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martes, febrero 20, 2024
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Templo cívico México. Su pasado, presente y futuro (Última parte)

La reunión se da. Agustín de Iturbide le propone a Guerrero una alianza para lograr que algún miembro de la nobleza española llegase a gobernar a la Nueva España como monarca. Guerrero no acepta, pero propone, al igual que sus antecesores, una alianza en favor de la libertad, la justicia social, y un gobierno mexicano dirigido por los “hijos de la patria” (los futuros mexicanos), proponiendo a Iturbide cesar las hostilidades y poner su ejército a sus órdenes para tal fin. Iturbide -tal parece escuchó la voz de su raza, por la sangre que corría por sus venas, por ser su madre una criolla noble, acepta la proposición de Guerrero y el acuerdo se sella con el llamado “Abrazo de Acatempan” el 10 de febrero de 1821. Para el 24 de febrero se promulga el Plan de Iguala con el cual se unen los ejércitos (insurgente y realista) formando así el ejército de las tres garantías o tragacanto. Finalmente, el 27 de septiembre de 1821, el ejército tragacanto entra a la ciudad de México formando una columna al frente de la cual iba Iturbide, terminando así la guerra de Independencia de México.

El 22 de octubre de 1814, la visión política de Morelos se plasma en la Constitución de 1814. El Congreso de Chilpancingo se vio obligado tras el acoso de los realistas, los legisladores trashumantes emiten y sancionan el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, documento histórico reconocido como la primera constitución de México.


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La Constitución de Apatzingán proclama la independencia de México, rechaza la monarquía y establece la república. Constituye el principio de la soberanía popular, organiza un gobierno republicano de tres poderes que sustituye a la Junta de Zitácuaro, se nombra a Morelos encargado del Poder Ejecutivo, se abroga el impuesto per cápita de los indios, proclama los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano, en igualdad ante la ley. Todos estos conceptos característicos del liberalismo, eran parte del pensamiento político de Morelos. No obstante, todo lo anterior, esta Constitución que logró atraer al bando de liberales criollos, en pos de lograr la independencia, nunca llegó a observarse, nunca estuvo vigente.

México seguía hacia adelante luchando y venciendo; y la sangre de sus muertos era la que fecundaba la heroicidad y patriotismo de los criollos e indios, para lograr la Constitución que le dé vida y consolidación a la Nación Libre e Independiente.

El 31 de enero de 1824 se aprobó el Acta Constitutiva de la Federación.


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El 2 de octubre de 1824, Guadalupe Victoria fue declarado el primer Presidente de los Estados Unidos Mexicanos para el periodo 1825-1829.

El 4 de octubre de 1824, se realizó la solemne proclamación del pacto federal bajo el nombre de Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos.

A partir de la promulgación de esta Constitución México actúa en una posición jurídica en que se inicia el presente histórico de la Nación. Tuvieron que pasar 655 años desde que las tenchas salieran de Aztlán y en 1168 llegaban a los lagos de Anáhuac. Los aztecas era una tribu pequeña, poco más de 1000 gentes, sin tierras, sin amigos. En el largo peregrinar, después de muchos años, al llegar al Valle de Anáhuac, buscando siempre el lugar que su dios Huitzilopochtli les había indicado, lo encontraron en un islote del lago de Texcoco donde vieron a un águila devorando una serpiente. Era el año de 1318 y allí fundaron su ciudad. Los aztecas desde entonces, con el genio, valor, tenacidad, deseo de ir hacia arriba y adelante, propios de su raza, venciendo tiempos difíciles y pobreza, lograron en poco más de un siglo construir la ciudad de Tenochtitlán.

En los criollos, descendientes de españoles e indios, renació el genio y espíritu de los aztecas, y tomaron en sí el rescate del pasado indígena, y proyectaron el futuro de la nación recién constituida.

Del 10 de octubre de 1824 al 1ro. de abril de 1829, fue el periodo que duró el presidente de México, Guadalupe Victoria, electo por el pueblo, y en su discurso inaugural, anticipó a la nación un porvenir feliz. Sin embargo, un año más tarde, cuando los ciudadanos se preparaban a renovar el Congreso, el país estaba dividido por dos bandos enemigos: los llamados escoceses, que agrupaban la antigua elite del virreinato (el clero, comerciantes, mineros y hacendados) y eran partidarios de la estructura estamental y del centralismo. Contra ellos se levantaron los lorquinos, que apoyaban el federalismo y la autonomía de los estados, la igualdad ante la ley, la libertad de expresión y un gobierno democrático, que garantizara las libertades individuales.

Hasta aquí con Guadalupe Victoria, cuyo verdadero nombre era el de José Miguel Ramón Adicto Fernández Félix; cuando se inició como insurgente, para luchar por la independencia de México, él adoptó el nombre de “Guadalupe”, por su devoción a la guadalupana; y el de Victoria, porque tenía la fe y convicción de que la lograrían, y a la vez fue el primer presidente de la Nación.

Terminamos esta breve narración del pasado de México, con el poema que, en 1915, el poeta Amado Nervo, resumiera el nacimiento de una raza y un país:

“Nací de una raza triste,

de un país sin unidad

ni ideal ni patriotismo.

Mi optimismo es tan solo voluntad,

obstinación en querer,

con todos mis anhelares,

un México que ha de ser,

a pesar de los pesares,

y que yo ya no he de ver”.

 

Próximamente, Capítulo II, México su presente.

 

Guillermo Zavala Guerrero

Tijuana, B.C.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Francisco Navarro Fausto Francisco Navarro Fausto francisco 9 francisco@zeta.com
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