El contexto nacional con el cual arrancamos el 2017 está muy descompuesto. Alzas por aquí y por allá, incertidumbre política y económica ante el entorno mundial desfavorable y la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Por si fuera poco, tenemos desafortunadamente un gobierno débil, nulo liderazgo e incapaz de generar confianza.
Se percibe a una ciudadanía en general muy molesta pero que no encuentra los mecanismos efectivos para expresar su inconformidad y sobre todo que sirva de algo. Ante el aumento en los precios de la gasolina vemos manifestaciones en diferentes partes de la república, espero que sean auténticas y no grupos con intereses políticos o empresarios transportistas que no quieren pagar más (entendible) pero sí seguir proporcionando un pésimo servicio (no entendible). Dañar a los demás no es justificable. Ojalá y entre los manifestantes estén participando personas “de a pie” que ven afectado injustamente su ingreso familiar.
El mexicano en general está muy acotado para hacer valer su sentir, platicando con una persona recientemente me expresaba su frustración por no tener alternativas de comunicación con el gobierno en general. Algunos dirán que el voto es la herramienta más poderosa para que un gobernante haga bien su trabajo ya que ahora existe la alternativa de reelegirse. Me parece una buena medida que estará a prueba en los siguientes años. Quien aspira a reelegirse ahora tendrá que salir a la calle a solicitar nuevamente la confianza ciudadana, veremos quién se siente con los argumentos suficientes para poder hacerlo.
El problema es que tendremos que esperar 3 ó 6 años para esa oportunidad de premiar o castigar a un gobernante o legislador, pero mientras tanto no hay mecanismos efectivos de interacción. Los medios de comunicación tradicionales van poco a poco perdiendo fuerza y en infinidad de ocasiones están más preocupados por su propia agenda que aquella que tiene que ver con la población.
Por su parte los partidos políticos dejaron de ser opción cuando les ganó la ambición de poder y se convirtieron en una fortaleza de proyectos personales por encima de aquello que los llevó a sus fundadores a constituirse en una agrupación. Lo anterior más allá de ser una apreciación propia es una realidad.
En las diferentes encuestas que miden la percepción de la gente sobre las instituciones son los partidos políticos junto con las corporaciones policiacas las consideradas más corruptas.
Las redes sociales son otra alternativa, para unas cosas sirven pero para otras se pierde entre la infinidad de mensajes en su mayoría rayando en las descalificaciones bajo un manto protector llamado anonimato. Hoy en día las redes sociales sin perder su importante valor también pueden ser fácilmente manipulables. En lo que ha tenido éxito es en aquellas denuncias sobre abusos de gran impacto, por ejemplo un funcionario federal viajando en helicóptero para asistir a una consulta médica o despedir a su familia que se va de viaje pero difícilmente una denuncia o un señalamiento ciudadano se refleja en una acción de gobierno por más mínima que ésta sea.
La clave para todos los órdenes de gobierno será en buscar una línea directa de comunicación con la población y no me refiero en abrir cuentas en redes sociales donde nos contestan con generalidades solo por cumplir con el requisito.
Los gobiernos deben entender que nos estamos acercarnos lentamente a una inconformidad mayor. El no escuchar y descifrar esos mensajes con oportunidad solo debilitará aún más a las instituciones y nos llevará hacia escenarios poco previsibles.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de Medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
