirujano dentista en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aunque en los años de universitario veía el arte solo de reojo:
“En la época en que yo estudié en la Ciudad de México había un boom de artistas como siempre lo ha habido, fue en la época en que se pintó el mural de Siqueiros, yo vivía por ahí cerca de Insurgentes donde estaba haciendo el mural en el Polyforum; yo pasaba y lo veía, pero a mí no me llamaba la atención; trabajaba yo en un consultorio con un dentista muy famoso que estaba en la calle de Génova número 2, colonia Juárez, que es la Zona Rosa, que era importantísima, llena de galerías, poetas, escritores, teatro, en fin”.
Después, rememora pacientemente Gabriel Adame:
“Regresé a Tecate en 1974 a trabajar con mi padre que era el primer dentista que hubo en Tecate, a fines de diciembre de ese año me casé con mi esposa Piedad Mimendi Gutiérrez, una compañera de la universidad que también es dentista, procreamos dos hijos, Diana y Juan Pablo, él también es dentista, ella es sicóloga”.
Entre 1974 y 1987, la vida de Adame transcurrió en su consultorio dental, quizá también puliendo el pulso para el milimétrico detalle de sus obras.
“La verdad la pintura nunca me llamó la atención hasta que conocí a Blancarte y nos invita a pintar. Fui, lo saludé en su taller, me enseñó su obra, me apantalló, me explicó unos cuadros muy grandotes. Y empezamos a trabajar, desde entonces”, recuerda el autor.
— ¿Por qué prefirió la escuela de Blancarte?
“Simple y sencillamente porque así se dieron las cosas, Blancarte a lo mejor por su entusiasmo”, contesta contundente Gabriel Adame y luego recuerda el dibujo como fundamento de la pintura que le inculcó su maestro:
“Hicimos una serie de dibujos, Blancarte me puso a dibujar primero. Yo quería pintar, yo quería color, me decía ‘espérate, o sea’; Álvaro era un maestro muy sabio, que tiene un gran don de maestro de que sabe dirigirte por dónde ir y te da la libertad de hacerlo. Entonces, me dijo, ‘vamos a dibujar’; pues empecé a dibujar el tiempo que él dijo y ya después empezamos a pintar”.
Reconoce en el dibujo aquellas jornadas tallereando:
“El dibujo es la base en cuanto a perspectiva, en cuanto a forma, en cuanto a distancias, en cuanto a trazos, el dibujo te enseña mucho. Ahora, si particularmente tocas el punto de la pintura abstracta, la gente piensa que no necesita dibujar para hacer eso, se les hace muy fácil y no es así; el dibujo es la base de todo”.
Adame también rememora su primera exposición a propósito de sus primeros cuadros que luego se convertiría en su célebre “Serie erótica Cuchumá”:
“Estando yo en el taller con él pintando fue cuando se iba a inaugurar la Extensión Universitaria de la UABC de Tecate; entonces, fueron por él, estábamos pintando ahí en el taller y llegaron a invitarlo para que fuera a dar clases, y dijo ‘pues está bien, pero me llevo a mi alumno’; dije ‘qué rollo’, yo no esperaba eso; ‘sí, dijo’. Además exigió él que el día de la inauguración estuviera una exposición mía, y así fue, fue mi primera exposición de la ‘Serie erótica Cuchumá’ en abril de 1988”.
Lo demás es historia, pues la obra de Adame ha sido expuesta en diversos recintos tanto de México como de Estados Unidos, como Amsterdam Whitney Gallery de Nueva York, Galería Cincinnati Ohio, Galería Dos Damas San Diego, ex Convento de San Agustín de Zacatecas, Museo Felguérez, Museo de la Ciudad de Aguascalientes, Galería del Politécnico Nacional, Centro Nacional de las Artes y Centro Asturiano, por citar solo algunos.
30 años después
A propósito de la exposición “Retro-30” que incluye obra de pequeño, mediano y gran formato de las colecciones “Serie erótica Cuchumá”, “Monitos curados” y “Divas”, Gabriel Adame también refiere los orígenes de sus pinturas:
“La ‘Serie erótica Cuchumá’ de alrededor de 150 obras nació por un dibujo que hice en el anverso de un calendario, se la llevé al maestro Blancarte y me dijo ‘de aquí vas a hacer una serie’, y así nació; son mis vivencias de aquí en Tecate que está rodeado de cerros y mujeres hermosas también; entonces yo traté de incluir en eso la sensualidad de la mujer; la serie está compuesta por cerros con formas femeninas”.
Por supuesto, la obra de Adame también está definida por los personajes naif y entrañables escenarios tecatenses:
“En la serie ‘Monitos curados’ yo quería desde un principio pintar al pueblo, entonces empecé a hacer monitos y empecé a hacer escenas típicas de Tecate, bares, aduanas, la americana y la mexicana, están algunos personajes de aquí del pueblo, escenas urbanas, pero finalmente esa serie fue creciendo en el sentido de que no es nada más privativa de Tecate, porque hasta una ciudad grande tiene barrios, tiene un señor que vende fruta en el mismo lugar, el señor que vende el periódico ahí, que son conocidos en ese barrio”.
Y, finalmente, no pueden faltar las personalidades coloridas de algunas célebres mujeres:
“‘Divas’ es una serie de retratos de mujeres famosas y las escogí pensando yo que ésas eran divas, las que están en el celuloide, en el show business”.
— ¿Qué busca captar de sus personajes, escenarios tecatenses, los cerros y las divas famosas?
“En la serie de ‘Monitos’ trato de que cada uno tenga una característica, de que cada uno tenga un color, una personalidad, entonces por eso detallo; todos los ‘Monitos’, hasta el más chiquito, tiene sus detalles; y en las ‘Divas’ con mayor razón, porque es una aspiración hacer retrato, el retrato tiene que tener todos los detalles.
“A mí me gusta mucho el color, me sienta muy bien, me siento muy bien pintando, me la paso muy feliz aquí en el taller, tengo la fortuna de que el maestro está aquí conmigo, me sigue dando lecciones, me sigue dando consejos.
“Como dentista yo creo que tengo esa habilidad para la pintura porque trabajamos en superficies muy pequeñas, como los dientes y las muelas. Básicamente toda mi obra es pintura acrílica sobre tela con textura, utilizamos marmolina, talco, blanco España, pegamento, pero la pintura en sí es acrílico”.
Luego sentencia Gabriel Adame:
“Lo que yo intento captar en mi obra primero es la vida, la vivencia, que sean personajes vivos, valiosos para la humanidad, y en otro orden de ideas quiero transmitir la felicidad, el gusto por la vida”.
En voz de Blancarte
En cuanto a la obra reunida en “Retro-30”, que incluye aproximadamente 60 piezas, Álvaro Blancarte explica a ZETA, ya desde el punto de vista curatorial:
“El criterio de selección para esta exposición está muy ligado a todo el conocimiento que tengo yo de la obra que ha hecho Gabriel desde sus inicios hasta la fecha, no ha habido nada que no haya visto cuando inicia o cuando termina; haciendo una liga de lo que ligó Gabriel como tema dentro de sus mismas series, eso refleja una unidad al momento de hacer una selección que no se dispara de un cuadro a otro.
“En la ‘Serie erótica Cuchumá’ yo intento hacer la liga máxima compositiva y colorística de lo que yo pienso que es lo más importante de la serie, que inclusive sin ninguna duda está muy ligada a los últimos tres polípticos que hizo Gabriel, es una obra grande, va a ser casi el amarre completo del concepto de lo que es la ‘Serie erótica Cuchumá”.
“El interés que puse de ‘Monitos curados’ es ver la fiesta del pueblo de Tecate, la aduana, lo que es Tecate como ciudad, más que los retratos, porque si meto un retrato va a competir con las ‘Divas’, entonces yo creo que no debe competir en ese aspecto, los espejos tecatenses son para mí muy importantes. Y de las ‘Divas’ me interesan los retratos, más que los personajes tecatenses”.
— Finalmente, en términos estéticos, ¿cómo podría definir la obra de Gabriel Adame?
“Es una obra naif, sobre todo los ‘Monitos curados’. La ‘Serie erótica Cuchumá’ no es una obra naif, es una obra diseñada con una idea de lo que es un paisaje, no es un paisaje obvio, es un paisaje inventado, todo está basado en la montaña Cuchumá, saliéndose de lo que es el símbolo de la montaña Cuchumá, las formas de las montaña, un poco la forma de mujer, el glúteo de mujer. Es un paisaje diseñado por Gabriel, eso no es naif; naif viene siendo ‘Divas’ y ‘Monitos curados’”.